El sistema educativo yugoslavo, mi futuro académico y el significado de las festividades religiosas serbias en el régimen socialista
Al poco tiempo ya llegaba junio. Seguíamos en el por demás movido 1991. Para estas fechas, tenía que decidir todo mi futuro profesional.
Como ya lo había platicado con anterioridad, la primaria en Yugoslavia duraba ocho años. Durante los primeros cuatro, las clases las impartía por lo general un solo maestro; las de los siguientes cuatro años se impartían por profesores especializados y en laboratorios específicos. Todas las materias tenían bases socialistas y se denominaban, acorde con ello: geografía con bases socialistas, historia con bases socialistas, etc.
Al terminar el octavo de primaria, era necesario acudir al ”examen único de selección”. Tomando en cuenta en un 60% los resultados obtenidos en éste y en un 40% el promedio global de todas las calificaciones obtenidas a lo largo de los ocho años de la primaria, se decidía el futuro de los alumnos que quisieran seguir su educación. Solamente un 40% de los alumnos tendría acceso a lo que en México se denomina bachillerato normal. En Yugoslavia se le denominaba gimnasio (gimnazija, término retomado del sistema educativo alemán en donde se denomina Gymnasium a los nueve años de bachillerato que siguen a los cuatro años de primaria y después de los cuales se accede a la universidad). Los gimnasios yugoslavos dividían sus planes de estudio de acuerdo a dos especializaciones: la de las ciencias sociales y la de las ciencias exactas. Al término de estos cuatro años de gimnasio, los estudiantes tenían acceso a la educación superior universitaria.
Al terminar el octavo de primaria, era necesario acudir al ”examen único de selección”. Tomando en cuenta en un 60% los resultados obtenidos en éste y en un 40% el promedio global de todas las calificaciones obtenidas a lo largo de los ocho años de la primaria, se decidía el futuro de los alumnos que quisieran seguir su educación. Solamente un 40% de los alumnos tendría acceso a lo que en México se denomina bachillerato normal. En Yugoslavia se le denominaba gimnasio (gimnazija, término retomado del sistema educativo alemán en donde se denomina Gymnasium a los nueve años de bachillerato que siguen a los cuatro años de primaria y después de los cuales se accede a la universidad). Los gimnasios yugoslavos dividían sus planes de estudio de acuerdo a dos especializaciones: la de las ciencias sociales y la de las ciencias exactas. Al término de estos cuatro años de gimnasio, los estudiantes tenían acceso a la educación superior universitaria.
El resto de los alumnos y de acuerdo con sus intereses, acudiría a escuelas técnicas de educación media superior. Allí, las carreras duraban los mismos cuatro años que duraba la educación impartida en los gimnasios. Los egresados de estas carreras técnicas contaban de inmediato con un título y se suponía estaban preparados para ingresar de manera inmediata a la vida laboral. Para los egresado de los gimnasios, sin embargo, era preciso de nuevo concursar en un examen de selección de dificultad considerable en cualquier ámbito para ingresar a una carrera universitaria.
Con mis 14 años cumplidos, había decidido que mi interés definitivamente giraba alrededor de la física y las matemáticas y que quería algún día seguir una carrera universitaria. Para ello, era preciso ingresar al área de ciencias naturales de algún gimnasio belgradense. Mi primera elección era el gimnasio especializado en matemáticas, llamado en aquel entonces ”Veljko Vlahović”. Ahí sólo se aceptaba a un número muy reducido de estudiantes por año y el examen de ingreso era de especial dificultad. De hecho, se presentaba éste con unos dos meses de antelación en comparación con todos los demás exámenes de selección.
