Mapa-enlace, cortesí­a de http://go.hrw.com. Hacer click sobre el nombre del paí­s de interés para información básica



10.11.08

Lectura recomendada del día

El día de hoy Eslavos del sur les trae un interesante artículo intitulado "Poor Marlise: Her Old Allies Are Now Attacking the Tribunal and Even Portraying the Serbs as Victims", autoría de Edward S. Herman, publicado para el portal de internet ZNet, traducida al español por Germán Leyens y aparecido en el portal Semanario Serbio.

Ojalá lo disfruten!

***

Pobre Marlise: Sus aliados antiguos ahora atacan el Tribunal e incluso retratan a los serbios como víctimas
Edward S. Herman
Traducido del inglés por Germán Leyens

30 de Octubre, 2008

Marlise Simons, la principal periodista del New York Times en el juicio de Milosevic y en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (ICTY), ha vivido un año difícil. Tal vez lo más doloroso fue la revelación de que en 1999, el ELK albano de Kosovo envió a casi 300 prisioneros serbios a Albania para ser asesinados y para que se “cosecharan” sus órganos internos para venderlos en el extranjero, algo apenas mencionado en el New York Times (vea a continuación). Me sentí extremadamente tentado de escribir a Marlise Simons y ofrecerle mis condolencias: “Marlise, si los malos en esta historia fueran serbios, ¡qué maravilloso artículo de primera plana habrías presentado!”

Ella y su periódico tuvieron un golpe de fortuna con el arresto del antiguo líder bosnio serbio Radovan Karadzic y su transferencia a La Haya para ser procesado en julio (18-21), lo que fue aprovechado al máximo con nueve artículos firmados por Simons, cobertura multi-días en portada, una serie de fotos de familiares de víctimas acongojadas (o celebrando la captura), y la usual ausencia total de todo contexto crítico sobre la historia bosnia o la naturaleza y los antecedentes del ICTY. (Para un análisis del lamentable historial de Simons y de sus antecedentes sobre los temas en cuestión, vea Herman y Peterson, "Marlise Simons on the Yugoslavia Tribunal: A Case Study in Total Propaganda Service," ZNet, marzo de 2004; para buenos estudios sobre el papel del ICTY: John Laughland: “Travesty” [Pluto: 2007].y Michael Mandel: “How America Gets Away With Murder” [Pluto: 2004]; para un análisis más amplio de los temas: Herman y Peterson: "The Dismantling of Yugoslavia: A Study in inhumanitarian intervention – and a Western liberal left intellectual and moral collapse," Monthly Review, octubre de 2007).

Simons y el Times se han ajustado de cerca a la narrativa de los círculos gobernantes sobre los temas involucrados en las guerras y en el desmantelamiento de Yugoslavia, incluyendo la dicotomía del bien y del mal, una satanización permanente del mal (los serbios), la credulidad, la supresión de hechos inconvenientes, y un extremo elogio del trabajo del ICTY. Simons hizo un artículo muy lisonjero sobre la fiscal del ICTY, Carla Del Ponte en 2002 ("The Saturday Profile: On War Criminals' Trail, an Unflagging Hunter," New York Times, 9 de febrero de 2002), y durante todo el juicio de Milosevic, Simons informó casi a diario sobre las afirmaciones de Del Ponte (y las de su asociada de relaciones públicas, Florence Hartmann), sin la menor señal de escepticismo. (Les ayudó el hecho de que simplemente ignoraron algunos de los actos y declaraciones más insignes de Del Ponte, como ser sus pedidos de apoyo público para el ICTY haciendo enérgicas afirmaciones públicas sobre la culpa de los procesados, y su declaración de que no encausaría los presuntos crímenes de guerra de la OTAN al bombardear Serbia, porque acepta la palabra de la OTAN que alega que no hicieron nada ilegal – se mostró “muy conforme con que no hubo ataques deliberados contra civiles u objetivos militares ilegales por la OTAN durante la campaña de bombardeo”; los que ocurrieron fueron “auténticos errores.”)

Pero la antigua amiga de Simons, Del Ponte, ha escrito un libro, hasta ahora publicado sólo en Italia, intitulado “La Caccia: Io e i criminali di guerra” [La caza: yo y los criminales de guerra], escrito en colaboración con Chuck Sudetic, en el que se hacen varias afirmaciones dramáticas que constituirían valiosas noticias para un Periódico de Referencia. En primer lugar, afirma que presión de EE.UU. alejó al ICTY de criminales de guerra croatas, musulmanes y kosovares, y que la no-cooperación de la OTAN y la dependencia de la OTAN del ICTY para “el resto del trabajo del Tribunal” (es decir procesar a serbios) hizo que toda investigación y acusación de funcionarios de la OTAN fuera políticamente imposible. Su hipocresía y auto-engaño al respecto son masivos, pero sigue siendo interesante ver como ella admite ahora la base política del trabajo permisible del ICTY. Simons y el Times nunca han explorado este aspecto crucial, y ciertamente nunca hicieron una reseña de los libros de John Laughland y Michael Mandel que discuten en detalle los temas involucrados. (“Travesty” de Laughland demuestra a plenitud la corrupción del procedimiento judicial por el ICTY; Mandel, en “How America Gets Away With Murder” muestra de manera convincente que el ICTY fue un brazo político de la OTAN y fue planeado para facilitar la guerra, no la paz – o la justicia).

Más espectacular que su admisión de la politización, Del Ponte informa en su libro de lo antes mencionado – que el ELK albano de Kosovo estuvo involucrado en un programa de envío de serbios, sobre todo de civiles capturados, a un sitio en Albania en el que “doctores extrajeron los órganos internos de los cautivos,” que fueron enviados para ser vendidos. Calcula que 300 serbios secuestrados fueron tratados de esa manera. (Para una traducción parcial, no autorizada, del informe de Del Ponte, vea Harry de Quetteville: "Serb prisoners were stripped of their organs in Kosovo war," Daily Telegraph, 11 de abril de 2008). Ocurrió precisamente mientras las fuerzas de la ONU y de la OTAN eran desplegadas en Kosovo, cuando la guerra de “intervención humanitaria” estaba terminando en 1999. Human Rights Watch ha encontrado “afirmaciones serias y verosímiles” del tema de la extracción y venta de órganos en una serie de informes, pero Del Ponte afirma que de nuevo en este caso, como en los posibles crímenes de guerra de la OTAN, fue difícil iniciar una investigación y un proceso serio al respecto. El New York Times ha mencionado sólo una vez esta acusación, en una sola frase oculta profundamente en un artículo sobre otro tema, en el que la acusación es descartada con desdén por el terrorista del ELK y alto funcionario albano en Kosovo, Ramush Haradinaj (Dan Bilefsky, "Ex-Soldier May Go From The Hague's Docket to Kosovo's Ballot," New York Times, 12 de julio de 2008).

El rechazo del caso contra Haradinaj por el ICTY, así como el del dirigente musulmán bosnio Naser Oric, también presentó un problema para los defensores del ICTY como empresa independiente y auténticamente judicial, con el resultado de que fueron mantenidos virtualmente fuera de la vista del público en el mismo período en el que el caso Karadzic obtuvo inmensa publicidad. Haradinaj había sido acusado y llevado a La Haya en 2005, pero se le permitió que volviera a Kosovo para hacer campaña para un alto puesto ¡a pesar de ser un criminal de guerra bajo acusación! Fue durante el mismo período en el que se negó permiso al extremadamente enfermo Milosevic para que fuera a Moscú a recibir tratamiento médico, con una garantía rusa de retorno. (Murió en prisión dos semanas después de esa negativa de atención médica del ICTY.) Tanto Haradinaj como Oric fueron no sólo dirigentes de organizaciones que mataron a numerosos civiles serbios, en contraste con Karadzic y Milosevic, ambos fueron asesinos participativos, lo que aumentaba la probabilidad de que un tribunal imparcial los hubiera condenado a largas sentencias de prisión.

Haradinaj fue líder de los Águilas Negras, que secuestraron y asesinaron a cientos de serbios y albanos kosovares que cooperaron con Serbia, pero fue declarado no culpable de todas las acusaciones – Bilefsky menciona que “abogados y jueces en el tribunal se quejaron de que la intimidación de testigos fue generalizada,” pero no menciona que una serie de testigos potenciales contra Haradinaj fueron asesinados, y no señala que, una vez más, los jueces del ICTY no encontraron culpa basada en una “empresa criminal conjunta” en el proceso de un no-serbio. Ese concepto, originado en el ICTY, se limita aparentemente al uso contra la población blanco del ICTY y de la OTAN.

