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18.3.06

La vida parlamentaria en el Reino de serbios, croatas y eslovenos, 1918-1929

Existe hoy en día en los análisis sobre los procesos socio-históricos de los Balcanes una gran ausencia en el mundo del habla hispana de una descripción de la vida parlamentaria y política del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos y posteriormente del Reino de Yugoslavia. Desde mi muy particular punto de vista, los procesos históricos de larga duración que iniciaron en esta época y fueron interrumpidos con el estallido de la revolución social que se convirtió posteriormente en la institucionalización de la Yugoslavia socialista, encontraron de vuelta una muy peculiar continuación en los trágicos acontecimientos que siguieron el derrumbe de la República Socialista Federativa de Yugoslavia en 1990. Por ello, aquí presento un pequeño resumen de los acontecimientos más importantes de aquel entonces.

Como la fuente principal de los presentes análisis, tomé el libro Istorija srpskog naroda (La historia del pueblo serbio) [Cor41], escrito en los años treinta del siglo pasado, del historiador y filólogo Vladimir Ćorović (1885-1941), uno de los activos y directos participantes de los acontecimientos políticos de esta época y un afirmado progresista de su tiempo, anti-fascista (condenado a muerte por la Alemania Nazi inmediatamente tras su invasión a Belgrado el 20 de octubre de 1941) y pro-pansudeslavista. El libro está escrito desde la perspectiva de un serbio, aunque con una tendencia a la objetividad. Sus análisis los intentaré ir complementando por las visiones de los partidos croatas y eslovenos y otras fuentes adicionales.

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En el capítulo “Vlada Kralja Aleksandra” (El reino del Rey Aleksandar) [Cor41, Libro VII, Novo Doba, Cap. 25], Ćorović escribe que en el mero inicio de la vida del nuevo Estado (Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos, creado en 1918, epoca comentada ya en este blog aqui) hubo ciertas fricciones. El gobierno común de los serbios, croatas y eslovenos fue organizado apenas tres semanas tras la anunciación de la unificación, una vez superadas las discusiones acerca de la división del mandato. El gobierno resultó ser de concentración: tomaron lugar en él los representantes de todos los partidos políticos, todas las tribus (este es el término exacto utilizado por Vladimir Ćorović [Cor41] que es el reflejo de la denominación que se le daba a los pueblos serbio, croata, esloveno, montenegrino y macedonio, en una especie de política nacional que subrayaba que todas estas nacionalidades en realidad formaban parte de un mismo grupo étnico, aunque diferenciado, por lo que en éste escrito en particular, seguiré usándolo) y de las tres religiones principales del nuevo país (las cristianas ortodoxa y católica, y la musulmana). Por todo lo anterior, resultaba un gobierno bastante grande: lo constituían veinte ministros. De manera que desde el primer día y con la anuencia de todos, fue ensanchado el conjunto de negocios comunes y fue colocada la primera piedra de la centralización del poder, aunque seguían siendo respetados todos los gobiernos provinciales con sus competencias locales.

Las primeras decisiones del nuevo gobierno fueron tomadas con afán de equilibrar las diferencias más visibles entre los constituyentes y según las indicaciones del Acuerdo de Corfú (detalles del cuál se pueden revisar en este blog, aqui): fue aceptada e institucionalizada la nueva bandera estatal común (con colores azul-blanco-rojo dividiendo la horizontalmente), al igual que el nuevo escudo estatal, creado por la combinación del anterior escudo serbio, el croata y un supuesto escudo esloveno (Eslovenia no contaba con un Estado al término de la I Guerra Mundial, en 1918) y finalmente, fue aceptado un nuevo calendario (el calendario Gregoriano).

Las reformas mencionadas fueron aceptadas en la mayoría de la población del naciente Estado sin oposiciones. En Montenegro, los simpatizantes del recién revocado Rey Nikola intentaron realizar un golpe de Estado, mientras que en Zagreb hubo desordenes el 5 de diciembre de ese 1918, creadas por algunos miembros de dos brigadas del anterior ejército de Austrohungría, con un total de 1,200 personas. Habían salido a la Plaza de Jelačić (la plaza central) de la ciudad de Zagreb, para proclamar la República croata. Fueron dispersados por brigadas de marineros dálmatas y los llamados halcones croatas.

Como líder de los croatas destacó Stjepan Radić del Partido Campesino Croata (HSS, por sus siglas en croata/serbio), -un poco de cuya historia fue retomado por este blog de la página oficial de este partido que volvió a organizarse al inicio de los noventa en Croacia, y que se puede leer aqui-, quién, según Ćorović [Cor41], estaba convencido de la necesidad de una unificación de los eslavos del sur y la unidad nacional estatal, además de que defendía ideas progresistas en asuntos políticos y sociales. La clase alta de Zagreb no lo aceptó en su círculo, lo cuál impidió igualmente su ingreso a la Universidad. Resentido contra la aristocracia, con todas sus energías y determinación, abrazó posteriormente las ideas de su hermano Antun, quién buscaba una renovación política y social del pueblo trabajador y campesino croata y sus valores. Hasta aquel entonces, el campesino croata no había tenido ningún tipo de influencia política, por lo que los políticos jamás lo tomaban en cuenta. Los hermanos Radić sintieron a tiempo este gran vacío en la vida política de Croacia, se mezclaron con el pueblo e iniciaron un importante trabajo de concientización y politización de la gente. Después de la muerte de su hermano Antun, Stjepan continuó el trabajo solo.

