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2.11.08

Las primeras elecciones "libres" en Serbia, sus resultados, la ”Revolución de Terciopelo de Belgrado” del 9 de marzo de 1991 y lo que ello desencadenó

Observando fijamente el Sava, mis pensamientos volvieron a aquel otoño de 1990, mismo que seguía figurando en mi memoria como el último año en el que no tenía preocupaciones mayores a las de estar "a la moda" y aprobar exámenes en la escuela. De igual manera volví al día en el que me había quedado minutos antes, al inicio de esta especie de introspección peculiar.

***

Saliendo del examen de alemán, con Goran e Ivan me fuí al llamado ”círculo”, una especie de patio circular que se hallaba en medio de edificios ubicados detrás de nuestra primaria. Aquí nos veníamos todos los descansos "a fumarnos un cigarro". Ellos fumaban y yo participaba de la plática. En esa ocasión, al igual que durante el último año casi completo, hablábamos de las próximas elecciones. El panorama se antojaba por demás colorido. Hacía varias semanas que en la televisión desfilaban toda clase de supuestos candidatos políticos. Muchos sin partido... ni idea alguna sobre cómo o con qué propuestas habría que participar. Lo importante, al parecer, era estar, participar, tomar partido, aprovechar el nuevo derecho a expresarte, desde las entrañas, desde la rabia, desde la ignorancia del quehacer "democrático". Todo aquello se volvía cada vez más una fuente segura de chistes locales.

Como candidatos serios, se veían únicamente a Slobodan Milošević con su rebautizado Partido Socialista Serbio (SPS, por sus sgla en serbio), a Vuk Drašković, líder del partido opositor más notorio llamado el Movimiento Serbio de Renovación (Srpski Pokret Obnove, SPO), los demócratas que tenían una visión política formidable aunque ningún discurso nacionalista incendiario -hecho que les pesaría posteriormente en las elecciones-, agrupados alrededor del Partido Demócrata (Demokratska Stranka, DS, que se veía continuadora del Partido Demócrata del reino de Yugoslavia, del que se había hablado en este blog aqui) o el Partido Demócrata Serbio (Demokratska Stranka Srbije, DSS, a su vez continuador del partido progresista de la preguerra; el contexto histórico de la vida parlamentaria del reino yugoslavo se había ya descrito en este blog aqui) y a Vojislav Šešelj, presidente del denominado Partido Serbio de los Četniks (SČP, por us siglas en serbio), posteriormente rebautizado en el Partido Radical Serbio (SRS, por sus siglas en serbio), posicionado como la fuerza ultraderechista, semifascista, nacionalista y promonárquica.

Mira Milosevich [Mil00, p. 252, apud. Florence Hartmann, Milosevic, la diagonale du fou, Danoël Impacts, París, 1999, p. 77] escribe que Slobodan Milošević planteaba en el último congreso del Partido Comunista yugoslavo: ”Teniendo en cuenta el carácter multiétnico de Yugoslavia, Occidente comprenderá nuestra posición y se dará por satisfecho si nos dotamos de un pluralismo democrático sin partidos” . Pero, por la presión de los cambios democráticos en toda Europa del Este y en Eslovenia y Croacia, cuyas primeras elecciones libres tuvieron lugar, como ya se ha dicho, el 8 y el 22 abril de 1990, respectivamente, Slobodan Milošević tuvo que admitir el sistema pluripartidista en Serbia, después de las primeras manifestaciones de los partidos de la oposición al régimen, el 13 de junio de 1990, exigiendo elecciones. Sin embargo, la autora [Mil00] no cree que Milošević haya temido una seria competencia por parte de sus oponentes políticos, puesto que eran las mismas personas que le habían ofrecido las legitimaciones intelectuales del nuevo poder.

En ese 1990, el 9 de diciembre, las primeras elecciones libres en Serbia no representaron ningún cambio. El Partido Socialista Serbio ganó, heredando los bienes y activos locales del Partido Comunista de Serbia y de sus frentes. El SPS ganó 2,320,587 votos o el 46.1% del total. Sin embargo, gracias al sistema delegacional, en las ciudades se le otorgaron 194 (77.6%) de los 250 delegados al Congreso. El SPO con 800,000 votos (15.8%) tenía únicamente 19 delegados, 456,000 ciudadanos le otorgaron su voto a candidatos independientes -al parlamento ingresaron únicamente ocho-. El Partido demócrata quién conglomeró en su seno a la elite intelectual serbia fracasó totalmente: logró meter al parlamento únicamente a siete representantes (7.4%), votaron por él 372,786 personas (todas las cifras retomadas de [Ast2] original se puede encontrar aqui).

