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23.6.05

De las dos guerras balcánicas y las circunstancias políticas en los Balcanes al inicio del siglo XX

En este momento, y no sin mencionar el problema que comparten algunos intelectuales sudeslavos de la actualidad y que radica en pensar y analizar la región como aislada de Europa y el mundo, casi nunca contextualizándola con procesos histórico-políticos presentes alrededor de los Balcanes, y la escasa probabilidad que la unificación de los eslavos del sur fuera únicamente estimulada por un movimiento cultural-intelectual, comentaré aquí algunas reflexiones sobre las relaciones entre los grandes poderes occidentales en la segunda mitad del siglo XIX e inicios del siglo XX y su relación con la idea de la unificación de los eslavos del sur.

"(...) La acción y unión de los países balcánicos tenía cierto peligro para las grandes potencias. Gran Bretaña, era aliada del Imperio Turco. En cuanto a austro-húngaros y rusos, "en el fondo, los dos rivales tradicionales eran partidarios de mantener la paz: Rusia no tenía ningún deseo de ver entrar triunfante en Constantinopla al zar de Bulgaria o al rey de Grecia, y los austro-húngaros pensaban que, si se erigían en defensores de la nacionalidad olvidada, Albania, podían conseguir una victoria diplomática e impedir que Serbia se estableciese en las costas del Adriático" (apud Alan Palmer, "Guerras en los Balcanes", artículo en Historia mundial del siglo XX, tomo I, Ed. Vergara, pp. 345-353). Rusia, supuesta valedora de los países ortodoxos, necesitaba evitar, para mantener e incrementar su control sobre la zona, que ningún estado se hiciera excesivamente poderoso; mucho menos podía permitir una unión de todos los países balcánicos, una Federación Balcánica." [Marxismo Hoy] (1, 2, 3,4, 5, 6)

Los comienzos del siglo XX marcaron en la historia de los pueblos sudeslavos un nuevo y significativo impulso a favor de los anhelos libertarios y de unificación estatal de algunos pensadores que aparentaban ser una mayoría, para decir lo menos: discutible. El acercamiento entre los partidos burgueses de tendencia sudeslavista y el vuelo del movimiento socialista y juvenil, dentro de los cuales predominaban las exigencias de libertad y de unidad, hicieron que las ideas de autonomía y unificación lograran el que las clases burguesas y los intelectuales progresistas sudeslavos se sintieran más cerca y definidos (1, 2, 3, 4).

El auge económico, político y cultural que Serbia empezó a experimentar desde el año 1903 como monarquía parlamentaria y democrática le dio fuerza para que, en alianza con Montenegro, Bulgaria y Grecia, expulsara definitivamente a los turcos luego de la última Guerra Balcánica que duró de 1912 a 1913 (1, 2, 3, 4).

Las potencias europeas se reunieron en Londres en diciembre de 1912 con los países en guerra, para intentar parar un conflicto que veían peligroso e imponer sus intereses (1). Sin embargo, no lo consiguieron y la guerra duró cinco meses más, hasta conseguir arrinconar al Imperio turco a una parte de la Tracia, la actual Turquía europea. Albania, que al calor de la guerra se había rebelado contra los otomanos, surgió como país apoyada por Austria-Hungría e Italia (1, 2).

Esta guerra puso sobre la mesa la posibilidad de una Federación Balcánica, que habría supuesto un enorme paso adelante para el desarrollo del capitalismo en la zona y para la solución de los problemas nacionales. Sin embargo, esta salida estaba prácticamente descartada, en el marco de una feroz crisis del capitalismo internacional, que llevaba a cada potencia imperialista a defender con uñas y dientes sus mercados y zonas de influencia y a luchar por arrebatar los ajenos (y que, un año después, desembocaría en la I Guerra Mundial). El derecho al desarrollo nacional y a la independencia nacional no existe en la etapa imperialista del capitalismo, salvo para los países capitalistas avanzados [Marxismo Hoy].

Por otra parte, el protagonismo en la guerra de las reaccionarias castas monárquicas y de la burguesía constituía un peligro, el de que se impusiera la lucha por los intereses chovinistas de cada monarquía frente a la lucha social. Tal y como explicaba Lenin, "los obreros conscientes de los países balcánicos fueron los primeros que lanzaron la consigna de solución democrática consecuente del problema nacional en los Balcanes. Esa consigna es: República Federativa Balcánica. La debilidad de las clases democráticas en los actuales estados balcánicos (el proletariado es poco numeroso, los campesinos están oprimidos y fraccionados y son analfabetos) ha conducido a que la alianza, imprescindible económica y políticamente, se haya convertido en una alianza de las monarquías balcánicas" (apud V. I. Lenin, "Un nuevo capítulo de la historia universal", Pravda del 21 de octubre de 1912), y "la liberación completa respecto de los terratenientes y del absolutismo tendría como resultado inevitable la liberación nacional y la plena libertad de autodeterminación de los pueblos. Por el contrario, si pervive el yugo de los terratenientes y de las monarquías balcánicas sobre los pueblos, seguirá existiendo, también inexcusablemente, en mayor o menor grado, la opresión nacional" (apud V. I. Lenin, "La significación social de las victorias serbo-búlgaras", Pravda, p. 75). Como efectivamente ocurrió. [Marxismo Hoy]

Y no sólo eso. Las ambiciones de las clases reaccionarias en Macedonia motivaron la Segunda Guerra Balcánica (de junio a julio de 1913) (1, 2, 3, 4, 5). Sólo un mes después de firmar la paz con los turcos las tropas serbias y griegas (junto a las rumanas) se enfrentaron a las búlgaras, con las que acababan de compartir trincheras.