El caso Oric es aún más interesante porque se vanaglorió públicamente de su participación en la masacre de serbios del área de Srebrenica ante el periodista del
Toronto Star canadiense, Bill Schiller, y el periodista del Washington Post, John Pomfret, y mostró a ambos vídeos de algunas de sus víctimas serbias. (Schiller, "Fearsome Muslim Warlord Eludes Bosnian Serb Forces," Toronto Star, 16 de julio de 1995; Pomfret, "Weapons, Cash and Chaos Lend Clout to Srebrenica's Tough Guy," Washington Post, 16 de febrero de 1994.) Aunque existía ese tipo de evidencia, y aunque Oric afirmó abiertamente ante Schiller que había participado en la matanza de 114 serbios en un solo episodio, el ICTY tardó hasta 2003 en acusarlo, y entonces fue acusado por sólo seis asesinatos realizados entre septiembre de 1992 y marzo de 1993, no por él, sino por sus subordinados. La implicación de que no haya sido responsable por asesinatos después de marzo de 1993, cuando Srebrenica fue un “área segura” en abril de 1993, es contraria a hechos bien establecidos.

Más recientemente, el bosnio musulmán Ibran Mustafic, quien había sido miembro del parlamento de Bosnia-Herzegovina y fue presidente del Consejo Ejecutivo de de la Asamblea Municipal de Srebrenica, publicó un libro: “Planirani haos” (Caos planificado), que suministra mucha evidencia en apoyo de la afirmación de que Oric “es un criminal de guerra” (palabras de Mustafic). Mustafic debía testificar en el juicio de Oric, pero posteriormente tuvo una discusión con la fiscalía, afirmando que no había acusado a Oric por sus verdaderos crímenes, y finalmente los jueces decidieron que no permitirían que testificara. Ni Schiller ni Pomfret fueron llamados como testigos ante el ICTY por el caso de Oric, y sus artículos no fueron incluidos en la evidencia. El general francés y ex comandante militar de la ONU en Bosnia, Philippe Morillon, quien había sido testigo de la acusación en el juicio Milosevic, había declarado entonces que los asesinatos de Srebrenica en julio de 1995, fueron una “reacción directa” a las masacres de Oric en años anteriores, y no fue llamado a testificar en el juicio de Oric.

Oric fue luego hallado culpable, no de matar a alguien sino de no haber controlado a sus subordinados, y fue liberado con sólo una sentencia de dos años, después de haber pasado tres años en La Haya. Esto fue seguido por otra decisión del tribunal ICTY que descartó su condena y su sentencia a dos años por prueba insuficiente del conocimiento de Oric de lo que hacían sus subordinados. El doble rasero respecto a la prueba de responsabilidad de comando y el alcance ridículamente limitado de la acusación original contra ese importante criminal de guerra confirma enteramente el papel del ICTY como instrumento político y que su proceso fue una “parodia.”
Exactamente como Marlise Simons ignoró a Naser Oric en años anteriores, en estos juicios de exoneración, la cobertura del Times se limitó a un breve anuncio el 4 de julio de 2008, tomado de Agence France Presse, " Bosnia: exoneran a ex comandante.” El libro y el testimonio de Ibran Mustafic, claro está, nunca fueron mencionados en el periódico.

Otro acontecimiento que Marlise Simons ha tenido que esquivar es la publicación en 2007 de un libro de Florence Hartmann: “Peace and Punishment,” que, como el libro de Del Ponte, acusa a las potencias occidentales de haber politizado el trabajo el ICTY, específicamente por haber bloqueado la captura y enjuiciamiento de Radovan Karadzic – una afirmación acorde con la afirmación de Karadzic de un trato con Richard Holbrooke. Aún más interesante es la afirmación de Hartmann de que cuando Del Ponte era fiscal del Tribunal Ruanda (ICTR), al que fue asignada junto con su servicio en el ICTY, EE.UU. le ordenó que abandonara todas las investigaciones y acusaciones contra el ejército tutsi y Paul Kagame, un cliente de EE.UU. Se negó y fue despedida. Anteriormente, cuando Louise Arbour era fiscal del ICTR, su personal encontró considerable evidencia de que Kagame y sus asociados habían organizado el derribo del avión del presidente hutu el 6 de abril de 1994, el acto que inició la escalada de asesinatos en Ruanda. Arbour había seguido órdenes de EE.UU. y cerrado la investigación. Del Ponte se negó a hacerlo y fue removida.

Ese hecho nunca fue mencionado por el New York Times cuando sucedió, y Marlise Simons y compañía no tienen la menor intención de otorgar actualmente alguna publicidad a la confirmación de esa importante historia de Hartmann. No corresponde a los prejuicios establecidos. Como he mencionado en otros sitios y a menudo, cuando se forma una fuerte línea oficial dentro del establishment de EE.UU., como en el caso tanto del desmantelamiento de la antigua Yugoslavia como en el de las matanzas en Ruanda, el New York Times coopera regularmente, con el resultado de que se conduce como agencia de propaganda del Estado de un modo similar al servicio de Pravda para las autoridades soviéticas. Así fue, por ejemplo, en el caso del inexistente complot búlgaro-KGB de 1981 para asesinar al Papa, del patrocinio de EE.UU. para los dictadores paquistaníes y en cuanto a la ayuda a Bin Laden y a la resistencia afgana antisoviética en los años ochenta, las amenazantes, pero inexistentes, “armas de destrucción masiva” de Sadam en 2003, la amenaza nuclear de Irán [carente de armas nucleares] en la actualidad, así como la falsa “intervención humanitaria” de la OTAN para encarar un inexistente “genocidio” serbio en Bosnia y Kosovo. Es un gran Periódico de Referencia, que ayuda a fabricar consenso para las políticas del Estado imperial cuyas referencias mantiene con un cuidado meticuloso y una selectividad cumplidora.

Etiquetas: , , , , , , , , , , ,

23.6.05

De las dos guerras balcánicas y las circunstancias políticas en los Balcanes al inicio del siglo XX

En este momento, y no sin mencionar el problema que comparten algunos intelectuales sudeslavos de la actualidad y que radica en pensar y analizar la región como aislada de Europa y el mundo, casi nunca contextualizándola con procesos histórico-políticos presentes alrededor de los Balcanes, y la escasa probabilidad que la unificación de los eslavos del sur fuera únicamente estimulada por un movimiento cultural-intelectual, comentaré aquí algunas reflexiones sobre las relaciones entre los grandes poderes occidentales en la segunda mitad del siglo XIX e inicios del siglo XX y su relación con la idea de la unificación de los eslavos del sur.

"(...) La acción y unión de los países balcánicos tenía cierto peligro para las grandes potencias. Gran Bretaña, era aliada del Imperio Turco. En cuanto a austro-húngaros y rusos, "en el fondo, los dos rivales tradicionales eran partidarios de mantener la paz: Rusia no tenía ningún deseo de ver entrar triunfante en Constantinopla al zar de Bulgaria o al rey de Grecia, y los austro-húngaros pensaban que, si se erigían en defensores de la nacionalidad olvidada, Albania, podían conseguir una victoria diplomática e impedir que Serbia se estableciese en las costas del Adriático" (apud Alan Palmer, "Guerras en los Balcanes", artículo en Historia mundial del siglo XX, tomo I, Ed. Vergara, pp. 345-353). Rusia, supuesta valedora de los países ortodoxos, necesitaba evitar, para mantener e incrementar su control sobre la zona, que ningún estado se hiciera excesivamente poderoso; mucho menos podía permitir una unión de todos los países balcánicos, una Federación Balcánica." [Marxismo Hoy] (1, 2, 3,4, 5, 6)

Los comienzos del siglo XX marcaron en la historia de los pueblos sudeslavos un nuevo y significativo impulso a favor de los anhelos libertarios y de unificación estatal de algunos pensadores que aparentaban ser una mayoría, para decir lo menos: discutible. El acercamiento entre los partidos burgueses de tendencia sudeslavista y el vuelo del movimiento socialista y juvenil, dentro de los cuales predominaban las exigencias de libertad y de unidad, hicieron que las ideas de autonomía y unificación lograran el que las clases burguesas y los intelectuales progresistas sudeslavos se sintieran más cerca y definidos (1, 2, 3, 4).

El auge económico, político y cultural que Serbia empezó a experimentar desde el año 1903 como monarquía parlamentaria y democrática le dio fuerza para que, en alianza con Montenegro, Bulgaria y Grecia, expulsara definitivamente a los turcos luego de la última Guerra Balcánica que duró de 1912 a 1913 (1, 2, 3, 4).