Según Ćorović [Cor41], Stjepan Radić no era un hombre muy íntegro como político, pero resultaba ser muy determinado en lograr lo que se proponía. Durante la I Guerra colaboraba con el gobierno austríaco y se oponía y criticaba a los serbios. Sin embargo, al volverse la caída del imperio inminente, ingresó al Parlamento Popular (Narodno Veće), desde donde intentó marcar las fronteras hasta las cuales se le permitía al Ejército serbio ingresar en Croacia, tomó partido hacia el establecimiento de la República croata y se rehusaba sistemáticamente a viajar a Belgrado, una vez establecido el nuevo Reino. De hecho, al haberse conformado la unificación, se dedicó a recaudar firmas en contra de esta iniciativa, para mandarlas a la Conferencia de paz, a Versalles. En cuestiones políticas prácticas, esta iniciativa no tenía impacto alguno, ya que los croatas no se podían aparecer en la mesa de Versalles como actor de importancia en la nueva delimitación del mapa europeo. Sin embargo, Radić necesitaba semejantes iniciativas en la política interior, para lograr agrupar alrededor suyo a todos los opositores de la coalición croata-serbia y la creación del nuevo Estado.

Según el acuerdo logrado, la nueva Temporal Asamblea Popular de Representantes (Privremeno Narodno Pretstavništvo) fue reunida en Belgrado, el 1ero de marzo de 1919. Fue constituida por: la mitad de los miembros del Parlamento Popular provenientes de Serbia, los delegados de los parlamentos populares de Montenegro (con sede en la ciudad de Podgorica) y de Vojvodina y un número incrementado de delegados del Parlamento Popular de Croacia. En esta Asamblea de Representantes, una mayoría evidente la conformaban los simpatizantes de la unión popular. Sin embargo, muy pronto llegaron igualmente las primeras crisis.

Svetozar Pribićević entró inmediatamente en una relación muy cercana con la oposición serbia, constituida por representantes independientes, los nacionalistas y los progresistas y conformó con todos ellos la Unión Democrática (Demokratska Zajednica) -de la que ya se habló en este blog aqui-, en abril de 1919. Lo hizo por dos razones, según Ćorović [Cor41]: 1) para posibilitarles a los croatas de la Coalición Serbio-Croata entrar en contacto con los políticos serbios, con el objetivo de posibilitar la creación de un partido común fuerte en el nuevo Estado común, que estaría dispuesto a encargarse de las relaciones en el interior del Estado. Lo anterior, hasta esos momentos y antes de la Unión Democrática, no era posible, ya que los croatas no se mostraban dispuestos a juntarse con los radicales (el partido de mayoría gobernante), ya que éstos, con Nikola Pašić a la cabeza, eran conocidos por ser defensores no de la ideología yugoslava, sino de la referente a la Gran Serbia; 2) era deseo de la Corona solucionar de una vez y desde un principio el problema acerca de la forma de organización política del emergente Estado. Las ideas republicanas eran traídas incluso por los comunistas -de la historia del Partido Comunista Yugoslavo (KPJ, por sus siglas en serbio/croata) en esta etapa se escribió ya en este blog aqui- que regresaban de Rusia. Todo ello indicaba la posibilidad de que un alto número de republicanos entrase a la Asamblea Constituciónal, sobre todo en caso de que la oposición serbia saliera abiertamente con un programa político pro-republicano. Con la unificación de la oposición serbia y la Coalición Serbio-Croata y los amigos de ésta última provenientes de otros sectores, éste escenario fue imposibilitado. La Unión Democratica se volvía de repente la agrupación política más numerosa en el parlamento y el sustentante principal del poder, con esperanzas de que ello así siguiera en un futuro. Sus principales líderes, fuera de ciertas excepciones, abandonaron las ideas republicanas (dicen que el poder corrompe), y de esta manera aseguraron el sistema monárquico para el futuro Estado unificado.

Esta cuestión republicana, prosigue Ćorović [Cor41], fue la primer prueba de la correlación de fuerzas y el primer enfrentamiento público entre serbios y croatas en el nuevo Estado. Del lado serbio, la figura del Rey Petar, el “Rey blanco”, -de quién ya se había hablado aqui y aqui- se había vuelto una figura muy influyente. Se le atribuían la liberación y la victoria de la recién terminada guerra e igualmente, se le veía como heredero de la tradición del monarquismo épico serbio, por lo cuál abrazar las ideas republicanas era de repente visto por el pueblo como una especie de traición a la figura del Rey Petar. Sin embargo, del lado de los croatas las ideas del republicanismo tomaban vuelo. Para los serbios, comenta Ćorović [Cor41], los croatas eran hasta el momento de la unificación el elemento más leal de la monarquía de los Habsburgo. Su republicanismo era, por ello mismo, interpretado no como una ideología política genuina, sino como una oposición a la dinastía gobernante que era serbia.

