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6.3.07

La época de la dictadura en el reino de Yugoslavia y los preambulos de la Segunda Guerra Mundial (1929-1941)

Ya se abordó de manera extensa en este blog la época posterior a la Primera Guerra Mundial con un análisis de las relaciones internacionales de la época y el papel que jugó en el tablero internacional primero el Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos y luego el Reino de Yugoslavia en ese contexto, mismo que se puede encontrar aqui, al igual que la agetreada vida parlamentaria, política y social del país con varios de sus conflictos étnicos, políticos y económicos que formaron parte de su vida política interna en la época entre 1914 y 1929, sobre lo que se puede leer aqui.

Ulises Benito escribió un artículo publicado en el número 6 de la revista Marxismo Hoy, publicado en septiembre de 1999, intitulado Historia de los Balcanes. Pueblos en lucha, clases en lucha [Ben99], en el que habla de las etapas de la crisis aguda del capitalismo, que en esta epoca de entreguerras dan poco margen a las democracias burguesas a las que someten a tensiones insoportables en dos direcciones: la de la revolución y la de la contrarevolución. Estas tensiones se multiplican en el caso de los países atrasados, presentándose una marcada tendencia a la aparición de regímenes bonapartidistas burgueses, donde hombres fuertes imponen las decisiones, en beneficio de las clases reaccionarias, y apoyándose para ello en la represión policiaco-militar y en un cierto equilibrismo entre diferentes clases sociales [Ben99]. El caso del Reino de Yugoslavia podría incluso haber dado pauta para tal conclusión.

Debido a la complejidad de las relaciones interiores y exteriores del Reino Yugoslavo ya explicadas, en su política exterior, el monarca del endeble reino (el rey Aleksandar) no tuvo muchas más opciones que apoyarse totalmente en Francia e Inglaterra, así como en sus aliados de la Pequeña Entente (Checoslovaquia y Rumanía), intentando oponerse a las presiones y pretensiones imperialistas tanto italianas por un lado, como búlgaras por el otro y luchar en contra del separatismo croata y macedonio al interior de su reino, apoyados ambos por sus enemigos poderosos externos. En el escenario interno, el 6 de enero de 1929, Aleksandar suprimió el Parlamento e inició una dictadura, intentando de esta manera conservar la unidad nacional que desde su punto de vista peligraba a causa de discusiones y la lucha abierta supuestamente democrática, que ocurrían al interior de su parlamento ciudadano.

Esta época significa entonces ”el paso de la fase de monarquía parlamentaria, con sistema estatal manifiestamente unitario, a la etapa de dictadura monárquico–fascista que se caracterizó por la abierta dictadura del rey, la opresión nacional y la explotación social más brutal de los pueblos yugoslavos.” [Jov69]

Para Vladimir Ćorović [Cor41], los últimos años de su vida los pasó el rey Aleksandar dedicado a las relaciones multilaterales en los Balcanes. El rey intentaba con desesperación que la política de los pueblos balcánicos regresara al único principio posible para una sana convivencia: "los Balcanes a los pueblos balcánicos". Las pretensiones geoestratégicas de las grandes potencias hacia los Balcanes solamente se podrían repelir con una sólida base de solidaridad balcánica.

Por su propia iniciativa, observada y apoyada por el parlamento ciudadano yugoslavo, el rey Aleksandar inició en esta época las negociaciones para la creación de un pacto balcánico. En 1933, el rey yugoslavo se reunió en las costas del mar Negro con el rey búlgaro, Boris, para después dirigirse a Istambul para una reunión con Kemal Ataturk. Posteriormente, inició negociaciones con las autoridades griegas en la isla de Corfú. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, ni Bulgaria ni Albania tenían ninguna intención de suscribir el pacto de los Balcanes. Desde luego que Albania, fungiendo como una especie de protectorado italiano, no tenía libertad de decisión en semejante asunto. Finalmente, los otros cuatro Estados balcánicos: Yugoslavia, Turquía, Rumanía y Grecia, firmaron el 9 de junio de 1934 en Atenas el famoso pacto "con el deseo de con ello ayudar a consolidar la paz en los Balcanes" [Cor41]. Asustado por las posibles represalias que pudieran venir de la entonces muy poderosa Italia, el gobierno griego emitió un comunicado posterior subrayando que el pacto era válido exclusivamente para los Balcanes y los Estados balcánicos que quisieran cambiar el orden establecido de las cosas.