Las potencias europeas se reunieron en Londres en diciembre de 1912 con los países en guerra, para intentar parar un conflicto que veían peligroso e imponer sus intereses (1). Sin embargo, no lo consiguieron y la guerra duró cinco meses más, hasta conseguir arrinconar al Imperio turco a una parte de la Tracia, la actual Turquía europea. Albania, que al calor de la guerra se había rebelado contra los otomanos, surgió como país apoyada por Austria-Hungría e Italia (1, 2).

Esta guerra puso sobre la mesa la posibilidad de una Federación Balcánica, que habría supuesto un enorme paso adelante para el desarrollo del capitalismo en la zona y para la solución de los problemas nacionales. Sin embargo, esta salida estaba prácticamente descartada, en el marco de una feroz crisis del capitalismo internacional, que llevaba a cada potencia imperialista a defender con uñas y dientes sus mercados y zonas de influencia y a luchar por arrebatar los ajenos (y que, un año después, desembocaría en la I Guerra Mundial). El derecho al desarrollo nacional y a la independencia nacional no existe en la etapa imperialista del capitalismo, salvo para los países capitalistas avanzados [Marxismo Hoy].

Por otra parte, el protagonismo en la guerra de las reaccionarias castas monárquicas y de la burguesía constituía un peligro, el de que se impusiera la lucha por los intereses chovinistas de cada monarquía frente a la lucha social. Tal y como explicaba Lenin, "los obreros conscientes de los países balcánicos fueron los primeros que lanzaron la consigna de solución democrática consecuente del problema nacional en los Balcanes. Esa consigna es: República Federativa Balcánica. La debilidad de las clases democráticas en los actuales estados balcánicos (el proletariado es poco numeroso, los campesinos están oprimidos y fraccionados y son analfabetos) ha conducido a que la alianza, imprescindible económica y políticamente, se haya convertido en una alianza de las monarquías balcánicas" (apud V. I. Lenin, "Un nuevo capítulo de la historia universal", Pravda del 21 de octubre de 1912), y "la liberación completa respecto de los terratenientes y del absolutismo tendría como resultado inevitable la liberación nacional y la plena libertad de autodeterminación de los pueblos. Por el contrario, si pervive el yugo de los terratenientes y de las monarquías balcánicas sobre los pueblos, seguirá existiendo, también inexcusablemente, en mayor o menor grado, la opresión nacional" (apud V. I. Lenin, "La significación social de las victorias serbo-búlgaras", Pravda, p. 75). Como efectivamente ocurrió. [Marxismo Hoy]

Y no sólo eso. Las ambiciones de las clases reaccionarias en Macedonia motivaron la Segunda Guerra Balcánica (de junio a julio de 1913) (1, 2, 3, 4, 5). Sólo un mes después de firmar la paz con los turcos las tropas serbias y griegas (junto a las rumanas) se enfrentaron a las búlgaras, con las que acababan de compartir trincheras.

Austria por otra parte, no se resignaba a detener su expansión a costa de los territorios sudeslavos. Los Habsburgo parecían ser incontenibles. Ya gobernaban sobre Eslovenia, Croacia, Vojvodina, Bosnia y Herzegovina... seguía el debilitado (tras las dos guerras balcánicas mencionadas) reino serbio.

La primera manifestación enérgica y trascendente de los planes de la unificación y liberación de dominaciones extranjeras de los pueblos sudeslavos (al menos en las mentes de sus intelectuales ideológos) fue llevada a cabo en Sarajevo, Bosnia -en el imperio Austro-Húngaro- el 28 de junio de 1914, en medio del inicio de un proceso coyuntural mundial que no cesará sino hasta 1945. Fue justo en este día cuando durante su visita a esta ciudad, era asesinado a manos de Gavrilo Princip, miembro de una organización juvenil intelectual de los serbios austrohúngaros llamada Mlada Bosna (La Bosnia Joven), el príncipe heredero del trono austrohúngaro, el archiduque Francisco Ferdinando (Franz Ferdinand). Este hecho fue utilizado por Austrohungría para lanzar un ultimátum y luego desencadenar la guerra contra Serbia (1, 2, 3, 4, 5).

Escenario perfecto, pretexto indiscutible. A los anales de la historia mundial, la causa del presente atentado entró íntimamente ligada a una idea de unificación de pueblos sudeslavos.

Sin embargo, para entender con mayor profundidad lo complejo de las definiciones nacionales balcánicas, Josep Palau [Pa96] escribe que una segunda idea nacional croata –la yugoslava- se desarrolló paralelamente a la anterior (la de emancipación individual) durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Esa corriente veía la liberación respecto del Imperio y el fin del sometimiento a Alemanes y Húngaros como parte de una emancipación de los pueblos eslavos. Los serbios de Croacia eran vistos como aliados, incluso como hermanos. Los varios pasos de Serbia hacia la independencia respecto a los turcos eran vistos con admiración y simpatía. Así, la idea yugoslava se desarrolló antes y con más fuerza en Croacia que en Serbia, donde veían su emancipación nacional satisfecha al erigirse en estado desgajado de Estambul y reconocido como plenamente independiente en 1878. Ciertamente, la mayoría de los croatas, y desde luego las corrientes políticas nacional-católicas, partían de la consideración de que su mayor desarrollo cultural y civil y su vinculación a los centros más avanzados de Europa les convertían en los líderes naturales de la emancipación eslava en el Imperio Austro-Húngaro.

Los éxitos de Serbia y Montenegro, prosigue Palau, en la obtención de la independencia después de sus triunfos en las dos guerras balcánicas, de 1912 y 1913 y, en general, el ascenso del prestigio de los serbios, eran vistos como una rivalidad que ponía en peligro el proyecto nacional croata, ya que dificultaba su genuina reafirmación. De esta manera, el sentimiento croata, tan bien preservado durante 800 años, derivó en frustración nacional. Algo así como: ”¿Cómo es posible que, tras tanto esperar, y ahora que ha llegado la hora de los estados nacionales, se nos anticipen con mayor fortuna quienes son inferiores a nosotros?” [Pa96].

Esa frustración recelosa hacia Serbia que describe Palau [Pa96] se convirtió en irritación frente a los propios serbios en Croacia, a los que se vio como un factor perturbador, anómalo, que impedía madurar el logro final de un estado soberano croata al estropearlo con las visiones yugoslavas, percibidas como humillantes. Dada su predominancia rural, los serbios actuarían también de freno, siempre según ese pensamiento, a la expansión del industrialismo y del consiguiente desarrollo social y económico de Croacia. Se llegó a decir que los serbios son un puñal en la garganta de Croacia [Pa96].

Es desde luego, imprescindible ir ligando todos estos procesos histórico-psicológicos del problema interétnico croata serbio con la diversidad de las teorías acerca del origen de los eslavos y las cuatro guerras que tomaron lugar a todo lo largo de la década de los noventa, en los preámbulos del siglo XXI.

________________________________________________________

«« Hacia De los orígenes de la idea de la unificación de los eslavos del sur

Etiquetas: , , , , , , , ,

9.6.05

De la suerte de montenegrinos, croatas, eslovenos, bosnios y macedonios en el siglo XIX

Montenegro (1, 2) alcanzó su independencia y unidad en el curso de todo el siglo XVIII y parte del XIX, en medio de una lucha ininterrumpida con los turcos (1, 2, 3). Ya en un convenio de paz del año 1842, Montenegro se hizo llamar ”provincia autónoma”; y en 1851 se transformó en Principado (1). Por decisión del Congreso de Berlín de 1878 adquirió la categoría de estado independiente y en 1910 pasó a tomar el nombre de Reino de Montenegro (1).

Gracias a los esfuerzos del vladika Petar I Petrović se dictó en 1798 su primer código, que fue complementado en 1803. Esta labor fue proseguida por Petar II Petrović Njegoš (1, 2) quien, además de gobernante y jefe espiritual de su pueblo, ha sido uno de los más gloriosos poetas sudeslavos de todos los tiempos. A él corresponde la creación del primer Senado montenegrino, en 1831, la institución de órganos del poder según las diversas tribus y la formación de una guardia personal dotada de facultades ejecutivas. Además, en 1833 introdujo un adecuado sistema de impuestos y al año siguiente fundó en Cetinje la primera imprenta. Escribió el libro ”Gorski vijenac” (Versos o Corona de la Sierra), que funge como una de las más gloriosas obras de arte montenegrinas hasta nuestros tiempos.