Stojan Protić, quién en ausencia de Nikola Pašić había sido asignado líder del Partido Radical, del cuál ya se había hablado en este blog aqui, con mayoría en el Parlamento, entró rápidamente en conflicto con Pribičević. No le podía perdonar la coalición lograda con la oposición serbia, a la cual hasta hace poco enfrentaban juntos. Mientras que los principales agitadores radicales atacaban a los demócratas por no llevar una política serbia sino yugoslava, Protić entraba solo en comunicación con los principales líderes de los federalistas croatas y aceptaba algunas de sus sugerencias para el diseño de la futura constitución estatal. Nikola Pašić sin embargo (y como era lógico), no aceptó la posición tomada por Protić y lo apartó del liderazgo del Partido Radical, pero el desencuentro ocasionado entre los radicales y los demócratas ya no era fácil remendarlo.

El desencuentro principal entre los serbios y los croatas en cuestión de la organización política estatal era acerca de si el futuro Estado formado por ambos, además de los eslovenos, iba a ser centralizado o federativo. La mayoría de los serbios desde luego, pugnaba por un Estado unificado. Ello se basaba en la idea que un solo pueblo debe tener un solo Estado. Y en aquel tiempo todos los actores decían que formaban parte de un solo pueblo, con tres nombres cierto, pero uno solo. Como lo explica Ćorović, en aquel entonces ello no era contradicho ni siquiera por los croatas. La existencia de un solo pueblo único era el punto de arranque para la constitución de la Comisión Yugoslava, el Parlamento Popular y el Sabor (Parlamento) Croata, en la sesión histórica del 29 de octubre de 1918; sobre ese fundamento estaba basado el Estado común. Los croatas estaban defendiendo, en una gran mayoría, la federación. Según lo expresa Ćorović, “querían salvaguardar su individualidad tribal, como se decía en ese entonces”. Me parece muy sintomático este uso de términos, ya que si todos eran un solo pueblo, pues las divisiones se podían hacer exclusivamente a nivel de tribus.

Ćorović prosigue diciendo que los croatas no exigían una federación sobre un base tribal, sino que proponían que la división del país se hiciera en algunos territorios históricos más grandes. Para el autor, estos elementos ofrecían ya una base para la discusión y sobre ella se hubiera podido encontrar una solución, si tan sólo hubiera existido un mínimo de confianza entre las partes, pero desafortunadamente (y viendo estos procesos desde la perspectiva del 2006, el carácter de desafortunado adquiere una muy nueva dimensión), no existió tal confianza. Los serbios creían, basándose en las acciones políticas de Stjepan Radić y del movimiento republicano croata, que los croatas no eran sinceros y en la organización federativa veían la perpetuación de una mentalidad individual croata (a ésta categoría utilizada por Ćorović mucho tendrían que decir los defensores y los opositores de la llamada Historia de las mentalidades), que iría en contra de la unidad estatal y el futuro nacional y que era, en realidad, la negación al principio de la unidad nacional. Los croatas, por su lado, pensaban y aseguraban que la unión nacional es para los serbios solamente un medio para imponer su propio poder e, incluso, para paulatinamente extinguir la individualidad croata.

Para Ćorović, los serbios y los croatas no estaba aún preparados, a pesar de la ideología ilírica y yugoslava, para la gran hazaña de su unificación. Ya por mucho tiempo (escrito en los 1930) y de manera sistemática, como consecuencia de la historia e intervenciones ajenas (como dicta una de las principales tesis de este blog), se había trabajado en la separación y distanciamiento de estos dos pueblos. La idea de una unificación nacional como una creación política era desarrollada únicamente de manera teórica, prosigue Ćorović, por los intelectuales más preparados es verdad, pero esta idea estaba siendo puesta en práctica un poco más de diez años apenas. La Coalición Serbio-Croata no podía eliminar las consecuencias del trabajo de muchos años de los antepasados en tan sólo un decenio.

Los serbios vivían de su tradición épica, crearon una ideología de los četniks (chetnics) para realizar actividades propias de los hayduks o los uskoks, estando siempre preparados para acciones militares, siempre anhelando algún día recuperar lo que habían perdido o superar la pérdida como tal. Trabajaban con los emisarios de la Santa Sede, con Austria, Rusia, con quién se podía, tan sólo para alcanzar sus objetivos. Según Ćorović, al serbio se le veía como hayduk o un renegado indisciplinado que cantaba sobre Kosovo y sobre Lazar y fantaseaba sobre su Estado. Por su parte, los croatas habían perdido su propio Estado muy temprano y tuvieron que luchar por su permanencia cultural y nacional contra los húngaros, la República Veneciana y los turcos. Por estas circunstancias se habían ya relacionado de manera muy cercana con la dinastía de los Habsburgo, perdiendo, según Ćorović, toda iniciativa política a raíz de ello. Su lucha se volvió de repente generalmente defensiva, mayoritariamente desarrollándose en las fronteras de la Monarquía austro-húngara. Vistos por los serbios como pulcros, disciplinados, explotados, inquilinos en su propia casa, parecía impresionante que hasta los más radicales políticos croatas no podían desprenderse de la idea de imaginar su propio futuro político, incluso como misioneros yugoslavos, siempre como parte de y en el espíritu de la política de los Habsburgo. Cuando el Imperio austrohúngaro cayó estrepitosamente al término de la I Guerra Mundial, a todos los intelectuales, políticos y líderes de opinión de los croatas, este hecho los agarró desprevenidos. Hasta los más optimistas se habían siempre imaginado la emancipación tan sólo en etapas, no así, de un solo golpe.