Austria por otra parte, no se resignaba a detener su expansión a costa de los territorios sudeslavos. Los Habsburgo parecían ser incontenibles. Ya gobernaban sobre Eslovenia, Croacia, Vojvodina, Bosnia y Herzegovina... seguía el debilitado (tras las dos guerras balcánicas mencionadas) reino serbio.

La primera manifestación enérgica y trascendente de los planes de la unificación y liberación de dominaciones extranjeras de los pueblos sudeslavos (al menos en las mentes de sus intelectuales ideológos) fue llevada a cabo en Sarajevo, Bosnia -en el imperio Austro-Húngaro- el 28 de junio de 1914, en medio del inicio de un proceso coyuntural mundial que no cesará sino hasta 1945. Fue justo en este día cuando durante su visita a esta ciudad, era asesinado a manos de Gavrilo Princip, miembro de una organización juvenil intelectual de los serbios austrohúngaros llamada Mlada Bosna (La Bosnia Joven), el príncipe heredero del trono austrohúngaro, el archiduque Francisco Ferdinando (Franz Ferdinand). Este hecho fue utilizado por Austrohungría para lanzar un ultimátum y luego desencadenar la guerra contra Serbia (1, 2, 3, 4, 5).

Escenario perfecto, pretexto indiscutible. A los anales de la historia mundial, la causa del presente atentado entró íntimamente ligada a una idea de unificación de pueblos sudeslavos.

Sin embargo, para entender con mayor profundidad lo complejo de las definiciones nacionales balcánicas, Josep Palau [Pa96] escribe que una segunda idea nacional croata –la yugoslava- se desarrolló paralelamente a la anterior (la de emancipación individual) durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Esa corriente veía la liberación respecto del Imperio y el fin del sometimiento a Alemanes y Húngaros como parte de una emancipación de los pueblos eslavos. Los serbios de Croacia eran vistos como aliados, incluso como hermanos. Los varios pasos de Serbia hacia la independencia respecto a los turcos eran vistos con admiración y simpatía. Así, la idea yugoslava se desarrolló antes y con más fuerza en Croacia que en Serbia, donde veían su emancipación nacional satisfecha al erigirse en estado desgajado de Estambul y reconocido como plenamente independiente en 1878. Ciertamente, la mayoría de los croatas, y desde luego las corrientes políticas nacional-católicas, partían de la consideración de que su mayor desarrollo cultural y civil y su vinculación a los centros más avanzados de Europa les convertían en los líderes naturales de la emancipación eslava en el Imperio Austro-Húngaro.

Los éxitos de Serbia y Montenegro, prosigue Palau, en la obtención de la independencia después de sus triunfos en las dos guerras balcánicas, de 1912 y 1913 y, en general, el ascenso del prestigio de los serbios, eran vistos como una rivalidad que ponía en peligro el proyecto nacional croata, ya que dificultaba su genuina reafirmación. De esta manera, el sentimiento croata, tan bien preservado durante 800 años, derivó en frustración nacional. Algo así como: ”¿Cómo es posible que, tras tanto esperar, y ahora que ha llegado la hora de los estados nacionales, se nos anticipen con mayor fortuna quienes son inferiores a nosotros?” [Pa96].

Esa frustración recelosa hacia Serbia que describe Palau [Pa96] se convirtió en irritación frente a los propios serbios en Croacia, a los que se vio como un factor perturbador, anómalo, que impedía madurar el logro final de un estado soberano croata al estropearlo con las visiones yugoslavas, percibidas como humillantes. Dada su predominancia rural, los serbios actuarían también de freno, siempre según ese pensamiento, a la expansión del industrialismo y del consiguiente desarrollo social y económico de Croacia. Se llegó a decir que los serbios son un puñal en la garganta de Croacia [Pa96].

Es desde luego, imprescindible ir ligando todos estos procesos histórico-psicológicos del problema interétnico croata serbio con la diversidad de las teorías acerca del origen de los eslavos y las cuatro guerras que tomaron lugar a todo lo largo de la década de los noventa, en los preámbulos del siglo XXI.

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1 Comments:

Blogger LIberty said...

Es muy interesante que para la explicación de los conflictos europeos y sud-eslavos que tuvieron lugar dentro de las primeras décadas del siglo XX tomes explicaciones marxistas e incluso pasajes teóricos de Lenin, es la primera fuente que encuentro con éstas características y no como un simple relato de las ocupaciones territoriales... ¡Gracias por tomarte este trabajo!

ATT: Una socialista emancipada.

domingo, febrero 07, 2010 10:36:00 p.m.  

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