La historia de los pueblos croata y esloveno experimentó un significativo cambio a la creación de la provincia de Iliria (1, 2, 3), fundada en sus territorios a iniciativa de Napoleón Bonaparte. La liquidación de las viejas relaciones de propiedad de la tierra y el uso de los idiomas populares fueron las conquistas más importantes logradas en la evolución política y en el despertar nacional de estos pueblos. Esto último quedó demostrado luego de la disolución de la provincia napoleónica y la restauración del poder austriaco, en 1815. A pesar del absolutismo de la corte vienesa, la conciencia nacional prendió en capas más amplias de la población y alcanzó un programa más concreto. En Croacia, este sentimiento fue especialmente estimulado por la forzada hegemonía política y cultural húngara, a partir del año 1825. La restauración del absolutismo y la reforma constitucional de la monarquía de los Habsburgo, después de lo cual Croacia firmó un compromiso con Hungría el año de 1868, no detuvieron empero el resurgimiento nacional en Croacia, cuyos líderes Josip Štrosmajer y Franjo Rački continuaron uniéndolo a la idea de unificación cultural y política de todos los sudeslavos (1, 2, 3, 4).

En este momento sería importante mencionar que otra parte importante de la intelectualidad croata veía la unificación de los mencionados pueblos simplemente como un paso hacia una posterior emancipación propia.

Josep Palau [Pa96], en su libro El espejismo yugoslavo (1), escribe que en el siglo XIX, la dinastía de los Habsburgo, especialmente con María Teresa y José II, dedicó grandes esfuerzos al intento de convertir el mosaico imperial multiétnico y multilingüe en una nación en la que todos hablarían alemán, y que sería lógicamente dirigida por las élites alemanas. Las presiones consiguientes para la germanización cultural y política encontraron inmediata resistencia en los pueblos no teutones del Imperio, especialmente en el caso de los húngaros, mejor organizados y con una conciencia nacional superior. La mejor manera que los magiares encontraron para resistir la germanización fue la creación de un gran estado húngaro, étnicamente homogéneo. Para ello había que magiarizar los territorios bajo su control, de los Cárpatos al Adriático (1). Como tercera pieza de esa cadena de dominó, los croatas se opusieron fieramente a la adopción de la lengua y la cultura húngaras. Para dar más fuerza a su lucha, iniciaron los intentos de croatizar a los serbios.

Las élites aristócratas croatas, siempre apoyadas por la Iglesia católica, hicieron un gran esfuerzo por mantener su identidad política y los símbolos de continuidad del estado bajo-medieval que habían perdido por conquista húngara en el siglo XI. Ese esfuerzo duró mil años y es muy respetable, pues consiguió transmitirse hasta nuestros días sin apoyarse apenas en un poder político efectivo. Josep Palau [Pa96] comenta que ello, sin embargo ”contiene un perfil confesional y etnocéntrico de la idea nacional croata: lo croata es lo secularmente católico, entrando en contradicción con la realidad social que los siglos habían visto evolucionar hacia una sociedad más plural y multiétnica. Esa concepción tradicional condujo a identificar la recuperación plena de la identidad de Croacia con la exclusión de los serbios, a los que no se ve como parte natural del mismo país, sino como extraños intrusos que mancillan la pureza de la identidad propia." (1, o el punto de vista de la diáspora croata en América Latina: 2).

De las tierras sudeslavas que en el curso del siglo XIX permanecieron bajo poder turco, Bosnia y Herzegovina se transformaba más de una vez en problema central de la diplomacia europea. Mientras Turquía aniquilaba sangrientamente la vieja nobleza bosnia, los cristianos oprimidos se alzaban contra las relaciones feudales y a favor de la independencia nacional, en 1852, 1861 y 1875 (1, 2, 3). Con el fin de solucionar el problema de Bosnia y Herzegovina eludiendo la satisfacción de los ideales nacionalistas de sus pobladores, el Congreso de Berlín (1, 2) en el año de 1878 confirió a Austrohungría el mandato de ocupar estas regiones.

En cuanto a Macedonia en el siglo XIX, la revista Marxismo Hoy escribe: "Si los Balcanes es el polvorín de Europa, Macedonia es el polvorín de los Balcanes. Esta región es mucho más amplia que el actual país con ese nombre. Es la enorme franja que va desde casi toda la frontera oriental de Albania hasta el mar Egeo, limitando al Este con Tracia y al sur con la Tesalia griega. Su composición étnica era (y es) compleja, no sólo porque hubiera casi "de todo" (búlgaros –que eran mayoría–, griegos, eslavos, rumanos, turcos, judíos, albaneses), sino también porque, en el campo, el contacto entre estos pueblos era prácticamente inexistente: vivían de espaldas en aldeas vecinas, cada una con su lengua y su cultura. (...)

Grecia, Serbia, Bulgaria, e incluso Albania, ambicionan Macedonia, o parte de ella. Esto lleva a las tres primeras, las potencias de la zona, a una cruel lucha, primero en el terreno cultural (una carrera por la creación de escuelas para enseñar cada lengua y de templos de cada una de las tres Iglesias ortodoxas, desde finales del XIX), y luego directamente terrorista (especialmente, de 1904 a 1908). Los comitayis (miembros de bandas), sirviendo los intereses de alguno de los tres reinos, presionan a los campesinos a declararse de una determinada nacionalidad y religión, quemando aldeas y asesinando u obligando a huir a miles de macedonios (...) En 1893 se crea la VMRO (Organización Revolucionaria Interior Macedonia). En un principio, la VMRO "defendía la autonomía de Macedonia con respecto al Imperio Turco, y a la vez un programa social dirigido a los campesinos: reducción de impuestos, reforma agraria, abolición de la usura. Desconfiaban del expansionismo búlgaro y ruso, buscando el apoyo de los políticos británicos y franceses. En sus filas había socialistas y anarquistas" (apud. V. I. Lenin, "La significación social de las victorias serbo-búlgaras", Pravda, del 7 de noviembre de 1912). La VMRO, donde participaban los socialistas macedonios, organizó un levantamiento en 1903, proclamándose la república (presidida por un socialista), pero fue derrotado tres meses después. A raíz de ello, la Organización se dividió; el sector más derechista se impuso y se convirtió en el brazo armado del chovinismo búlgaro en Macedonia, reprimiendo salvajemente, sobre todo, a la población griega."

Por otra parte, en esta misma epoca (la segunda mitad del siglo XIX) se iniciaba uno más de los procesos de larga duración intimamente relacionado con el sentimiento nacionalista de los diversos pueblos balcánicos.

Tres decenios más tarde y a fin de detener las ideas de independencia, por una parte, y las exigencias de los ”jóvenes turcos” encabezados por Kemal Ataturk (1, 2, 3), por otra, Austrohungría decretó la anexión de Bosnia y Herzegovina en 1908, significando así el inicio de un proceso de mediana duración que habría de estallar luego en una crisis de dimensiones mundiales.

________________________________________________________

«« Hacia La liberación de los turcos y la lucha por el poder en Serbia en el siglo XIX

Etiquetas: , , , , , , , ,

24.5.05

Algo sobre la suerte de los pueblos sudeslavos y el albanés entre los imperios turco y austríaco, del siglo XV al XIX

La infiltración turca en los Balcanes puso fin al ascenso de los estados medievales de Serbia y de Bosnia, colocándolos entre dos fuegos: Hungría y Turquía. El estado serbio conservó su autonomía por poco tiempo, bajo los gobiernos de Stefan Lazarević y Djuradj Branković. Para el año 1459, la caída de la fortaleza de Smederevo, sobre el Danubio, en manos de los turcos marcó el aniquilamiento de la Serbia feudal. Junto a ella cayeron sucesivamente Bosnia, en 1463; Herzegovina, en 1481 y Montenegro, el año 1499.

Prosiguiendo sus guerras de conquista, los turcos se internaron hasta las ciudades dálmatas, a las que sometieron a largos aunque infructuosos sitios. Al mismo tiempo, avanzaron sobre Croacia y parte de Eslovenia, para afirmarse por largo tiempo en la región danubiana, luego de conquistar Belgrado en 1521 y derrotar a los húngaros en el año de 1526. Con ello quedaba detenido el desarrollo social, económico y cultural de la mayor parte de las futuras tierras yugoslavas, las que hasta entonces marchaban a la par del desarrollo de Europa occidental.



Extensión del Imperio Otomano en 1520, marcado en color blanco.