Las masas croatas, jamás habiendo sido tomadas en cuenta para decisiones políticas –en Croacia, al igual que en todo el nuevo Estado unificado, el derecho al voto fue institucionalizado apenas en 1920-, se unieron instintivamente a los Radić y a la demanda de una “república neutral croata dentro de las fronteras internacionales de los eslavos del sur”.

Los eslovenos, por su parte, ingresaron al nuevo Estado sin ningún tipo de bagaje estatal. Según Ćorović, muy trabajadores, acostumbrados al trabajo organizado, optimistas, ellos se organizaron mejor que los demás y su pequeño Estado lo convirtieron rápido en uno de los territorios más prósperos del reino unificado. Mientras los serbios y los croatas seguían sumidos en discusiones varias, los eslovenos trabajaban. Para cada gobierno ellos tenían a un representante propio, prosigue Ćorović. Durante algún tiempo, su principal representante en el gobierno ciudadano y ante la corte, Dr. Anton Korošec, un hombre sin duda inteligente y astuto, según lo describe el autor, pero sin ningún tipo de doctrina o ideología política -un verdadero representante de la escuela jesuita-, uno de los más confiables termómetro políticos del país, tuvo la mayor influencia en todo el Estado.

Tal y como se había anticipado, la constitución política del nuevo Estado lo iba a llevar a cabo la Asamblea Constituyente, elegida el 28 de noviembre de 1920. El Estado fue inmediatamente, y sin previa discusión, definido como monarquía. Los diputados electos podían iniciar su mandato únicamente tras haber rendido protesta al Rey. La primera y principal discusión en la nueva Asamblea constitucional fue establecida alrededor de la cuestión si el nuevo Estado iba a ser organizado como uno solo, como unitario o como federativo. Ganó la primer protesta, básicamente por la mayoría de votos proveniente de la parte serbia de los diputados. La nueva Constitución fue proclamada el día de Vidovdan (día de San Vito, el 28 de junio) de 1921, votada por: 184 votos de diputados serbios, 18 musulmanes (bosníacos), 11 eslovenos y 10 croatas, con abstenciones a cargo de 83 croatas y 26 eslovenos, más algunos otros pasivos o ausentes.

Los croatas se opusieron a reconocer la Constitución, primero por que se oponía a sus intereses, pero también por que la manera en la que fue proclamada –por mayoría simple y no mayoría calificada- se oponía al Pacto de Corfú (que dio pie a la creación del nuevo Estado). Peor aún, en el nuevo contexto Radić no se sentía obligado a respetar los acuerdos alcanzados entre el Comité Yugoslavo y Anton Trumbić.

Según la Constitución de Vidovdan, el Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos sería un Estado nacional simple, con tres tribus, pero una idea estatal, una monarquía parlamentaria y constitucional, con amplios territorios autogestivos.

El mero día de la proclamación de la Constitución, un comunista realizó un intento de atentado al Regente Aleksandar, lo cuál empeoró la represión estatal en contra del Partido Comunista. Cabe mencionar, sin embargo, que mediante las votaciones para representantes ante la Asamblea Constituyente, los comunistas habían ganado 198,736 votos y 58 puestos. En aquellos momentos, los intelectuales más influyentes planteaban que ya se había superado la etapa del trabajo en la concientización nacional y que era el momento para iniciar con la solución de los problemas sociales. Para ello, sin embargo, en el espíritu de la revolución rusa, no se quería proceder por medio de las reformas sociales y la paulatina evolución sino de manera radical mediante la violencia.

En contra de los comunistas, el gobierno decretó el 29 de diciembre de 1920 la resolución –Obznana- mediante la cuál quedaba prohibido cualquier tipo de su trabajo público con la motivación de ser presumiblemente peligroso para el Estado. Ello provocó como respuesta varios atentados y acciones terroristas. El día 21 de julio de 1921, murió como víctima de atentado, Milorad Drašković, Ministro del Interior en el tiempo de la publicación de la Obznana. Después del atentado al Regente y éste último, el Parlamento ciudadano decidió anular los mandatos de todos los diputados comunistas y proclamar ilegal su partido. Los comunistas ya no podían postular representantes al Parlamento en las votaciones, aunque su actividad prosiguió de manera ilegal.