Con mis 14 años cumplidos, había decidido que mi interés definitivamente giraba alrededor de la física y las matemáticas y que quería algún día seguir una carrera universitaria. Para ello, era preciso ingresar al área de ciencias naturales de algún gimnasio belgradense. Mi primera elección era el gimnasio especializado en matemáticas, llamado en aquel entonces ”Veljko Vlahović”. Ahí sólo se aceptaba a un número muy reducido de estudiantes por año y el examen de ingreso era de especial dificultad. De hecho, se presentaba éste con unos dos meses de antelación en comparación con todos los demás exámenes de selección.
Me preparé para el examen durante seis meses en clases particulares con la hermana de uno de mis mejores amigos, Miloš. El era reconocido por todos nosotros como el "genio" de nuestro salón (tras haber terminado simultáneamente las carreras de física y eletrónica en el M.I.T. en los EUA y un doctorado en la universidad de Cambridge en el Reino Unido, definitivamente se sigue mereciendo el título). La hermana de Miloš cursaba ya el cuarto año del gimnasio matemático mencionado. Desgraciadamente, llegado el día del examen tenía yo tanta presión encima que empecé a cometer equivocaciones por demás absurdas. Como era de esperarse, no me aceptaron.
Volví a intentarlo, esta vez en un gimnasio normal, el Gimnasio No. 9 de Belgrado, que además se encontraba cerca de nuestro departamento. De los 600 alumnos en ambos turnos que se aceptaban, quedé como el número 13 de la lista de admisión. Todo marchaba bien de vuelta.
Estando ya en la educación media superior, los profesores me trataban como a todo un adulto (o al menos, eso me hacían sentir), con obligaciones y responsabilidades, pero sin ningún tipo de presión adicional. La idea era que cada alumno aprendiera a responsabilizarse de su vida y su futuro por sí mismo. Hice muchos amigos en aquellos primero meses del año escolar. Entre otros, había en mi salón como quince alumnos que venían de Croacia, como refugiados.
Los estragos de la guerra ya iniciada se sentían en todo el país. Se produjeron cantidades enormes de refugiados, muchos se trasladaron de Serbia a Croacia y otro tanto cruzaba la frontera en el sentido contrario.
Volví a intentarlo, esta vez en un gimnasio normal, el Gimnasio No. 9 de Belgrado, que además se encontraba cerca de nuestro departamento. De los 600 alumnos en ambos turnos que se aceptaban, quedé como el número 13 de la lista de admisión. Todo marchaba bien de vuelta.
Estando ya en la educación media superior, los profesores me trataban como a todo un adulto (o al menos, eso me hacían sentir), con obligaciones y responsabilidades, pero sin ningún tipo de presión adicional. La idea era que cada alumno aprendiera a responsabilizarse de su vida y su futuro por sí mismo. Hice muchos amigos en aquellos primero meses del año escolar. Entre otros, había en mi salón como quince alumnos que venían de Croacia, como refugiados.
Los estragos de la guerra ya iniciada se sentían en todo el país. Se produjeron cantidades enormes de refugiados, muchos se trasladaron de Serbia a Croacia y otro tanto cruzaba la frontera en el sentido contrario.
Las identidades nacionales no fueron borradas de la conciencia colectiva durante el régimen comunista. Todas las naciones, tal y como solían hacerlo a lo largo de toda su historia, se congregaban alrededor de sus respectivas religiones para conservar su identidad colectiva. El nacionalismo yugoslavo no había cambiado estos rituales milenarios. Prueba de ello era la celebración de la llamada slava serbia; existente a raíz de la creencia en el pueblo serbio que cada familia tiene a su santo protector, mismo que da buenaventura y protege la casa y a sus miembros.
Todos los años se celebra el día del santo en cuestión en la casa del jefe de la familia, ya sea que éste fuera el miembro más grande en edad o alguno de sus hijos, en orden de nacimiento. La raíz lingüística serbia de esta celebración tiene el significado de: festividad.