(Historical Maps on File, USA, Ed. Facts on File, Martin Greenwald Associates, 1989)


Durante los 489 años de dominación del Islam de estos territorios, no es extraño darse cuenta que los cristianos empezaban paulatinamente a convertirse a las enseñanzas de Alah, con tal de obtener ciertos derechos, algunas propiedades y algo de renombre: es éste el origen de los sonados musulmanes de la actualidad en las tierras de la ex-Yugoslavia. He aquí el esclarecimiento de la confusión acerca de los orígenes de la religión de una gran parte de los habitantes de la actual Bosnia y Herzegovina, Macedonia y algunas partes de Serbia, Croacia y el resto de las ex repúblicas yugoslavas. Sin embargo, no está demás contar igualmente a los musulmanes asentados en estos territorios durante las numerosas conquistas y reconquistas turcas, mismos que se quedaron allí tras la final derrota del Imperio otomano (sobre todo en el caso de los albaneses musulmanes radicados en Kosovo).

Toda esta época encontró su lugar en canciones épicas de los poetas vagabundos (una especie de juglares balcánicos), que al compás de su gusle (instrumento de una cuerda, tocado con arco, muy popular en aquellas tierras) le cantaron a la tragedia de su pueblo, a las hazañas fantasiosas de sus héroes y con nostalgia de tiempos desaparecidos. Toda esta herencia literaria tan maravillosa fue rescatada por Vuk Stefanović Karadžić, filólogo y etnólogo serbio, de ascendencia moldaviana (nacido en 1787 y fallecido en 1864, durante su vida publicó diez volúmenes de poesía serbia folclórica, inauguró reformas a la lengua serbia y adoptó el serbio vernáculo. Su introducción del deletreo fonético y la invención de nuevos símbolos para completar el alfabeto cirílico, fueran las mayores atribuciones a la lingüística serbia. Entre sus trabajos lexicográficos más importantes se encuentran la Gramática del Serbio vernáculo (1814) y el Diccionario Serbio (1818). En 1874 tradujo el Nuevo Testamento al serbio para la Sociedad Bíblica británica y extranjera), quién tuvo a bien recopilarla, escribirla y publicarla en Austria a principios del siglo diecinueve, momento en el cual se respiraba por fin un poco de aire de libertad.



Gusle. Photo from Lord (2000) CD

Por otro lado, Karadžić creó el actual alfabeto serbio bautizado Azbuka por las primeras dos letras de su directo antecesor cirílico, creado entre otras labores de importancia, por dos misioneros eslavos especialmente destacados entre los serbios y los eslavos macedonios, de nombres Climente y Naum. El alfabeto glagólico compuesto por Cirilo en la segunda mitad del siglo IX, fue adoptado y empleado largo tiempo por los croatas, y representa a su vez el trabajo inmediatamente anterior al de los misioneros eslavos.


Vuk Stefanović Karadžić (1787-1864)

Nuevamente en el centro de los choques marginales entre Oriente y Occidente, los pueblos sudeslavos se encontraban a comienzos del siglo XVI ocupando el territorio fronterizo entre las dos monarquías de mayor influencia en los balcanes en aquella epoca: Turquía por una parte y Austria por la otra. Mientras, la República Veneciana se había afirmado alrededor de año 1420 en la costa oriental del Adriático. El Imperio Otomano comprendía no tan sólo Macedonia, Serbia y Bosnia, sino además el interior de Dalmacia, la mayor parte de Croacia, Slavonia y la región danubiana hasta las cercanías a Viena.

Los pueblos sudeslavos, aunque sometidos, se hallaban incluidos en el sistema estatal, especialmente en los servicios de seguridad y en diferentes órdenes militares. En compensación, gozaban de una serie de privilegios que les otorgaban cierta autonomía administrativa.

En el intento por verse religiosamente tolerantes, los turcos apoyaron incluso el restablecimiento de la Patriarquía de Peć en 1557, la que constituyó, especialmente para los serbios, un substituto del estado de otrora. Estos elementos de vida libre constituyeron la condición previa de la lucha de liberación para defender los privilegios de autosoberanía que Turquía comenzó a suprimir en la época de su decadencia.

Durante este tiempo, los territorios de la actual Eslovenia y una gran parte de Croacia formaban parte del Imperio austríaco, gozando de cierta autonomía y respeto, sin embargo algo menor de los que gozaban los serbios bajo los turcos antes del inicio del derrumbe del Imperio otomán y la época terrible de exterminio en contra de todos los pueblos no turcos dominados por éstos.

Los turcos solían hacer robos, violaciones y toda clase de terribles crímenes sobre la población serbia antes y durante la llamada Guerra de Viena. Quemaban templos, casas, pueblos enteros y todo lo que fuese serbio, al irse retirando frente a las fuerzas austríacas, las cuales -entre los años de 1683 y 1688- liberaron a Hungría y penetraron de manera profunda en el sur de Serbia. Sin embargo, pereciendo ante la fuerza del ejército otomán recuperado, los austriacos y serbios fueron obligados a retirarse de los territorios de Serbia no mucho tiempo después.

En este período se produjo el primer gran éxodo serbio hacia las regiones eslavas vecinas y hasta Rusia. Después de que fue aplastada la insurrección de 1690 en la vieja Serbia, unas 70 mil personas se refugiaron en territorios de los Habsburgo (1, 2). Al ver la situación tan desfavorable, el patriarca serbio Arsenie III, al igual que muchos de los líderes, encabezaron la retirada del pueblo entero hacia la ciudad de Belgrado en el peor invierno. Lograron alcanzar su objetivo en la primavera de 1690. En el mes de octubre de ese mismo año, los turcos ya estaban frente a las puertas de la ciudad que albergaba a más de 40,000 de refugiados. Largas filas de serbios esperaban embarcarse para ser llevados a las ciudades de Slankamen y Petrovaradin, lejos de los turcos. Navegaban por los ríos en embarcaciones, con todo y restos del rey Lazar, traídos de Kosovo: el símbolo y meollo de su cohesión cultural y nacional. La última balza logró zarpar tan sólo un día antes de que los atacantes vencieran los muros de la ciudad.

Los otomanos lograron conquistar la ciudad, tras hacer volar una gran bodega de pólvora en cuya explosión perecieron la mayoría de los defensores de la fortaleza, el 8 de octubre de 1690. Todos estos acontecimientos son conocidos como el más grande éxodo serbio (descrito magistralmente en el libro Seobe (Migraciones), de Miloš Crnjanski: Crnjanski, M. Migraciones, Ed. Tusquets, Barcelona, España, 1986).

Durante toda esta época, musulmanes albaneses fueron trasladados a los territorios abandonados de Kosovo y Metojia por los mismos turcos.

Aquí es preciso discutir ciertos aspectos de la historia de Albania y los albaneses conquistados por los turcos. Retomando el análisis del Dr. Sam Vaknin realizado para el Central Europe Review y los procesos históricos del pueblo albanés hasta este momento, descritos ya en este blog aquí, es preciso comentar que la recién formada identidad nacional albanesa estaba fragmentada en dos grandes religiones: la cristiana y la musulmana impuesta por el dominio otomán, al igual que en el caso de los demás pueblos de la zona. La realidad de una Albania ligada a Italia, al menos culturalmente, fue bruscamente interrumpida por la llegda de los turcos a estos territorios. Los conquistadores trajeron consigo devastación económica, física y sobre todo, la cultural. Bajo el gobierno islámico, los albaneses recurrieron a la desobediencia civil, guerra de guerrillas y hasta a levantamientos abiertos en nombre de la religión cristiana. Todos estos movimientos eran, como era de esperarse, ahogado en sangre. Al igual que en otras regiones, los turcos islamizaron a los albaneses durante los siglos XVI y XVII. Para ello mataron, torturaron, violaron e impusieron impuestos exorbitantes a la población cristiana. Muchos decidieron islamisarse creando la diferencia religiosa entre los dos grupos de albaneses ya mencionada, que invocava aquella fragmentación ilirio-albanesa del siglo XI que se describió ya aquí.

Al mismo tiempo, siguiendo el ejemplo de Turquía e intentando rivalizar con aquella en los privilegios de autosoberanía otorgados a sus súbditos eslavos, Austria liberó de las servidumbres feudales a las regiones habitadas preferentemente por serbios que formaban parte de la famosa frontera militar (fundamentalmente la región de Krajina, en el actual territorio de Croacia, habitada mayoritariamente por serbios hasta 1995 (actualmente el símbolo de la victoria croata sobre los serbios quienes fueron masacrados o exiliados durante la operación militar Tempestad (Oluja), siendo éste el inicio del final de la guerra en Croacia de 1991-1995), hoy conocida como la Krajina croata), que apuntaba sus fortalezas hacia el este, permitiendo a los pueblos fronterizos una vida comunitaria autónoma en compensación por sus servicios de tipo militar.