Mucho tiempo ya había durado igualmente el descontento en Montenegro, sistemáticamente ayudado por Italia. Los seguidores del Rey Nikola, debido a que sus hijos no tenían ninguna influencia, no se oponían tanto al hecho mismo de la unificación nacional, como a la manera en la que ésta ocurrió. La Asamblea de Podgorica (Podgorica es la capital de Montenegro) la declaraban ilegal y se amparaban en contra suya en la Conferencia de los embajadores de las grandes potencias. Sin embargo, su amparo fue rechazado el verano de 1922, debido a que las elecciones a la Asamblea Constituyente habían mostrado que el pueblo acepta la nueva situación. El Rey Nikola murió el 2 de marzo de 1921 en la ciudad de Nativo cerca de Niza, en Francia, en el exilio. Tras su muerte, el descontento se iba calmando hasta ya no representar un problema real de la política interior. Pero, mientras que el problema con los montenegrinos iba disminuyendo, el suscitado con los croatas tomaba dimensiones insospechadas.

Por mucho tiempo, la vida política del país parecía una lucha tribal. Se buscaban, incluso, apoyos del extranjero para ciertos intereses. Por ejemplo, Stjepan Radić mandó un memorando en marzo de 1922 a la Conferencia Internacional de Génova, para que ésta invitara a los delegados croatas de manera separada, a parte de los delegados del Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos. Ello, como era de esperarse, no prosperó. En 1923, el Partido Campesino Croata (HSS) intentó buscar apoyo para el separatismo croata en Austria, Inglaterra y Rusia. En Austria, aunque tal vez hubieran querido apoyar esta causa, no lo hicieron por que no pudieron o no se les permitió, en Inglaterra se le aconsejó a Radić regresar a su país y allí tratar de cumplir con sus objetivos, en Rusia había simpatías hacia el movimiento campesino pero de ninguna manera se deseaba fortalecer el centralismo croata.

Algunos intelectuales serbios y croatas con buenas intenciones buscaron una posible solución a la tensión política que vivía el país y disminuir la polarización existente. El Vocero Literario Serbio (Srpski Književni Glasnik), la revista más prestigiosa del país, según Ćorović, abrió en 1922 una consulta sobre las relaciones croata-serbias, mientras que un número de intelectuales y funcionarios públicos celebró en Zagreb el 10 de septiembre de 1922 un congreso con esta temática. El congreso en sí no logró mejorar estas relaciones, ni siquiera pudo aminorar los ataques de unos a otros, debido a que sus organizadores no tenían una influencia determinante en la vida política. La conclusión del congreso era que el nombre existente del Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos se debía cambiar por el de Reino de Yugoslavia (Reino de la tierra de los eslavos del sur, en traducción del autor de este blog), además de crear una unión yugoslava del “acuerdo de hermandad y una democracia real”, misma que en ese momento no adoptó nadie. Todos los partidos políticos tomaron posturas opuestas a estos acuerdos del Congreso de Zagreb. Únicamente al interior del Partido Demócrata las opiniones resultaron divididas.

Ljubomir Davidović, prosigue Ćorović, dispuesto a aceptar y reconocer cualquier intento de buena voluntad, fue personalmente y tomó parte en el Congreso de Zagreb, apoyando a sus organizadores. Con ello entró, como parte del grupo mayoritario del Parlamento ciudadano y uno de los creadores de la Constitución de Vidovdan, en directa confrontación con el gobierno y el régimen, quienes desaprobaban el Congreso de Zagreb debido a que éste buscaba una revisión de la Constitución (como era lo natural). El segundo líder de los demócratas, Svetozar Pribičević, resultó ser un determinado oponente al Congreso, principalmente dirigido en contra del presidente del Parlamento ciudadano, Nikola Pašić, y Pribičević mismo y sus métodos radicales. Pribičević defendía categóricamente la postura unitarista como forma del Estado alegando que entre los serbios y los croatas como un solo pueblo no podían existir estas peleas como existían entre los croatas y los húngaros. Estas diferencias al interior del Partido Demócrata y la participación de Davidović en el Congreso de Zagreb fueron las razones que ofreció Nikola Pašić el 4 de diciembre de ese 1922, al presentar la renuncia del gobierno, argumentando que los dos grupos más numerosos en el gobierno no comparten sus visiones sobre las cuestiones nacionales. Para Ćorović en su libro, en realidad Pašić buscaba el mandato para un gobierno homogéneo compuesto exclusivamente por miembros de su Partido Radical, adelantándosele a la oposición. Lo anterior debido a que el bloque de los partidos croatas de la oposición había ya anticipado su regreso al Parlamento y el fortalecimiento de la oposición general, a la cuál ingresarían igualmente los demócratas de Davidović. Todo ello fue evitado por Pašić, quién el 16 de diciembre lograba hacer realidad su plan, arrasando en las elecciones celebradas para elegir los representantes al nuevo Parlamento ciudadano.

De la lucha electoral, los demócratas salieron con la mitad de lugares que tenían anteriormente (de 95 lugares que tenían, esta vez lograba ganar únicamente 52). Lo anterior se podía explicar, según lo argumenta Ćorović, por la acusación que lanzaban los radicales en contra de los demócratas de que éstos últimos habían traicionado el principio de la unidad estatal y nacional. La victoria en las elecciones la obtuvieron los partidos nacionalistas y religiosos: los radicales entre los serbios, los simpatizantes de Radić entre lo croatas y los clericales entre los eslovenos.