A diferencia de los años anteriores, en aquella ocasión nos invitaron, junto con mis papás, también a mi hermana y a mí a esta celebración a casa de unos de los vecinos de nuestro antiguo edificio, en el Belgrado viejo. Era el día de San Nicolás (Sv. Nikola), uno de los santos más importantes de la ortodoxia serbia. Nuestros antiguos vecinos se llaman Joca y Duda y representaban a la parte del pueblo serbio que celosamente había conservado las tradiciones ortodoxas a pesar del sistema comunista, en muchos casos esquivando de maneras por demás creativa los problemas que aquello podría acarrear. De cualquier manera, estos problemas que acabo de mencionar no sobrepasaban el ser expulsado del partido comunista o jamás pertenecer a él, como era el caso de muchos ciudadanos yugoslavos. La diferencia radicaba en las oportunidades laborales, el tener derecho o no a las despensas entregadas todos los años por los diferentes sindicatos de los trabajadores a sus miembros, y finalmente, la casi nula posibilidad de seguir una carrera política en la Yugoslavia socialista.
El primer día de la festividad, la casa es visitada en presencia de la familia por el sacerdote ortodoxo, el Pop, quién la bendice en un ritual peculiar (que incluye una anterior bendición de un pan típico serbio, llamado pogača, en la Iglesia). Posteriormente, es costumbre darle al Pop de comer y beber hasta saciarlo (tomando en cuanta la cantidad de santos y de hogares que los festejan, es posible imaginarse que el sobrepeso en la población de los sacerdotes serbios era una característica bastante extendida). El segundo día se invita a todos los amigos a la celebración. En estas ocasiones se come y se bebe hasta el amanecer, agradeciendo de esta manera la buena fortuna de la familia en el año transcurrido. Los platos son servidos uno tras otro, sin descanso, con toda clase de exquisiteces culinarias nacionales; por igual es considerado un insulto dejar algo de comida en el plato o estar malhumorado o enojarse por cualquier razón en este día.
Esa precisa noche de la slava, čika Joca (čika vendría siendo algo así como tío y es la manera en la que los niños se dirigen a los señores adultos; para las señoras se utiliza igualmente la palabra teta, que vendría siendo algo así como tía) se acercaba con cada uno de sus invitados a brindar. Se tomaba un vaso entero de rakija -bebida nacional, una especie de brandy o aguardiente obtenido de frutas, mayoritariamente ciruela, en cuyo caso se denomina šljivovica-, hasta el fondo; acto seguido, poniéndose el vaso en la cabeza volteado hacia abajo para comprobar que no quedaba en él gota alguna de rakija. Todos cantaban canciones serbias y a veces bailaban kolo, danza tradicional que consiste en crear un círculo entre todos los danzantes a veces cerrado y a veces abierto. En el caso de crear una fila de hombres y mujeres intercalados (círculo abierto), el último hombre de la ahora fila agita una especie de pañuelo mientras toda la compañía se mueve al compás de la música hacia un lado o hacia el otro, dirigida por él.
Entre pláticas comunes, como lo eran las tradicionales peleas entre los provenientes de diferentes partes de Vojvodina, en este caso los de Bačka contra los de Banat y múltiples bromas, repentinamente se desató la polémica acerca del regreso del rey y la familia real a Serbia. Čika Joca defendía a capa y espada la recuperación de la antigua monarquía, mientras que los demás cuestionaban profundamente el retroceso de siglos que ello representaría.
Algunos días después, la televisión local entrevistó al rey serbio que habiendo nacido en Londres, seguía viviendo en Inglaterra en el exilio. Era todo un hombre de negocios que apenas podía balbucear algunas palabras en su lengua natal. Todo aquello, junto con la masiva conversión a la religión ortodoxa y la aparición de revistas y cintas con textos y canciones prohibidos durante el gobierno socialista eran parte de la nueva moda que se vivía en Belgrado. El llamado nuevo "nacionalismo serbio".