En el resto de Croacia, que no había caído bajo el poder turco ni se hallaba sometida al régimen de la frontera militar, así como en Eslovenia, regía un sistema feudal bajo cuya presión se produjo en el año de 1573 (1), y bajo el mando de Matija Gubec, una de las más importantes revueltas campesinas de aquellos tiempos. Por su parte, la nobleza croata en unión con los grandes señores húngaros ofreció una resistencia permanente a las medidas centralistas y germanizantes de la corte vienesa. Tal resistencia provocó la gran conjura de la nobleza croata encabezada por Petar Zrinski y Frane Krsto Frankopan (1), conjura que el gobierno imperial de Viena descubrió y aplastó sangrientamente en el año de 1671.

Por la misma época, Venecia había concebido sus posesiones en Dalmacia (costa del mar Adriático mayoritariamente perteneciente a la actual Croacia) y Boka Kotorska (golfo en el Adriático, parte del territorio del actual Montenegro) en forma de un sistema de bases que debían asegurar su tráfico marítimo con el Este y defenderlo de los ataques turcos. Por esta razón y desde el siglo XV hasta fines del XVIII, las ciudades dálmatas que antes se habían destacado en la navegación, en el comercio y en la cultura renacentista, pasaron apenas a mantener su existencia ocupadas en concentrar alrededor de sus murallas tropas de uskoks que, en el fondo, no hacían sino defender las posesiones venecianas en Dalmacia.

A pesar de hallarse sometidos a dominaciones extrañas, los pueblos sudeslavos vivieron por muchos siglos bajo las armas: como hayduks (1, 2), librando una incesante guerra de guerrillas en el interior del territorio dominado por Turquía; como uskoks (1), que desde las ciudades litorales mantenían su propia lucha contra la penetración turca; o bien en calidad de guardias de frontera austríacos, defendiendo a Europa central de los ataques de las poderosas fuerzas otomanas.

Todo ello contribuyó al rechazo del sitio turco sobre Viena, en el año de 1683, trayendo como consecuencia un alzamiento general en los Balcanes y la retirada de los turcos de las vecindades de Dalmacia, de Croacia, de Slavonia y de Vojvodina. La misma guerra provocó una gran inmigración serbia que se desplazó desde el sur hacia las regiones danubianas, entregando savia nueva a la población de este sector, mientras en el sur seguía la paulatina colonización albanesa.

Después de la suspensión de las hostilidades, mediante la Paz de Karlovac (1) en 1699, un gran número de regiones sudeslavas experimentó el notorio vuelco económico, social y cultural traído por el nuevo siglo.

En las postrimerías del siglo XVII, cuando comenzaba la retirada de los turcos de los Balcanes, nace el principado independiente de Montenegro que, hasta entonces y aunque incluido dentro del imperio otomano, había gozado de una posición bastante autónoma. Las tribus montenegrinas, reunidas en una confederación encabezada por la dinastía Petrović, se distinguieron durante años por su lucha incesante contra los turcos.

Mientras se hallaban bajo dominio extranjero las tierras sudeslavas, la pequeña República de Dubrovnik lograba salvaguardar la libertad de una angosta franja de territorio apegado al Adriático, desde la desembocadura del río Neretva hasta el golfo de Boka Kotorska. Pero, para conservar su autonomía debió pagar durante mucho tiempo un tributo anual a la Sublime Puerta (1, 2), lo cual le aseguraba su protección sin que Turquía se entrometiera en sus asuntos internos ni en su política exterior. Por otra parte, su flota cubría casi todo el Mediterráneo, contando a mediados del siglo XVI con cerca de cien embarcaciones. Por último, ligada culturalmente a Occidente a partir del Renacimiento, Dubrovnik se encontró entre las primeras ciudades que cultivó la idea en pro de la unificación de los pueblos sudeslavos.

El famoso general del ejército austriaco, Eugenio de Saboya (1), le causó un gran golpe al ejército turco el año de 1717, logrando conquistar la ciudad de Belgrado. Durante esta acción, la fortaleza se vio bastante destruida, motivo por el cuál la corona austriaca la estuvo reconstruyendo de 1719 a 1730. El actual aspecto de la fortaleza de Kalemegdan data precisamente de esta época. Fue en esos momentos que se colocó el primer reloj público en la ciudad sobre la torre que hoy en día lleva el nombre de Sahat-kula (la torrel del reloj).

Los austriacos establecieron su gobierno y desterraron lo poco del pueblo serbio que aún quedaba en la ciudad. De nuevo los serbios tuvieron que pasar por tiempos difíciles, conquistados y desterrados. El segundo éxodo serbio ocurrió en 1737 bajo el mandato de Jovanić Sakabenta, por estas causas.

La corte de Viena decidió borrar en el aspecto de Belgrado cualquier rasgo islámico y convertir la ciudad en una metrópoli a la usanza de Europa occidental. Poblaron la región con austríacos y alemanes y de esta manera la lengua y la cultura serbias adoptaron los germanismos y costumbres germánicas, existentes aún hoy en día. Todos los puestos de interés público eran ocupados por estos nuevos extranjeros. A causa de todo aquello, y como un signo indudable de su paulatina modernización, la población serbia de los alrededores de Belgrado se empezaba a dedicar, además de la agricultura, a diversos oficios, lo cuál ya era un avance en relación con los años anteriores.

El gobierno austriaco no duró más que 22 años. Sin embargo, en esta época de enorme trascendencia para el desarrollo de Belgrado y su población, la ciudad cambió su rostro y perdió sus rasgos orientales. Se convirtió hasta cierto punto en una ciudad de apariencia occidentalizada. Sus ciudadanos habían conocido y adoptado las costumbres y la vida de corte europea. Todo ello tuvo un fuerte impacto en la vida en general, la vestimenta, viviendas y la alimentación de los ciudadanos de Belgrado.

Al regreso de los turcos, con sed de venganza, la vida en estas regiones se volvió de nuevo insoportable. Mi ciudad, Belgrado, volvía a cambiar de rostro. Todo había cambiado para quedarse igual.

Sin embargo, esta epoca marca el inicio de otro proceso más de larga duración en el que se encontraron inmersos durante dos siglos los pueblos sudeslavos, intentando deshacerse del yugo otomán. Cultivando y reafirmándose a la vez la idea de la unificación de todos los eslavos del sur, a pesar de fuertes oposiciones internas y externas y en medio de una constante polémica. Todo ello se cristalizaría en los inicios del siglo XX.

________________________________________________________

«« Hacia Lo ocurrido inmediatamanete después de la batalla de Kosovo y sus consecuencias

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , ,

8.5.05

Algo de historia de los primeros estados sudeslavos

La primera confederación de tribus eslavas, entre las cuales se hallaban los antepasados de los eslovenos actuales, nació al mando del príncipe Samo (623 – 658) en el territorio ubicado entre el río Laba y los Alpes y con centro en Bohemia y Moravia (Moravia, región histórica de la República Checa, situada entre Bohemia y Eslovaquia, actualmente dividida en las regiones administrativas de Moravia Septentrional y Moravia Meridional. Poblada por los Moravos, un pueblo eslavo, a finales del siglo VI d.C., más tarde pasó a ser tributaria del Imperio franco de Carlomagno, pero se unió a Bohemia y Eslovaquia en la época del rey Svatopluk (870-894), durante cuyo reinado triunfó el cristianismo y el reino adquirió su máxima extensión bajo la denominación de Gran Moravia (imperio que dejó de existir hacia el 910)). A la muerte de Samo, la confederación se disolvió sobreviviendo tan sólo el principado independiente de Karantania. Este principado autónomo defendió la independencia de las tribus eslovenas, no tan sólo contra los ávaros (pueblo mongol, que hacia el 461 conquistó a los uigures, tribu turca a veces denominada pseudo-ávara, quienes formaron con el pueblo ávaro una confederación en las estepas del Volga (actualmente en Rusia). A mediados del siglo VI, la confederación fue prácticamente aniquilada por los Turcos. Los supervivientes, principalmente Uigures dirigidos por jefes ávaros, adoptaron el nombre de ávaros, con el que desde entonces fueron conocidos, dividiéndose en dos grupos. Uno permaneció en Europa Oriental; el otro se dirigió hacia el oeste, llegando con el tiempo hasta el río Danubio. Los miembros del segundo grupo se asentaron en Dacia (actualmente en Rumania) e iniciaron una época de conquistas), que sin éxito alguno trataron largo tiempo de someterlas, sino también de los bávaros (tribus provenientes de la región de Baviera (en alemán, Bayern), actualmente estado del sureste de Alemania, que limita al norte con los estados de Turingia y Sajonia, al noreste con la República Checa, al sureste y sur con Austria y al oeste con los estados de Baden-Württemberg y Hesse. Munich es la capital y la ciudad más importante), en el norte, y de los francos, en el oeste. La autonomía territorial duró hasta que a mediados del siglo VIII, el inminente peligro ávaro obligó al príncipe Borut a solicitar el auxilio franco, poniendo a Karantania bajo su poder.