El control total de los medios de comunicación más importantes, sobre todo de la televisión y la radio, sumamente influyentes, combinado con el control de la administración y la policía locales, garantizaron una fácil victoria al partido de Slobodan Milošević. Éste obtuvo tanto el voto de los antiguos comunistas como la mayoría de los votos nacionalistas.

A partir de este año, el partido en el poder atacaba insistentemente la leyenda de Tito y ampliaba su apoyo nacionalista anticomunista. Se acusó a Tito por sus políticas ”antiserbias” dentro de la federación. Los retratos de Tito se quitaron de la exhibición pública y la manción de su nombre en cualquier contexto mínimamente positivo e volvió un tabu al interior de la sociedad serbia, al igual que había ocurrido en todos los demás rincones de las tierras yugoslavas. En el parlamento serbio se debatieron truculentas propuestas, una de ellas consistente en desenterrar el cuerpo de su monumento en Belgrado (la casa de las flores) y trasladarlo a Croacia. Todo el ambiente se volvió netamente antititísta y anticomunista. Los intelectuales progresistas alardeaban en contra de estos símbolos en cualquier oportunidad, clamando la supuesta libertad de expresión y democratización del país. Muchos exiliados durannte el régimen comunistas, volvían ahora a sus hogares, llenos de rencor y decididos a tomar parte en la reconstrucción (por fin) de la Serbia de sus sueños. Lo peculiar era que los peores atacantes de la leyenda muerta eran sus más serviles seguidores cuando vivía.

Mira Milosevich [Mil00] prosigue diciendo que el presidente serbio había sustituido la vox populi por la voz de sus principales oponentes políticos, borrando las diferencias entre programas, lo que fue decisivo para su permanencia en el poder, tanto como el apoyo a su gobierno por parte del del Ejército yugoslavo y la complicidad tácita del presidente croata Franjo Tudjman. La convivencia entre la oposición y el régimen definió un único naconalismo serbio con dos variantes, comunista y anticomunista, sin demasiada diferencia entre ambos programas. Slobodan Milošević, sigue la autora [Mil00], pudo remitir ad calendas graecas las reformas democráticas y tachar de traidor a cualquiera que las exigiera, como sucedió, por ejemplo, con el partido antibelicista Unión Cívica Serbia, fundado en 1992, y dirigido por la socióloga Vesna Pešić, -embajadora de Yugoslavia en México de 2001 a 2005-. Los dos caudillos comunitarios, Tudjman y Milošević, concluye la socióloga [Mil00], utilizaron la guerra para ralentizar la transición a la democracia que, según ellos, solo podía desarrollarse en estados étnicamente puros.

Slobodan Milošević arrastraba en su pensamiento todo un legado de más de cuarenta años de un sistema autoritario, de manipulación de la información y de represión de la libertad de expresión. Esto le había causado la creación de una oposición anticomunista –más igualmente nacionalista- cada vez más fuerte, que organizó un mitin de más de cien mil personas en el centro de Belgrado el día 9 de Marzo de 1991.

Para estas fechas, se habían organizado ya diversos mítines por parte de ambas posturas. Los socialistas los organizaban frecuentemente en el paseo junto al delta del Danubio y el Sava; la oposición en el mero centro de la ciudad. Era interesante notar que al delta acudían en su mayoría personas de edad avanzada mientras que la juventud clamaba cambios de todo tipo, radicales y contundentes, sobretodo en lo que se refería a las libertades y garantías individuales.
El SPO había convocado a una magna concentración en la Plaza de la República para ese sábado nueve de marzo. El gobierno respondió enérgicamente declarando el mítin ilegal.

Toda la banda del parquecito decidió acudir a tal acontecimiento político, aún sin entender por completo lo que sucedía. Lo que era indudable era el sentimiento que algo sí estaba sucediendo y que había que participar en ello. Miloš, hijo de un prominente plitólogo e ideólogo de la nueva oposición democrática, hablaba de aquello con singular emoción. Por su parte, Žarko les presumía que ya había tenido su ”primera vez”. Con una prostituta desgraciadamente, pero era ya algo necesario a estas alturas en que todos tenían entre catorce y dieciséis años y los vírgenes eran cada vez más un caso raro.