La Navidad anterior, que se celebra el 6 de enero por el desfase entre los calendarios Gregoriano y Juliano de 14 días, las puertas de la Iglesia ortodoxa más importante de Belgrado (la catedral de Belgrado o saborna crkva) permanecieron cerradas por la congregación del todo desproporcional de los nuevos creyentes, en su mayoría jóvenes, que de la religión en sí no sabían casi nada. Lo que sucedía era que para la gran mayoría de las familias serbias la perpetuación de las tradiciones ortodoxas en el socialismo se había vuelto tabú. Una buena parte de las generaciones de la posguerra había tomado con mayor o menor entusiasmo (pensando siempre en el interés personal) los dogmas comunistas y se habían desprendido de las tradiciones celosamente cultivadas por sus padres. En muchos casos, ello era resultado directo de la ideolo´gía social y política de sus padres - nuestros abuelos. Así educaron a sus hijos, es decir, a nosotros. De repente, en 1991, las nuevas generaciones pensaban haber descubierto la tan prometida "libertad" en el libre ejercicio de su religión. El problema radicaba, sin embargo, en el hecho que las tradiciones se aprenden en casa y son parte fundamental de la herencia no material, oral; ignorada o de plano inexistente en muchas de las familias serbias a inicios de los años noventa.
A diferencia de los años anteriores, en aquella ocasión nos invitaron, junto con mis papás, también a mi hermana y a mí a esta celebración a casa de unos de los vecinos de nuestro antiguo edificio, en el Belgrado viejo. Era el día de San Nicolás (Sv. Nikola), uno de los santos más importantes de la ortodoxia serbia. Nuestros antiguos vecinos se llaman Joca y Duda y representaban a la parte del pueblo serbio que celosamente había conservado las tradiciones ortodoxas a pesar del sistema comunista, en muchos casos esquivando de maneras por demás creativa los problemas que aquello podría acarrear. De cualquier manera, estos problemas que acabo de mencionar no sobrepasaban el ser expulsado del partido comunista o jamás pertenecer a él, como era el caso de muchos ciudadanos yugoslavos. La diferencia radicaba en las oportunidades laborales, el tener derecho o no a las despensas entregadas todos los años por los diferentes sindicatos de los trabajadores a sus miembros, y finalmente, la casi nula posibilidad de seguir una carrera política en la Yugoslavia socialista.
El primer día de la festividad, la casa es visitada en presencia de la familia por el sacerdote ortodoxo, el Pop, quién la bendice en un ritual peculiar (que incluye una anterior bendición de un pan típico serbio, llamado pogača, en la Iglesia). Posteriormente, es costumbre darle al Pop de comer y beber hasta saciarlo (tomando en cuanta la cantidad de santos y de hogares que los festejan, es posible imaginarse que el sobrepeso en la población de los sacerdotes serbios era una característica bastante extendida). El segundo día se invita a todos los amigos a la celebración. En estas ocasiones se come y se bebe hasta el amanecer, agradeciendo de esta manera la buena fortuna de la familia en el año transcurrido. Los platos son servidos uno tras otro, sin descanso, con toda clase de exquisiteces culinarias nacionales; por igual es considerado un insulto dejar algo de comida en el plato o estar malhumorado o enojarse por cualquier razón en este día.
Esa precisa noche de la slava, čika Joca (čika vendría siendo algo así como tío y es la manera en la que los niños se dirigen a los señores adultos; para las señoras se utiliza igualmente la palabra teta, que vendría siendo algo así como tía) se acercaba con cada uno de sus invitados a brindar. Se tomaba un vaso entero de rakija -bebida nacional, una especie de brandy o aguardiente obtenido de frutas, mayoritariamente ciruela, en cuyo caso se denomina šljivovica-, hasta el fondo; acto seguido, poniéndose el vaso en la cabeza volteado hacia abajo para comprobar que no quedaba en él gota alguna de rakija. Todos cantaban canciones serbias y a veces bailaban kolo, danza tradicional que consiste en crear un círculo entre todos los danzantes a veces cerrado y a veces abierto. En el caso de crear una fila de hombres y mujeres intercalados (círculo abierto), el último hombre de la ahora fila agita una especie de pañuelo mientras toda la compañía se mueve al compás de la música hacia un lado o hacia el otro, dirigida por él.