En la misma época se creó la confederación de los eslavos macedonios, a quienes los bizantinos denominaban con el genérico de Sklavinia -tierra de los esclavos-.

Entre los croatas, la confederación más importante se formó en el territorio que se extiende entre el monte Velebit y el río Cetina, hacia el interior de las progresistas ciudades dálmatas, que por su parte gozaban de autonomía aunque reconociendo la autoridad superior del gobierno bizantino.

El nacimiento de los estados eslavos, en su supuestamente nueva tierra balcánica, concuerda con la expansión del reinado de Carlomagno y su choque de intereses con el Imperio Bizantino.

Seguidamente, la península balcánica pasó a ser teatro de la escisión eclesiástica, de modo que en ella habían de chocar asimismo los intereses de las Iglesias de oriente y de occidente. Estas circunstancias, sumadas a los choques posteriores entre este y oeste en los Balcanes, influyeron notoriamente en el futuro desarrollo de los pueblos sureslavos y de sus estados, manteniéndolos separados y exigiéndoles extraordinarios esfuerzos por alcanzar su unidad e independencia. He aquí la justificación del inicio del primer proceso histórico trascendental de larga duración para estos pueblos.

A comienzos del siglo IX, el poder de Carlomagno era reconocido por eslovenos y croatas; mientras las ciudades del litoral continuaban en manos de Bizancio, según convenio del año 812. Pero, esa época marcó también el comienzo de la resistencia. Entre los años de 819 y 822, el príncipe Liudevit encabezó un levantamiento en Croacia, al que se adhirieron los eslovenos y una parte de las tribus serbias.

Para mediados del siglo IX, los eslavos se habían ya largamente resistido a adoptar el cristianismo, por considerarlo un vínculo de introducción de influencias y de poderes foráneos. La religión cristiana se extendió principalmente gracias a la labor de dos misioneros de Salónica (Salónica o Tesalónica (en griego, Thessaloniki), ciudad portuaria del noreste de la actual Grecia, una de las más pobladas del país y el principal puerto y centro comercial de la Macedonia griega), los hermanos Constantino, más conocidos por sus nombres monacales: Cirilo y Metodio. Ambos hablaban el idioma de los eslavos, lo que les permitió desplegar fructíferamente labor proselitista en territorio ex-yugoslavo: primero en Moravska y a solicitud del propio gobernante de ese estado; y más tarde en Panonia (planicie de gran prosperidad agrícola que, se dice, se crea a partir de la desaparición del mar Panonio; se encuentra al norte de Belgrado y abarca gran parte de Serbia, Croacia y Hungría). Sus discípulos prosiguieron con gran éxito la cristianización de los eslavos del sur.

La creación de confederaciones tribales, la paulatina formación de sociedades feudales independientes y el desarrollo cultural a que ello dio pie, constituyeron en su conjunto la condición previa al nacimiento de organizaciones estatales eslavas de importancia, en el territorio de la península balcánica. La debilitación del estado franco no fue sino un factor más para que, en el siglo IX se hiciera presente en la costa adriática septentrional, un poderoso estado croata (1, 2, 3). El príncipe Trpimir es considerado el fundador de esta dinastía; y el término croata se menciona por primera vez en un monumento que data del año 825.

Para el año de 925, Croacia disponía de un poderoso ejército de tierra y de mar. En el siglo XI, amplió aún más su territorio, pero la división interna provocada por la lucha que sostenían los partidarios de una Iglesia nacional y los sacerdotes latinizantes del clero de las ciudades costeras, debilitó la resistencia croata ante los nuevos ataques húngaros. El año 1097, el rey húngaro Koloman derrotó al pie del monte Gvozd al último rey croata, Petar Svačić, quién perdió la vida en el campo de batalla. Cinco años mas tarde, en 1102, cuando Koloman realizó su última incursión en Croacia, la nobleza de este Estado le aceptó como soberano. Con ello, Croacia quedó unida a Hungría hasta la caída del reino, en el año de 1526.

A fines del siglo IX, los eslavos macedonios sacudieron la dominación de Bizancio y fundaron un poderoso estado (1, 2, 3) bajo el gobierno del príncipe Samuilo. Éste, después de conquistar Tesalia (la región más grande de la antigua Grecia, una gran llanura limitada al norte por los montes Otris que la separan de la Macedonia griega, al oeste por el macizo del Pindo que la aísla de Epiro, y al sur por el golfo de Malia que la distingue de las regiones de Lócrida y Fócida. Rodeada por el mar Egeo al este, la llanura está regada por el río Peneo y por sus afluentes, y es la región más fértil de Grecia; el río desemboca en el mar a través del desfiladero del valle del Tempe, entre los montes Olimpo y Ossa), Bulgaria, Epiro (del griego, Epeiros - ‘Continente’, antigua región costera situada en el noroeste de Grecia. Limitaba al norte con Iliria y Macedonia, al este con Tesalia, al sur con el golfo de Ambracia y Etolia, y al oeste con el mar Jónico), todo el territorio de Serbia y Sirmia (Srem actual, parte de la planicie de Panonia al norte de Belgrado) y de alcanzar con sus tropas incluso hasta Dalmacia, se hizo coronar emperador. Pero, expuesto directamente a los ataques bizantinos, el estado macedonio cayó nuevamente bajo el poder de Constantinopla, luego de la derrota de Belasica, en el año 1014.

Durante el siglo IX comenzó también a desarrollarse el primer estado serbio (1, 2), en la región montañosa comprendida entre los ríos Tara, Piva e Ibar. Los esfuerzos iniciados por el príncipe Vlastimir, en orden a emanciparse del gobierno bizantino y a rechazar la penetración búlgara, lograron reunir a la mayoría de las tribus serbias del contorno; y algo más tarde, bajo el mando del príncipe Časlav (1), se generó durante el siglo X el establecimiento de un estado serbio que comprendía incluso el territorio de Bosnia actual.

En la primera mitad del siglo IX, los búlgaros conquistaron Belgrado. No se sabe a ciencia cierta en qué año exactamente, aunque se quedaron con ella durante los próximos dos siglos. Fue en esta época que Belgrado obtuvo de igual manera su nombre búlgaro: Alba Bulgarie o Alba Bulgarica. Este nombre se conservó hasta la reconquista de mi ciudad por parte del Bizancio en el año de 1018.

Posteriormente, Belgrado se vio de nuevo amenazada y posteriormente conquistada por otra fuerza que surgía en el territorio aprovechando el declive del Imperio Romano Oriental: los húngaros o los úgaros. Se apoderaron de la ciudad en el año de 1071 y se quedaron allí hasta el año de 1276.

En el curso del siglo XII, el centro del estado serbio se trasladó a la región montañosa de Raška (1, 2, 3), cuyos señores reconocían en sus comienzos el poder bizantino. Su autonomía y extensión empezó en la época del gran župan (gobernante y jefe de la Iglesia) Stefan Nemanja, especie de jefe temporal y espiritual cuya importancia emana del hecho de haber sido el fundador de la dinastía de los Nemanjić (1, 2, 3) bajo cuyo gobierno la Serbia feudal alcanzó su mayor auge. La conquista de Kosovo a manos de los serbios consumada en 1186, supone la independencia de un pequeño reino –el primer estado serbio- con centro en la ciudad de Ras, bajo la autoridad de Stefan Nemanja, que, hasta entonces, había sido vasallo de los bizantinos. Fue ésta, la primera mención de la región de Kosovo, que como se puede observar significó el territorio clave para lograr la emancipación del primer estado serbio en la historia. Empieza de esta manera la construcción de un mito cultural que se irá viendo reforzado en cada vez mayor cantidad a través de acontecimientos futuros en la historia del pueblo serbio. En mi caso, esta historia llega hasta la pérdida de este mismo territorio (o creación de un protectorado virtual) a manos de la OTAN en el año 1999.