La corrupción partidaria y el hecho que se defendían mucho más los intereses partidistas o de las oligarquías locales que los nacionales se había ya extendido entre la mayoría de los funcionarios del gobierno y los representantes ante el parlamento ciudadano. Ello desde luego, minaba la autoridad oral del gobierno y la confianza en él por parte de los ciudadanos, quiénes le echaban toda la responsabilidad a Belgrado y al gobierno que en él se encontraba, prosigue Ćorović. Esta situación llevó paulatinamente hacia la absoluta centralización de la toma de decisiones. Sedientos de poder, ciertos políticos belgradenses consideraban los nuevos territorios sobre los cuales extendían su poder administrativo como una especie de colonias; mandaban allá a sus hombres de confianza para ocupar posiciones de poder, les daban prestaciones e inmunidad y hasta corrían ellos mismos hacia allá para posicionarse dentro del poder local. Los territorios más codiciados fueron el sur de Serbia, Vojvodina y partes de Bosnia y Herzegovina. Aunque dentro de la Constitución de Vidovdan se preveían territorios autónomos y autogestivos, estas resoluciones tardaban años en concretarse, debido principalmente a las razones ya expuestas.

Uno de los errores más claros de esta época, y una injusticia evidente, fueron los cometidos al dividir el país en territorios autónomos (oblasti). Si no se deseaba conservar las fronteras antiguas debido a la intención de olvidar lo que los solía dividir y lo que desde el punto de vista geopolítico resultaba ser bastante antinatural para la nueva realidad, entonces se podía esperar, explica Ćorović, que la nueva división fuera mejor, realizada según unos principios claros y de manera profesional. Se pensaba y se sugería crear territorios autónomos que serían entidades geográficas con gravitaciones y conexiones sociopolíticas más naturales, que se complementaran unas a las otras de manera económica y cultural y las cuales con sus 800,000 habitantes aproximadamente cada una, fueran capaces de una vida autogestiva. Sin embargo, todos estos propósitos fueron abandonados. Las divisiones las realizaban los políticos según sus propios deseos y necesidades. Uno de los mejores expertos en estas cuestiones, y uno de los más brillantes intelectuales de la época, el serbio Jovan Cvijić ni siquiera fue consultado.
Por ejemplo, prosigue Ćorović, para ganarse a una parte de los musulmanes de Bosnia, fue aceptado incluso dentro de la Constitución que en Bosnia y Herzegovina los territorios autónomos quedaran definidos dentro de las fronteras geográficas antiguas (de la época de los otomanos), con lo que les fue en cierta medida reconocida la autonomía. Hacia los croatas, el gobierno no mostró esta compresión y ellos tenían razón en protestar. Dentro de Serbia, ciertos territorios autónomos (oblasti) resultaron apenas un tanto más grandes que los anteriores municipios (okrug), mientras que toda Croacia junto con Slavonija resultaba dividida en apenas cuatro entidades. Debido a todas estas irregularidades, el país completo resultaba dividido no en 12 o 15 entidades como se había planeado en un principio sino en 33 oblasti. Todo ello desde luego, aumentó de manera impresionante el aparato burocrático para la administración pública, mientras que los presidentes de las oblasti, župani, no contaban ni con mayores derechos ni mayor poder que los antiguos presidentes municipales de los okrug. El mapa de las oblasti se puede observar en la siguiente imagen:


La división administrativa del Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos en las 33 oblasti, efectuada el 26 de abril de 1922 (el mapa fuente se puede consultar aqui):
1 - Oblast de Ljubljana; 2 - Oblast de Maribor; 3 - Oblast de Primorje-Krajina; 4 - Oblast de Zagreb; 5 - Oblast de Osijek; 6 - Oblast de Srem (Sirmia); 7 - Oblast de Bačka; 8 - Oblast de Belgrado; 9 - Oblast de la cuenca del Danubio; 10 - Oblast de Podrinje; 11 - Oblast de Valjevo; 12 - Oblast de Šumadija; 13 - Oblast del Morava; 14 - Oblast de Požarevac; 15 - Oblast de Timočka; 16 - Oblast de Niš; 17 - Oblast de Vranje; 18 - Oblast de Kosovo; 19 - Oblast de Skopje; 20 - Oblast de Bregalnička; 21 - Oblast de Bitolje; 22 - Oblast de Ras; 23 - Oblast de Užice; 24 - Oblast de Kruševac; 25 - Oblast del Zeta; 26 - Oblast de Split; 27 - Oblast de Dubrovnik; 28 - Oblast de Tuzla; 29 - Oblast de Sarajevo; 30 - Oblast de Mostar; 31 - Oblast de Travnik; 32 - Oblast del Vrbas; 33 - Oblast de Bihać.