Entre pláticas comunes, como lo eran las tradicionales peleas entre los provenientes de diferentes partes de Vojvodina, en este caso los de Bačka contra los de Banat y múltiples bromas, repentinamente se desató la polémica acerca del regreso del rey y la familia real a Serbia. Čika Joca defendía a capa y espada la recuperación de la antigua monarquía, mientras que los demás cuestionaban profundamente el retroceso de siglos que ello representaría.
Algunos días después, la televisión local entrevistó al rey serbio que habiendo nacido en Londres, seguía viviendo en Inglaterra en el exilio. Era todo un hombre de negocios que apenas podía balbucear algunas palabras en su lengua natal. Todo aquello, junto con la masiva conversión a la religión ortodoxa y la aparición de revistas y cintas con textos y canciones prohibidos durante el gobierno socialista eran parte de la nueva moda que se vivía en Belgrado. El llamado nuevo "nacionalismo serbio".
La Navidad anterior, que se celebra el 6 de enero por el desfase entre los calendarios Gregoriano y Juliano de 14 días, las puertas de la Iglesia ortodoxa más importante de Belgrado (la catedral de Belgrado o saborna crkva) permanecieron cerradas por la congregación del todo desproporcional de los nuevos creyentes, en su mayoría jóvenes, que de la religión en sí no sabían casi nada. Lo que sucedía era que para la gran mayoría de las familias serbias la perpetuación de las tradiciones ortodoxas en el socialismo se había vuelto tabú. Una buena parte de las generaciones de la posguerra había tomado con mayor o menor entusiasmo (pensando siempre en el interés personal) los dogmas comunistas y se habían desprendido de las tradiciones celosamente cultivadas por sus padres. En muchos casos, ello era resultado directo de la ideolo´gía social y política de sus padres - nuestros abuelos. Así educaron a sus hijos, es decir, a nosotros. De repente, en 1991, las nuevas generaciones pensaban haber descubierto la tan prometida "libertad" en el libre ejercicio de su religión. El problema radicaba, sin embargo, en el hecho que las tradiciones se aprenden en casa y son parte fundamental de la herencia no material, oral; ignorada o de plano inexistente en muchas de las familias serbias a inicios de los años noventa.
En estos países la Iglesia lidiaba con un problema peculiar: un hueco generacional. Los abuelos conocían la tradición y algunos la habían rechazado por completo, convencidos de estar creando una nueva sociedad progresiva y científica en la cual tales ideas no tenían cabida; los padres, hijos e hijas de los anteriores, la ignoraban por ende completamente; y ahora, los nietos de los primeros sentían una necesidad imperante de recuperarla.
En la mayoría de los casos, la falta de información generaba una impetuosa improvisación. Los sacerdotes se llenaban los bolsillos de dinero, "educando" a su pueblo y sus "nuevos" fieles a cambio de donaciones otorgadas a la Iglesia con entusiasmo por los nuevos "convertidos". Los que no estaban dispuesto a hacer las mencionadas donaciones a la Iglesia ortodoxa serbia, inventaban sus propias ceremonias. Todo ello le daba un rostro muy peculiar a esta nueva "tradición" en proceso de reinventarse (el proceso descrito sigue en desarrollo aún en este 2008).
La mayoría de mis amigos acudían prestos a las iglesias y organizaban, a veces por sí mismos, sus propios bautizos en aquel 1991. La ignorancia se observaba en muchos detalles, llegando a veces a tocar el extremo, como en el caso de mi amigo Miško, quién acudió a su propio bautizo con una playera Black Sabath, parte de cuya indumentaria contaba hasta con cruces invertidas y demás signos satánicos que a nosotros no nos decían nada. Unos se volvían padrinos de los otros.