El hijo de Stefan Nemanja, Stefan Prvovenčani (Stefan ”El primero en casarse”), coronado rey en el año 1217 por el Papa Honorio III (1, 2), mantuvo las adquisiciones territoriales de su padre en una extensa región que comprendía desde Ulcinj (ciudad en la costa del Adriático en el territorio del actual Montenegro) y Kotor, en la costa, hasta los ríos Velika Morava y Morava occidental, en el interior, afirmando la autonomía estatal. Su hermano Sava, más tarde San Sava (al nombre de San Sava están ligados la mayoría de los rasgos propios de la Iglesia Ortodoxa Serbia; es común encontrar que a los serbios se les llame incluso sansavistas. Una especie da analogía se podría hacer con el adjetivo de guadalupanos utilizado para describir a los católicos mexicanos quienes creen en la aparición de la Vírgen de Guadalupe. Su nombre porta la Iglesia más ostentosa de Belgrado, cuya construcción iniciaba en la década de los ochenta), fundó en 1219 la Iglesia Ortodoxa Serbia ( la Iglesia Ortodoxa conserva los ritos y enseñanzas de la primera Iglesia cristiana. Su centro lo encontró en el Imperio Bizantino, en Constantinopla. No aceptó la evolución que aconteció en la Iglesia que permaneció en el Imperio romano occidental, bautizada como Católica. Dentro de la Iglesia Ortodoxa existen Iglesias autónomas que ejercen esta autonomía en cuanto al uso de lenguas originarias de las regiones dónde son fundadas y en cierta manera, en cuanto a su reglamentación exterior, la cuál es supeditada al derecho canónico. Actualmente, las Iglesias autónomas dentro de la Iglesia Ortodoxa oriental son: la Iglesia de Constantinopla, la de Jerusalém, la de Alejandría, la griega, la de Chipre, la de Sinaí, la serbia, la búlgara, la rusa, la rumana, la de Gruzia, la de Albania, la de Polonia, la checa y la polaca. Todas estas Iglesias gozan de igual jerarquía. Las Iglesias rusa y las balcánicas, sin embargo, aún llaman Iglesia madre a la de Constantinopla (Istambul) por haber recibido de ésta la fe cristiana. La máxima autoridad dentro de la Iglesia Ortodoxa oriental es el Gran Consejo dentro del cual se encuentran representadas todas las Iglesias autónomas. La máxima autoridad en cada Iglesia autónoma la sustentan el Patriarca, Mitropólito o Arquiepíscope y el Episcopado. (fuente: Episkop Nikolaj, Vera Svetih, pp. 46-47)), de la cual fue el primer Arzobispo. Como se puede ver, la separación de la Iglesia católica por parte del pueblo serbio acontece justo en esta época.

El bisnieto de Stefan Nemanja, el fundador del primer Estado Serbio, Dragutin Nemanjić se casó, en esa última parte del siglo XIII, con la hija del rey húngaro en turno, Stefan V. El rey Dragutin obtuvo como dote, a raíz de ello, la jurisdicción de la ciudad de Belgrado, Mačva y Srem, el año de 1284. Como consecuencia de lo anterior, el rey se mantuvo leal a Hungría hasta el final de su reinado que duró seis años. Tras este tiempo, Dragutin le dejó el trono a su hermano menor, el rey Milutin.

El rey Milutin (1282 – 1321) dio en los primeros años del siglo XIV un nuevo paso al fortalecimiento del Estado serbio. En sus luchas contra Bizancio extendió sus fronteras hacia el sur, conquistando primero Skopie (capital de la actual Macedonia) y alcanzando luego hasta el mar Egeo. Sin embargo, los húngaros volvieron a conquistar Belgrado, destruyéndola y quemándola en venganza, para el año de 1314. A partir de esta fecha y hasta 1403, Belgrado se quedó bajo el gobierno húngaro, año en que es cedida su jurisdicción al hijo del rey Lazar de Serbia, Stefan Lazarević.

El mayor esplendor del Estado medieval serbio, sin embargo, se alcanzó bajo el reinado del zar Dušan (su reinado abarca los años de 1331 a 1355), quién a partir del año 1346 y ya transformado en emperador, dominaba un amplio territorio que comprendía Albania, Epiro, Tesalia y Salónica, llegando hasta el istmo de Corinto, en el sur de la península. En la época de Dušan (1), la Iglesia fue elevada a la categoría de Patriarquía. En dos sucesivas asambleas estatales, la primera en 1349 en la ciudad de Žiča y la segunda en 1354 en la ciudad de Peć, Dušan hizo promulgar su famoso Código, verdadero monumento jurídico de la Edad Media. Me parece, al igual que a muchos, que era la nostalgia hacia esta época el primer gran mito de los nacionalistas serbios.

Mira Milosevich, en su libro Los tristes y los héroes (que nos brinda un análisis peculiar de cada uno de los episodios que según la autora conforman la base del imaginario colectivo que dan orígen al nacionalismo serbio que ella considera nocivo y del cual es declarada opositora), escribe que, en realidad y desde su punto de vista, la grandeza de la Gran Serbia como se conoce al estado del zar Dušan, era muy pequeña. Incluso, prosigue Mira Milosevich, la desaparición de la Gran Serbia fue en realidad un beneficio para los serbios: si no hubiera desaparecido la Gran Serbia, éstos habrían desaparecido. Esta conclusión se apoya en el hecho de que los territorios bizantinos conquistados por los guerreros serbios tenían una organización política y cultural mucho más elevada que la de los serbios mismos, y los serbios no habrían tenido otro remedio que respetarla. En todo el territorio conquistado se hablaba el griego, y la presencia de los serbios en estas provincias, fuera de las guarniciones militares, era muy escasa. La gloria de los serbios, dice la autora, estribaba sólo en la debilidad bizantina a causa de las luchas dinásticas del imperio. A lo largo de los siglos todas estas historias narradas una y otra vez se habían vuelto ya ”una lejana melancolía por el paraíso perdido, por la patria arrebatada” (Milosevich, M. Los tristes y los héroes. Historias de nacionalistas serbios, p. 31-32 ).

En esta primera mitad del siglo XIV se daba de igual manera el florecimiento del Estado bosnio, el que encontró grandes dificultades en su desarrollo debido a las tendencias expansionistas del reino húngaro por una parte, y a la permanente posición del Papado romano por destruir la ”herejía” de los Bogumilos (miembros de una secta religiosa que surgió el siglo X en los Balcanes. Su sede central estaba en Bulgaria por lo que el culto de la secta se propagó por muchos pueblos eslavos. El movimiento surgió de la fusión del dualismo de Oriente y de un intento evangélico para reformar la Iglesia ortodoxa búlgara. Los bogumilos, cuyas doctrinas esenciales se le atribuyen a un sacerdote llamado Bogumil, sostenían que el primer hijo de Dios fue Satanael. Satanael se rebeló y creó, en oposición al espíritu universal original, un mundo de problemas y de seres humanos. El Supremo Padre les otorgó a estos seres humanos el espíritu de la vida. Sin embargo, Satanael mantuvo esclavizado el espíritu de la vida hasta que un segundo hijo de Dios, Logos o Cristo, bajó del cielo y, adoptando un cuerpo espectral, rompió el poder del espíritu maligno, quien desde ese momento fue llamado simplemente Satán; el nombre divino: El, fue omitido. Los bogumilos practicaban un ascetismo muy estricto, despreciaban las imágenes sagradas y renegaban de los sacramentos. Aceptaban todos los escritos del Nuevo Testamento, pero del Antiguo Testamento sólo los Salmos y los Profetas, textos que interpretaban de forma alegórica. La moral y los ideales de los bogumilos parecen haber estado muy por encima del promedio de los de su época) (para mas información: 1, 2). Pero, la herejía de la Iglesia bosnia, junto con ofrecer motivo a la cruzada de Roma y de Hungría contra el joven estado, dio a la nobleza de Bosnia un apoyo ideológico en su lucha contra los conquistadores. La emancipación de Bosnia se halla ligada al ban Kulin (su gobierno abarcó 1180 –1204); y su mayor esplendor, a dos reyes de la dinastía de los Kotromanić: Stevan II y Tvrtko I, quién amplió sus territorios con parte de Serbia, de Croacia y de Dalmacia, coronándose el año 1377 como ”Rey de Serbia y de Bosnia”.



«« Hacia De la historia de los Balcanes antes y durante la llegada de los eslavos del sur

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , ,