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5.5.05

Sobre mi ubicación en el espacio y el tiempo

Sentía el aire frío abofetearme en el rostro. Las pequeñas gotas de lluvia se me clavaban en las mejillas como pequeños alfileres. Sentado sobre uno de los aposentos de madera que yacía justo a los pies de la base del monumento al Victorioso , observaba fijamente la línea imperfecta que se vislumbraba justo en donde el Sava se fundía con el Danubio.



Pobednik, tomada por Daniel Durini, 2005

La inmensa tristeza que guardaba en el corazón parecía querer invadir cada milímetro de mi cuerpo, cada tejido u órgano... cada edificio, cada calle y cada rostro que veía, cada gota en aquellos largos kilómetros de agua circulante. A mi lado izquierdo se encontraba una torre de vigilancia construida en algún momento de la historia más temprana de mi ciudad que los Celtas solían llamar Singidunum. De pequeño jugaba allí.



El delta en Belgrado, tomada por Daniel Durini, 2005

Al otro lado del río, observaba los restos de lo que en algún momento fue el edificio del Comité Central del Partido Comunista de Yugoslavia (CKSKJU por sus siglas en Serbio), posteriormente vuelto el hogar de una de tantas estaciones de radio a las ordenes del régimen de gobierno de Slobodan Milošević y las oficinas del partido de la esposa del presidente, la Dra. Mirjana Marković, nombrado éste la Izquierda Unificada de Yugoslavia –JUL-.

Me impresionaba la precisión con la que se alcanzaron los blancos. Era curioso, por el otro lado, el que me platicaran que el día en que los misiles de la OTAN destruyeron ese edificio en particular, la mitad de Belgrado prácticamente lo celebró. Sin embargo, ello no lograba ahuyentar la sombra de las destrucciones terribles realizadas durante 78 días, o noches... o ambos, en el centro de la ciudad, en la calle de Kneza Miloša, en Novi Sad, el sur de Serbia... Era el año 2000.

Recordaba. Era preciso hacerlo para lograr explicarme qué fue lo que había ocurrido. Para tal hazaña debía recordar mi niñez cobijada por esta ciudad... entender el proceso que iniciaba con el año de 1990. Un otoño, igual que aquel. Demasiado diferente a aquél, por el otro lado. Cuando mis preocupaciones no sobrepasaban las de cualquier muchacho de mi edad en cualquier otro punto del planeta. El otoño en el que nadie quería aceptar lo que ya se veía venir.

***

Me levanté esa mañana como lo había hecho tantas veces antes. Era una mañana fría y lluviosa en un Belgrado recién remodelado en un melancólico espíritu de los tiempos pasados, de la preguerra. Las calles se encontraban cubiertas por hojas de un aspecto entre dorado y pajizo; seguían cayéndose de los árboles de castaña cuyos frutos yacían perdidos en un mundo de palomas que gozaban de las últimas semillas que encontrarían antes de que todo fuera cubierto por una manta corpulenta de nieve. La ciudad volvería a hacerle honor a su nombre: Beograd, La ciudad blanca, mismo que le habían asignado los Eslavos en sus primeras migraciones, en un invierno nevado a la orilla de los dos ríos más importantes de ese sudeste de Europa, el Danubio y el Sava.

Como de costumbre, se me había hecho tarde. Tenía en realidad sólo veinte minutos para vestirme, lavarme la cara y los dientes y agarrar el camión de la ruta noventa y cinco que me ayudaría a cruzar a Belgrado viejo. Por suerte, hacía mucho tiempo que no desayunaba en casa, cuestión que prolongaba mi sueño aunque fuera por sólo unos minutos.

Al levantarme, me tropecé con la patineta. Era una Tony Hawk de Powell Peralta, americana, que me costó demasiado esfuerzo conseguir y de la que estaba orgulloso, pero en esos momentos tan sólo quería que se quitara de mi camino; ¡Qué trancazo!

Fue una suerte que llegara a tiempo a la escuela; tenía examen de alemán el primer periodo y corría el riesgo de que me cerraran la puerta, cuestión que alteraría bastante mi calificación final y el humor de mis padres.

Realmente no era fácil ir sobreviviendo esa metamorfosis voluble de octavo de primaria; un alma de semilla confundida entre carencia de responsabilidades de adultez y la posibilidad exquisita de probar todas las facetas de ésta, acompañada de inexperiencia, asombrada por todas las recién descubiertas caras de su realidad urbana -aunque siempre tras la perfecta máscara de un hombre de pericia-; el sexo y demostraciones de rudeza, cigarros, alcohol y dudas, tantas dudas; todo acompañado del soundtrack perfecto de grupos de punk como los Sex Pistols o Exploited.

Era la mía, una historia más entre tantas similares en un Belgrado tapizado con propaganda preelectoral de una cantidad impresionante de nuevos partidos políticos. Aparecían como hongos después de la lluvia, abriéndole paso a una incipiente democracia que en realidad aún no se podía visualizar como tal.

Por mi parte, no entendía muy bien lo que ocurría; cuestión que cambiaría rotundamente a fuerza del impacto que provocaron en mi vida los acontecimientos que sobrevinieron esta época y de los cuales fuí testigo.

Corrí como nunca en mi corta vida. Al entrar al piso en el que se encontraba el salón de alemán, visualicé a la maestra prácticamente cerrando la puerta. Me armé de valor y efectué toda acción digna de un tacleador en un partido de fútbol americano, metí el pie para impedir el inminente cierre de la puerta y la desaparición de todos mis anhelos, empujé la mochila para que se deslizara suavemente hasta un lugar vacío que encontré junto a la entrada y en menos de dos segundos ya estaba observando una gota de sudor ir cayendo de mi frente sobre la mesa al ir sacando la pluma. El examen comenzaba
.

***
El Victorioso o Pobednik es uno de los símbolos de Belgrado. Fue construido dentro del grupo de monumentos temáticos de nombre ”Alegoría” esculpidos por el gran escultor croata, Ivan Meštrović, en el año de 1913, realizado en remembranza de la victoria del ejército serbio sobre los turcos y los búlgaros, en 1912, suceso que se menciona en este blog aquí. De todo el complejo, mayoritariamente destruido en la I Guerra Mundial, únicamente queda esta figura, inaugurada el año de 1928, durante la celebración de la primer década del rompimiento del frente de Salónica de la Primera Guerra Mundial del que en este blog se habla aquí.
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4 Comments:

Blogger Katja R. said...

Desculpa me porfavor, el esculturo Ivan Mestrovic era Croata, de un pueblecito pequena en Dalmacija.http://www.mdc.hr/mestrovic/imestrovic-en.htm
Sr. Mestrovic era de un familia de 'hajduk' de las montanas. Su familia es un familia muy antiguo en Dalmacija. Dalmacija es casi un lugar puro croata. Solo hay minoridades de otros, serbianos y musulmanes, por ejemplo siempre fueron muy raros en Dalmacija.
Es la verdad la obra de Sr. Mestrovic existe en Srbija, porque es de la epocha Yugoslav. Mestrovic fue uno de los figuras mas interesante en Yugoslavia y los Estados Unidos mas interesante en el siglo 20.

jueves, mayo 05, 2005 7:42:00 a.m.  
Blogger Daniel Durini said...

Tiene usted toda la razón del mundo, mi querida yakima_gulag. De hecho, en el link que puse para conocer más de su vida y su obra, así está escrito. Pido disculpas y agradezco inmensamente su comentario.

Un abrazo,
Daniel.

jueves, mayo 05, 2005 12:37:00 p.m.  
Blogger Katja R. said...

Sretan Pet Maj! Feliz Cinco de Mayo!

jueves, mayo 05, 2005 3:02:00 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Muchas gracias. Habiendo vivido cerca de la ciudad de Puebla, en un maravilloso pueblito de nombre Sta. María Tonantzintla, la remembranza de la batalla de Puebla la siento aún más cercana.

Un abrazo,
Daniel.

viernes, mayo 06, 2005 8:12:00 a.m.  

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