Los representantes de los croatas abrazaron con el tiempo la idea de intentar mejorar ciertas condiciones mediante negociaciones y cooperación dentro del parlamento ciudadano. Para convencer a los croatas de tomar esta decisión, de crucial importancia fue el trabajo del Partido Demócrata o mejor dicho del ala lidereada por Ljubomir Davidović. El primer grupo de representantes croatas ingresó al parlamento el 23 de marzo de 1924. Se unió inmediatamente al bloque de la oposición constituido por los demócratas, los musulmanes y los representantes del Partido Popular Esloveno (Slovenačka Narodna Stranka). Con la llegada de los croatas, el Partido Radical quedó como minoría al interior del parlamento e inmediatamente presentó su renuncia. Por causa de esta decisión, incluso el Partido Demócrata acabó por dividirse en dos. Pribičević se oponía de manera enérgica a toda colaboración con el partido de Radić, por lo que decidió abandonar el Partido Demócrata (Demokratska stranka) y fundar su propio Partido Demócrata Autónomo (Samostalna demokratska stranka). Posteriormente realizó una coalición con los radicales para en conjunto defender los principios de la Constitución de Vidovdan e impedir su revisión. El primer gobierno conjunto de Pašić y Pribičević fue electo el 27 de marzo y aún no contaba con la mayoría en el parlamento, lo cuál ocasionó su desplome al arribo de los representantes electos del Partido Campesino Croata (HSS). El siguiente gobierno resultaba conformado por Ljubomir Davidović con él a la cabeza. Sin embargo, aunque el HSS había prometido apoyar al gobierno, ello no se llevó a cabo, sobre todo al regreso de Stjepan Radić del extranjero y sus diversos discursos públicos en contra de éste. Al desplome del gobierno organizado por Davidović, el poder ciudadano lo volvían a tomar Nikola Pašić y Svetozar Pribičević en las elecciones del 6 de noviembre de 1924.

Una vez establecido este nuevo gobierno el HSS fue declarado ilegal y Radić y los líderes del partido fueron encarcelados y acusados de amenazar la seguridad nacional por su ingreso a la Tercera Internacional. Sin embargo, todo ello fortalecía la presencia del HSS en el campesinado y el pueblo croata en general, convirtiendo a Stjepan Radić en el legítimo e indudable líder de los croatas. Una vez fuera de la cárcel, Radić y su partido ganaban de nuevo en las elecciones croatas del 8 de febrero de 1925.

Tras la victoria del HSS en Croacia, el Partido Radical empezó a intentar establecer alguna especie de compromiso y puntos de encuentro con el partido croata, para distanciarlo de los demócratas. Una aspiración similar ya había surgido incluso entre los croatas. Era comprensible que los dos partidos más importantes, uno de Serbia y el otro de Croacia, buscaran alguna base para una colaboración política. Después de varios encuentros y algunas cuestiones que seguían el protocolo político, una vez logrado que Pavle Radić (hermano de Stjepan) rindiera en el Parlamento protesta aceptando a nombre de su partido la Constitución de Vidovdan, el 18 de julio de 1925 se conformaba el primer gobierno constituido por radicales y los seguidores de los Radić, con Nikola Pašić como presidente. Como consecuencia de aquello, cesó inmediatamente toda represión en contra del HSS y por primera vez, según Ćorović, se sentía esperanza de un mejor futuro. Incluso Radić entraba ese año al gabinete de gobierno en calidad de Ministro de la educación, por lo que los dos representantes más influyentes del pueblo se encontraban en el gobierno.

Como siempre sucede, la ausencia de confianza y lecturas políticas diferentes ocasionaron que Nikola Pašić se saliera del gobierno ya para el 4 de abril de 1926, insatisfecho por la situación creada y ofendido por una campaña de desprestigio iniciada por ciertos grupos en contra suya y la de su hijo, quién al parecer se veía inmiscuido en ciertos affaires sospechosos.

El 10 de diciembre de 1926 murió Nikola Pašić. Ello fue una gran pérdida para el Partido Radical (RS), ya que aunque su fundación como tal no fue principalmente obra suya, todos sus procesos y decisiones desde hacía más de cuarenta años estaban relacionados con su obra y todo el partido se desarrollaba bajo su liderazgo. Como Pašić no dejaba a alguien que lo igualara en autoridad y brillantez políticas al frente de su partido, el RS empezaba un proceso de decadencia a partir de su muerte.

Apenas seis años completos después de la proclamación de la Constitución de Vidovdan se organizaron las primeras elecciones de las asambleas autogestivas y sus órganos. Las elecciones se efectuaron el día 23 de enero de 1927. A raíz de ello y al poco tiempo se llegó a la separación definitiva de los partidos Radical y el Campesino Croata y desde luego, a la caída del gobierno basado en su coalición. El nuevo gobierno electo estaba conformado por el RS y el Partido Popular Esloveno, mismo que tampoco duró mucho tiempo. El 17 de abril fue formado el nuevo gobierno constituido esta vez principalmente por los radicales y los demócratas y con Velimir Vukičević, anteriormente disidente del Partido Radical, a la cabeza.