Mis padres me prohibieron tajantemente ir a semejante acto político. Sin embargo, lo ocurrido en lo que a continuación se describe emana de detalladas narraciones de mis amigos y conocidos, que desde luego sí acudieron al evento.

Como a las cuatro de la tarde iban llegando a la Plaza de la República con todo y las banderas serbias y gorras de la vestimenta típica serbia llamadas šajkače. Todo estaba repleto de gente, banderas y mantas. En el monumento a Príncipe Mihailo (conocido sencillamente como el caballo) se habían ya instalado los oradores políticos encabezados por Vuk Drašković. Desde las imagenes transmitidas por la televisión veía yo, desde nuestro departamento, enormes banderas serbias con sus característicos colores rojo, azul y blanco y el escudo serbio en amarillo a la mitad.

Recordaba la leyenda del verdadero significado de este símbolo. Este es representado por cuatro S’s escritas en cirílico ”dándose la espalda” en un escudo partido por una cruz. La leyenda decía que las letras significan la gran enseñanza de la época medieval: ”sólo la unión salva a los serbios”; la vox populi decía a menudo que su verdadero significado era ”el serbio al serbio con un hacha destaza”. Cuestión de enfoques. Ambas interpretaciones hacían alusión a la más profunda idiosincrasia de este pueblo.

Me platicarían al día siguiente que de la nada se empezaron a observar camiones de granaderos y bomberos estacionarse a un costado de la Plaza de la República. Llevarían ahí alrededor de quince minutos. Se escuchó a alguien gritar a través de un altavoz que aquello era ilegal y se estaba quebrando la ley; pedían suspender el acto de inmediato. Nadie se movía.

Según las narraciones de Ivan, la gente a su alrededor se empezaba a recorrer paulatinamente hacia el lado opuesto de los camiones, hacia la calle de Knez Mihailo. El recorrer paulatino se convirtió, en no más de cinco minutos, en una corretiza indescriptible. La policía y los bomberos entraban en acción. Con las enormes pipas de agua intentaban dispersar la multitud, mientras las bombas de gases lacrimógenos caían por doquier. Acto seguido, los elementos antimotín avanzaban sobre la multitud golpeando por todos lados con sus macanas y escudos. Todos mis amigos estaban en esos momentos por demás espantados y paralizados. Ivan (o Koske), como lo conocían todos, seguía su recuento de hechos con un rostro serio y aún espantado: ”me sentía como congelado, incapaz de moverme. En eso pasó Nikola. Me agarró de la chamarra y me gritó que corriera por mi vida. Exactamente eso hice”.

Se dirigió hacia la avenida Terazije. Había conatos de violencia por todos lados. Mucha gente se enfrentaba con los policías a golpes. Al ir corriendo junto a unas tiendas de zapatos, vió como unos rateros aprovechaban el momento para robarse lo que se pudiera a través de los escaparates rotos.

Por su parte, incurría en la plática Miloš contando que después de unos quince minutos de correr sin rumbo fijo, siempre esquivando la policía (milicia, como se le denominaba en la época socialísta), arribó al edificio de Beogradjanka. A un costado de la enorme construcción veía como, entre unas ocho personas, estaban tirando a un oficial de la policía por la barda a la calle de abajo. Estaba todo sangrado. Las mismas escenas alcancé a verlas en la televisión. Oía disparos. Miloš continuaba explicando que tirado en el suelo, pecho tierra, se encontró con Marko que le decía que debían ser balas de hule y que siguieran corriendo.

Dos cuadras más abajo se estaban reagrupando los asistentes al mítin. En una votación improvisada se había decidido tomar el edificio de la Radio y la Televisión de Belgrado (RTB, por sus siglas en serbio). Todos se dirigían hacia allá.

Goran y Nikola iban corriendo cuando de la nada se les cerró un camión de bomberos. Dule y Nikola decidieron atacar al conductor y tomar el vehículo. En el agarrón, Borko vió rodar el casco del bombero. Lo recogió como símbolo de su victoria y decidió llevarlo a casa. Siguieron la carrera. Se oían disparos mucho más frecuentes y por todos lados. Dule y Nikola decidieron, de igual manera seguir los pasos de sus compañeros.

Todos estaban asustados, aunque la adrenalina corría por sus venas y realmente pocos estaban plenamente conscientes del peligro en el que se encontraban. Todos corrían y gritaban... riendo. Realmente creían que estaban liberando al país de la opresión autoritaria de los años anteriores. De otra manera, hubieran corrido a sus casas mucho antes de lo que lo hicieron.