La mayoría de mis amigos acudían prestos a las iglesias y organizaban, a veces por sí mismos, sus propios bautizos en aquel 1991. La ignorancia se observaba en muchos detalles, llegando a veces a tocar el extremo, como en el caso de mi amigo Miško, quién acudió a su propio bautizo con una playera Black Sabath, parte de cuya indumentaria contaba hasta con cruces invertidas y demás signos satánicos que a nosotros no nos decían nada. Unos se volvían padrinos de los otros.
La gran mayoría -yo incluido-, no entendía nada.
Para 1998, año en el que volvería a ver a mi primo durante una visita suya fugaz a México, le escuché hablar en términos de "nosotros" y de "ustedes" en el contexto de la mano en la que se lleva el anillo de casado (derecha en el caso de los ortodoxos y muchos evangélicos e izquierda en el caso de muchos católicos) o la manera en la que se ejecuta la acción de persignarse (el dedo pulgar unido al índice y el medio, representando la santa unidad, tocando primero la frente, luego el estómago, el lado derecho del pecho y finalmente el lado izquierdo, en el caso de los serbios ortodoxos; y el dedo pulgar y el índice formando una cruz y tocando la frente, el estómago bajo, el lado izquierdo del pecho y finalmente el derecho en el caso de los católicos apostólicos romanos, al menos en México, o con la mano completa extendida en el caso de los católicos croatas). Fue allí que comprendí que yo también ya era "extraño" -"católico"-, bautizado en secreto por mi madre mexicana, a las espaldas de mi familia yugoslava comunista, con todo y que mi abuela, serbia, era educada en la ortodoxia serbia practicante y mi abuelo, esloveno, en el catolicísmo. Sobraba intentar si quiera aclarar que yo, en lo personal, me encontrara muy lejos de ser descrito como religioso practicante.
Al igual que en un país con alrededor de 90% de católicos, como es México, es difícil hablar con la mayoría de la gente acerca de las diferencias religiosas o de otras religiones (que no se conocen), para la mayoría de los serbios, ser católico era ser croata y ser musulmán era ser bosnio-musulmán (y para la mayoría de los croatas para 1991, el no ser católico era no ser croata: mismo proceso de fanatización religiosa observado también en Polonia desde aquellas fechas). Punto. El resto del mundo se quedaba, de alguna manera, atorado en el olvido de esta forma de simplificación ad absurdum.
Símbolos, dogmas, instituciones, intereses, identidades, política... la humanidad.
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«« Hacia Las primeras elecciones "libres" en Serbia, sus resultados, la ”Revolución de Terciopelo de Belgrado” del 9 de marzo de 1991 y lo que ello desencadenó
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Etiquetas: 1991, Elecciones en Serbia, la religión ortodoxa, sistema educativo en Yugoslavia, slava
3 Comments:
Me he leído completa esta entrada. Escrita de forma muy amena y de manera sencilla trata de explicar o hablar de unos temas bastantes delicados. Creo que la prohibición y la censura hacen más atractivo el objeto censurado; esto lo digo por lo que cuentas acerca de los nuevos acólitos religiosos. Sonó duró eso del "otro".
Saludos
Espero que este web site va a contribuir a la reconciliacion de los varios pueblos en los Balcanes.
Saludos desde Belgrado.
Andrej
Estimada Carolina,
mil gracias por tu comentario. Tus maravillosos cuentos infantiles ya fueron enlazados en los links de esta página.
Estimado Andrej,
muy bienvenido a este espacio. Igual que tú, espero que estos bosquejos míos sirvan de algo... principalmente, a plantear preguntas y nuevas inquietudes relacionadas con estos temas delicados.
Te mando un abrazo hasta Belgrado.
Citamo se...
Daniel.
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