Recuento de daños I (1918)
Tomando en cuenta todo lo anteriormente escrito en este blog, los procesos históricos de larga y mediana duración (que definí aquí), actuales y determinantes de los destinos de los eslavos del sur eran en el año 1918 los siguientes:
La ubicación geográfica de la península balcánica, situada justamente en el cruce de caminos entre Europa y Asia (entrando por la actual Turquía) y a través de los mares Adriático y Mediterráneo, el puente natural hacia Africa. La trascendencia de estos territorios era mucho mayor antes de la construcción del Canal de Suez en 1869, aunque permanece hasta el día de hoy. Este camino natural fue interrumpido con el ascenso del Imperio Otomano, sobre todo para los europeos; las consecuencias de lo anterior fueron el hallazgo de las rutas alrededor de Africa y de América. Para 1918, el territorio acababa de ser abandonado por el Imperio otomano y volvía a ser objeto da aspiraciones de los diferentes intereses europeos que intentaban sin éxito crear un nuevo mapa político europeo que asegurara algo de estabilidad en la región.
Enfrentamientos eclesiásticos bajo los diferentes imperios que han invadido a los eslavos del sur, ocurridos a lo largo de toda su historia y a partir de su asentamiento en la región, oficialmente reconocido a partir del siglo IX d.C. La primera división trascendental es la causada por la creación de los Imperio Romano Occidental y el Oriental (Bizancio) en el año 395 d.C. La península balcánica pasó a ser teatro de la escisión eclesiástica, de modo que en ella habían de chocar asimismo los intereses de las Iglesias de Oriente y de Occidente. Estas circunstancias, sumadas a los choques posteriores entre el Este y el Oeste en los Balcanes, influyeron notoriamente en el futuro desarrollo de los pueblos sudeslavos y de sus Estados, manteniéndolos separados y exigiéndoles extraordinarios esfuerzos por alcanzar su unidad e independencia. A comienzos del siglo IX, el poder de Carlomagno era reconocido por eslovenos y croatas; mientras las ciudades del litoral continuaban en manos de Bizancio, según convenio del año 812. Posteriormente, llegaron las invasiones del Imperio Otomano, por un lado, y de los Imperios austríaco, húngaro, alemán y austro-húngaro por el otro, que duraron hasta principios del siglo XX. Los eslavos del sur se aferraban a su lengua y ciertas tradiciones que compartían, aunque adquirían nuevas costumbres dependiendo del invasor, y desde luego, nuevas religiones. Los croatas y eslovenos abandonaron su religión original pagana convirtiéndose al cristianismo y le han rendido obediencia a la Iglesia de Roma bajo casi todas las ocupaciones. Los bosnios (o serbios y croatas de Bosnia) se convirtieron al cristianismo bajo los romanos, fundaron una Iglesia de los llamados Bogumilos, misma que tuvieron que abandonar a causa de presiones diversas y los influyó enormemente el hecho que la frontera entre los dos Imperios romanos dividiera su territorio exactamente por la mitad, iniciando una lucha encarnada entre lo que se volverían con el tiempo la Iglesia Católica por un lado y la Ortodoxa por el otro. Con los otomanos y la persecución de los cristianos, la población se empezó a convertir paulatinamente al Islam y a adoptar todas las costumbres de los invasores otomanos, incluído el rechazo a la religión cristiana y a los que la practicaran. Los serbios, montenegrinos y macedonios adoptaron desde un inicio la religión cristiana, quedando bajo una fuerte influencia del Bizancio. Durante la ocupación otomana, los que rechazaban convertirse al islam resistían aferrados a su idioma y la ortodoxia cristiana, a las que ligaron su sentimiento de pertenencia nacional y que se volvía muy fuerte en 1918.