En las noticias transmitían los acontecimientos. Mostraban una tienda de abarrotes en cuya puerta estaba escrito ”si eres Serbio, no le robes a los serbios”. Por todos lados ocurrían saqueos, robos, asaltos... violencia desatada. Estaba atónito. No pasaban nada sobre la toma de la televisión.

Como a las siete de la noche las calles de Belgrado fueron invadidas por los tanques del ejército federal. Nadie debía salir a la calle. En el noticiero pasaban la noticia sobre un joven de dieciocho años asesinado por una bala. Resultó que vivía a dos bloques del mío, allá en Nuevo Belgrado. Todo el mundo estaba petrificado. Mi tía abuela llamó esa noche a la casa al borde de un ataque de nervios. No había visto tanques bajo su ventana desde la segunda guerra mundial.

Como a las dos de la madrugada, desde la Villa del Estudiante, salía con rumbo al palacio de gobierno un largo contingente de estudiantes, académicos, investigadores y autoridades universitarias. La policía los interceptó en el puente entre Belgrado viejo y Belgrado nuevo (Brankov most). Les cortaron el paso y empezaron a lanzarles gases lacrimógenos. Al día siguiente alguien comentaba que muchas veces ello provoca tal desesperación que era muy probable que alguien incluso pensara en aventarse del puente de unos 50 metros de altura.

Lograron romper la emboscada y llegar a la calle de Terazije, justo frente al hotel Moskva. Decidieron realizar un plantón que no quitarían hasta lograr que el gobierno diera una respuesta satisfactoria a sus demandas. Los tanques avanzaban sobre las barreras humanas. Todo el mundo decidió quedarse acostado frente a la maquinaria naval. Si los quitaban iba a ser por que estarían muertos.

El plantón duró varias semanas en las que muchos artistas daban conciertos, obras de teatro, tertulias literarias y cuánto se les ocurriera; todo voluntariamente. Todos coreaban al unísono canciones como Give peace a chance o Imagine de John Lennon. Todo el mundo advertía no caer en provocacione y repetían que el movimiento era de desobedinecia civil pacífica. Los sesentayocheros volvían a salir a la calle. Revistas especiales con las imágenes y la explicación acerca de lo ocurrido ese 9 de marzo circulaban por doquier en esta inequitativa lucha por contrarrestar los medios oficiales de comunicación. La banda del parquecito buscaba la prueba de su presencia en cada foto. Creo que efectivamente habían retratado a dos o tres de ellos en una toma.

Como a la segunda semana del plantón, en el recreo, Miloš nos comentaba que sería bueno redactar un telegrama en apoyo a las demandas del movimiento al que todo el mundo se refería como la ”Revolución de Terciopelo de Belgrado”. Sin entender en realidad casi nada, aceptamos hacerlo. El telegrama fue escrito. Esa misma tarde, después de clases lo fuímos a entregar en el plantón.

Mis padres me habían prohibido categóricamente asistir o incluso, pasar cerca de aquella plaza en la avenida Terazije. La situación estaba por demás delicada. Poco me importó (en el futuro y con el tiempo, mis pobres padres tuvieron que aceptar mis pequeñas "excursiones" políticas, cada vez más frecuentes). Al llegar hasta el sonido, se interrumpió la canción que estaban poniendo: ”Tenemos la fuerza del ’68, sólo que no todo es igual. Hoy, hasta las primarias nos apoyan.”

Estaba orgulloso y emocionado. Tanto, que recordé que mi papá trabajaba en la agencia noticiosa y que me vio una decena de periodistas que trabajaban con él, apenas cuando iniciaba la severa reprimenda en casa por haberlo desobedecido. Al final del regaño, me expresó su amplio apoyo. El problema no resultó ser mi participación ”política” sino el no haberles avisado a mis papás.

El movimiento duró unas cuantas semanas más. Culminó con el compromiso por parte del gobierno de atender las demandas y desmonopolizar los medios de comunicación. Ello no sucedó a lo largo de todo el gobierno de Slobodan Milošević. Al contrario.

Lo que a mí me intrigaba, sin embargo, era la noción de oposición como tal: en ambos lados se gritaban las mismas consignas nacionalistas...
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1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

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martes, diciembre 09, 2008 6:32:00 p.m.  

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