Ambos escenarios y la lucha en los dos frentes políticos, tanto el interior como el exterior, tuvieron un desenlace fatal. El rey Aleksandar moría, víctima de atentado, como una de las primeras víctimas de las pretensiones imperialistas del régimen fascista italiano y sus colaboradores balcánicos, asesinado en Marsella el año de 1934 (1, 2, 3, 4, 5). Existen teorías que defienden la postura de la planeación del asesinato llevada a cabo por parte de una de las organizaciones croatas nacionalistas secesionistas y materializada a manos de mercenarios macedonios bajo el cobijo italiano. Pudo haber sido incluso al revés, en aquellos momentos no importaba mucho, ni tampoco sorprendió a demasiados. No era secreto en círculos diplomáticos europeos el odio sobredimensionado que le tenía Benito Mussolini al rey Aleksandar, sobre todo a raíz de la política exterior de su reinado y las insatisfacciones territoriales italianas.

Lo interesante aquí era que el rey Aleksandar cultivaba muy buenas relaciones con Alemania. Incluso, su asesinato sorprendió a Adolfo Hitler, quién anhelaba un mayor acercamiento político del Reino Yugoslavo al Tercer Reich y respetaba al Rey yugoslavo. Al funeral del rey Aleksandar acudió el mariscal German Göring en persona, como parte de la delegación oficial alemana (interesantes fotos y análisis en: 1).

Al poder llegaba, tras estos acontecimientos, el príncipe Pavle Karadjordjević que lo ejercía como regente en nombre del, en ese entonces menor de edad (16 años), rey Petar II Karadjordjević: el hijo primogénito del fallecido rey Aleksandar. Ante las presiones secesionistas nacionalistas, ejercidas principalmente por parte de las agrupaciones políticas y religiosas croatas, descontentas con el estado de las cosas en el reino (como ya se había comentado), llevaron al Príncipe Pavle a intentar reconciliar las clases pudientes: la serbia, por un lado y la croata, por la otra.

Después de meses de negociaciones, el 26 de Agosto de 1939, se firmaba finalmente un acuerdo político (Sporazum), entre el representante de los croatas, Vlatko Maček, y el jefe del parlamento ciudadano, Dragiša Cvetković. Básicamente, este acuerdo le otorgaba autonomía a Croacia: un parlamento de la entidad (Sabor) y una especie de gobernador (Ban), designado por la Corona, regirían y decidirían sobre todos los asuntos internos en la entidad. Mientras, Belgrado seguiría decidiendo en temas como defensa, seguridad interna, relaciones exteriores, comercio y transporte. Este acuerdo, al cual Maček y los croatas veían como un paso necesario más hacia la final independencia de Croacia, trajo mayores tensiones en el reino. Por un lado, los croatas anhelaban expandir su territorio previendo su final separación; por otro, los serbios acusaban al gobierno de Cvetković de que todo ello no era un retorno a la democracia y que tampoco les traía autonomía alguna; igualmente, los musulmanes de Bosnia clamaban el mismo estatus de autonomía; y finalmente, los eslovenos y los montenegrinos sugerían una organización interna federativa. El Príncipe Pavle nombró un nuevo gobierno ciudadano, con Cvetković como Primer Ministro y Maček como Vice-Primer Ministro, pero esta coalición no contaba con un gran apoyo.

Después del fracaso de su primer levantamiento intentado en Munich en 1923, Adolfo Hitler siguió luchando hasta que el 30 de enero de 1933 se volvía el canciller alemán y finalmente, el 19 de agosto de 1934 el presidente de la República de Alemania. Tomando el poder absoluto en sus manos, el Führer eliminó primero a toda la oposición interna, para después enfocar todos los esfuerzos hacia el armamento y la preparación para las futuras batallas, convirtiendo a todo el país en una especie de campo militar. En marzo de 1938, el ejército alemán invadió la región demilitarizada de Renania, para después, en el mismo mes anexarse a Austria. Al sentir la amenaza inmediata, Checoslovaquia firmaba, a parte del ya existente pacto que tenía con Francia, una alianza con la Unión Soviética. Sin embargo, cuando Alemania enérgicamente exigió la entrega de la región de Sudetes, todas las potencias le recomendaron al gobierno checoslovaco entregar esa parte de su territorio. Checoslovaquiaa finalmente aceptó hacerlo en nombre de la conservación de la paz en Europa y para salvar el resto de su territorio nacional. El 12 de septiembre de ese 1938, Hitler declaraba de manera oficial que Alemania tenía fronteras que "son incambiables y definitivas"[Cor41], lo cual le debía inspirar a Europa "un sentimiento de seguridad y paz".