Los demócratas veían en un principio este nuevo liderazgo con mucha desconfianza. Al gobierno se introdujo primero el ala conservadora bajo el liderazgo del Dr. Vojislav Marinković, mientras que Davidović decidía incorporarse igualmente muy a su pesar. En contra de este nuevo gobierno se formó casi enseguida un fuerte bloque de oposición. Vukičević resultó ser un hombre de muy modestas habilidades políticas y muy poca autoridad. Cometió desde un principio muchos errores que a todo el país y al proceso democrático como tal le irán a costar muchísimo. En primer lugar, a su gobierno no invitó a nadie de los croatas. Y como segundo, de éste se retiraron todas las personalidades influyentes del Partido Radical. Aunque es cierto que en gobierno figuraban los clericales eslovenos con Anton Korošec en persona y los musulmanes bosníacos con su líder Mehmed Spaha, las elecciones organizadas para intentar reformar los puestos de los ministros para el 11 de septiembre de ese 1927, le trajeron a Vukičević enemigos tremendo en muchos lados, principalmente del lado de los croatas. La situación incluso llevó a la creación de la llamada coalición campesino-demócrata, creada por iniciativa de Pribičević y de Radić. El primero explicaba esta iniciativa afirmando, según Ćorović, que las fronteras entre suss posturas políticas y las de Radić se esfumaron en el momento en el que el HSS reconoció la Constitución de Vidovdan y decidió volver al parlamento. En aquellos momentos, sin embargo, se encontraron el Partido Radical Independiente y el Partido Croata Campesino defendiendo juntos la constitucionalidad en sí. En resumidas cuentas, el nuevo gobierno contaba con un apoyo tan sólo parcial de parte de los diputados radicales y se enfrentaba constantemente a la resistencia ejercida por parte de la nueva coalición. De hecho, tal resistencia por momento parecía más bien obstrucción, según lo describe Ćorović en su libro. El presidente del gobierno ciudadano dejó incluso de asistir a las sesiones del parlamento en poco tiempo, mientras que el presidente del parlamento, el Dr. Ninko Perić no sabía ya cómo controlar la situación que se estaba saliendo de control de una manera dramática.

Todo ese ambiente llevó a la tragedia. Al calor de la discusión y sintiéndose profundamente ofendido, el diputado Puniša Račić, le disparó el 20 de junio de 1928, en la sede del parlamento en Belgrado, a los diputados del HSS, hiriendo de muerte a Stjepan Radić y matando en el acto a Pavle Radić y al Dr. Djura Basariček.

El incidente tuvo, desde luego, implicaciones enormes para las relacione entre los serbios y los croatas y para el sistema parlamentario y democrático en el país. Los representantes de la coalición campesina-demócrata abandonaron Belgrado y todo intento de colaboración con un parlamento organizado de esa manera. A partir de ese momento, el distanciamiento entre los serbios y los croatas se hacía cada vez más grande. El proceso de la separación de estos pueblos que constituían el Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos se empezaba a sentir en el ambiente político. Velimir Vukičević fue sucedido en su cargo por el esloveno Anton Korošec, pero tampoco él podía ya ayudar a salvar la desastrosa situación política.

Para el final de ese 1928, Ljubomir Davidović y sus demócratas provocaron una crisis del gobierno con intención reconstruir todo el sistema arrancando desde un nuevo punto muerto. Esta crisis evidenció que entre el partido en el poder (el Partido Radical) y la oposición no podía haber ningún tipo de colaboración para ese entonces. La coalición campesino-demócrata se entrevistó con el Rey Aleksandar para exigir, además de nuevas elecciones, la revisión de la Constitución. En aquellos momentos, esta revisión aún no implicaba una repartición federativa del país con base en las tribus, sino que implicaba una división en territorios administrativos, mas aptos para la vida, delimitados con criterios mayoritariamente históricos.

Con aspiraciones de salvar la unidad estatal y popular, el Rey Aleksandar suprimió la Constitución el 6 de enero de 1929, deshizo el Parlamento y estableció la dictadura. El nuevo gobierno (no democrático) lo organizó el comandante de la Guardia Real, el general Petar Živković. Su gabinete, sin embargo seguía constituido por personajes provenientes de los antiguos partidos, los cuales aunque en la ilegalidad seguían haciendo trabajo político, sufriendo, unos más y otros menos, los estragos de la nueva situación.

Para fortalecer la ideología yugoslava y la unidad de los pueblos, sobre las cuales fue fundado el Estado yugoslavo, el Rey cambió el nombre del hasta entonces Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos en el del Reino de Yugoslavia, el 3 de octubre de 1929. Por decreto, el mismo día fueron suprimidas igualmente las fronteras de los territorio históricos antiguos y, en su lugar, fueron introducidas nueve banovinas (territorios administrativos semi-autónomos), organizadas a la manera de las antiguas provincias (župe), fundadas a lo largo de los mayores ríos de la región: la del Danubio, la del río Morava, la del Vardar, el Zeta, el Drina, el Vrbas, el Sava, el Drava y la banovina establecida sobre la costa – Primorska. Belgrado, junto con el pueblo de Pančevo y Zemun fue declarado distrito especial administrativo. Un mapa de las banovinas creadas se puede observar en la siguiente imagen:


Las nueve banovinas establecidas por decreto en el Reino de Yugoslavia en 1929.

Por otro lado, en el Ejército, las viejas banderas militares serbias fueron sustituidas por unas nuevas, yugoslavas. Sokolstvo (Halconería), una organización de caballeros formada por miembro de todos los pueblos del Reino, con una clara ideología yugoslavísta, obtuvo del Estado apoyo moral y material y como su líder fue puesto el heredero al trono Petar.

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