Ya para la primavera del año entrante, la anterior Chocoslovaquia era desmembrada. A Chequia, Alemania la tomó bajo su propio protectorado, dándole a Eslovaquia una supuesta autonomía, tomándola sin embargo como aliada e instaurando al interior de su gobierno sus propios representantes militares. Siguiendo el ejemplo de Alemania, Italia terminaba con la de por sí limitada autonomía de la que gozaba hasta ese momento Albania.

A Renania, Austria, Checoslovaquia y Albania, les seguía la anexión de Polonia. Por fin y viendo el desarrollo de las cosas, Francia y Gran Bretaña, en un intento por evitar mayores ataques del imperialismo alemán e italiano, les ofrecieron garantías a los Estados amenazados de Polonia, Rumanía, Turquía y Grecia, firmando alianzas con éstos. El 22 de mayo de 1939, Alemania e Italia firmaban formalmente una alianza militar, considerándose a sí mismas el eje de la Europa del futuro. Sin intención alguna de frenar sus anhelos imperialistas, el Berlín oficial finalmente invadió Polonia el 1ero de septiembre de 1939, ocasionando el estallamiento de la Segunda Guerra Mundial.

El Reino de Yugoslavia permanecía en un principio al margen del conflicto bélico. Sus relaciones con Francia, después del asesinaato del rey Aleksandar en Marsella se habían enfriado ya considerablemente. Sin embargo, una anexión a las fuerzas del Eje (de la Europa del futuro) tampoco era aceptable, ya que la actitud de los últimos decenios por parte de Italia hacia el reino yugoslavo había sido sumamente enemistosa [Cor41].

En estos momentos, la presión de Hitler aumentaba drásticamente sobre el Reino de Yugoslavia. Francia colapsada ya no ofrecía ninguna garantía real que les permitiera seguirse negando a unirse al Eje Tripartita. Por otra parte, al unirse Rumanía al pacto Berlin-Roma-Tokio, en noviembre de 1940 y Bulgaria en marzo de 1941, con Albania invadida por Italia y Grecia ante una presión política por demás peligrosa, Yugoslavia se veía rodeada y desesperadamente buscaba aliados.

La idea de la suscripción del Pacto con Alemania, Italia y Japón no gozaba de aceptación por parte de la opinión pública interior. Cuando Hitler redobló la presión, el Príncipe Pavle intentó ganar tiempo, esperanzado en que Alemania atacaría la URSS y así cedería la presión sobre su gobierno. El tiempo se agotó para el 25 de Marzo, cuando una fracción del gobierno, organizada por el príncipe Pavle y el gobierno ciudadano encabezado por los funcionarios Dragiša Cvetković y Vlatko Maček se unió a las fuerzas del Eje, a través de las firmas del propio Dragiša Cvetković y el ministro del exterior, Lazar Cincar-Marković. En respuesta, Hitler prometió no presionar a Yugoslavia para que ésta contribuya con asistencia militar, como tampoco introducir su ejército en territorio yugoslavo o violar la soberanía yugoslava. (1, 2, 3, 4)

Un grupo de oficiales del gobierno, bajo la iniciativa del general Dušan Simović (1), realizó un golpe de estado improvisado en contra del príncipe Pavle, al mismo tiempo declarando al rey Petar mayor de edad y apto para tomar el trono. Existen diversas teorías en la actualidad acerca de la participación del gobierno británico en esta sublevación de militares. Lo anterior me parece lógico, tomando en cuenta que Churchill ya preveía los acontecimientos que vendrían y necesitaba de todos los aliados que le fuera posible obtener. (1, 2, 3, 4, 5)

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2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Muy bueno el articulo como siempre y ya espero con ansiedad la bendita epoca de los chetniks, ustashi y partizani.
Gracias por actualizar tu blog.
Dovidjenja
Martin iz Argentine

jueves, marzo 22, 2007 1:31:00 a.m.  
Blogger Daniel Durini said...

Estimado Martin,

Mil gracias por tus palabras (como siempre). Allí va, allí va, muy pronto viene un post sobre la bendita época de los ustashi, chetnics y partisanos.

Un gran saludo,

Daniel

domingo, junio 03, 2007 1:45:00 p.m.  

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