Enfrentamientos bélicos entre los propios eslavos del sur como consecuencia del dominio de los diferentes imperios invasores. La región de los Balcanes ha sido durante toda la historia de los eslavos del sur la frontera; misma que separaba en un principio el Imperio Romano Occidental del Bizancio, y posteriormente el Imperio Otomano de la Europa católica, lo cual duró cinco siglos. Desde luego, los pueblos eslavos divididos en zonas de influencia de unos y otros habían sido reclutados por cada ejército respectivo para cuidar esa frontera de los del "otro lado", que circunstancialmente solían ser partes del mismo pueblo. Es por lo anterior que los croatas y los serbios y montenegrinos, principalmente, habían protagonizado la mayoría de los enfrentamientos, siempre vestidos en uniformes ajenos y siempre... enemigos. La fama de feroces guerreros que se habían ganado los eslavos del sur los hizo famosos en todos los frentes de todas las guerras que libraban los romanos, los otomanos, los alemanes, austríacos, húngaros o austro-húngaros. La última ocasión era el recién culminado conflicto a escala mundial, en el que los primeros enfrentados a tiros fueron precisamente los serbios del Reino de Serbia y los croatas y los serbios del ejército austro-húngaro. Y como suele suceder al interior de los pueblos victimizados por sus agresores y convencidos de su inferioridad, son éstos normalmente los más sangunarios y metódicos ejecutantes de las ordenes de sus superiores en cuanto a combatir a sus conacionales no sometidos se refiere.
El problema entre los serbios y los croatas. Sometidos unos y otros a poderes foráneos y enfrentados durante tanto tiempo, llevaban a cabo un largo proceso de conservación de la identidad nacional respectiva, hallando en el idioma, la organización social y la religión (sobre todo en el caso de los serbios) la fuerza cohesionadora, tanto de los croatas por un lado como de los serbios por el otro. Una segunda idea nacional croata –la yugoslava- se desarrolló paralelamente a la anterior (la de emancipación individual) durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Esa corriente veía la liberación respecto del Imperio y el fin del sometimiento a alemanes y húngaros como parte de una emancipación de los pueblos eslavos. Los serbios de Croacia eran vistos como aliados, incluso como hermanos. Los varios pasos de Serbia hacia la independencia respecto a los turcos eran vistos con admiración y simpatía. Así, la idea yugoslava se desarrolló antes y con más fuerza en Croacia que en Serbia. Ciertamente, muchos croatas, y desde luego las corrientes políticas nacional-católicas, partían sin embargo, de la consideración de que su mayor desarrollo cultural y civil y su vinculación a los centros más avanzados de Europa les convertían en los líderes naturales de la emancipación eslava en el Imperio Austro-Húngaro. El ascenso del prestigio de los serbios era visto como una rivalidad que ponía en peligro el proyecto nacional croata, ya que dificultaba su genuina reafirmación. De esta manera, el sentimiento croata, tan bien preservado durante 800 años, derivó en frustración nacional. Algo así como: ”¿Cómo es posible que, tras tanto esperar, y ahora que ha llegado la hora de los Estados nacionales, se nos anticipen con mayor fortuna quienes son inferiores a nosotros?” [Pa96]. Esa frustración recelosa hacia Serbia que describe Palau [Pa96] se convirtió en irritación frente a los propios serbios en Croacia, a los que se vio como un factor perturbador, anómalo, que impedía madurar el logro final de un Estado soberano croata estropeándolo con visiones yugoslavas, percibidas como humillantes. Se llegó a decir que los serbios son un puñal en la garganta de Croacia [Pa96]. La proclamación de la unidad, el 1° de diciembre de 1918, arrancaba un proceso histórico de mediana duración, de 63 años, que fue lo que duró el sueño yugoslavo. En ese momento, Serbia resultó ser la potencia regional triunfadora en la I Guerra Mundial, aliada de quienes iban a dictar el orden del siglo XX. Su autoridad moral en 1918 era enorme en el mundo eslavo meridional, ya que había sufrido pérdidas y sacrificios inmensos. Así, la idea yugoslava se impuso con facilidad en Croacia, en donde los oponentes a ésta no encontraban un clima fácil para expresarse. Sin embargo, en realidad seguían siendo mayoría aquellos croatas que se identificaban con un proyecto nacional propio y a quienes les disgustaba la subordinación a un pueblo "menos desarrollado". Así pues, la constitución de la primera Yugoslavia que duró entre los años 1918 y 1941, creó de nuevo una gran frustración entre los croatas, ésta ya segunda, sorda pero profunda [Pa96]. Algunas de las figuras políticas de Serbia alzaron igualmente su voz contra el proyecto yugoslavo en 1918. Como lo relata Palau [Pa96], éstas advirtieron que era demasiado ambicioso y, en todo caso, prematuro porque no se veía acompañado de la maduración necesaria. Sugirieron que la oportunidad de sentarse en la mesa de los vencedores en Versalles se aprovechara para conseguir objetivos más modestos pero más sólidos e irreversibles, como la extensión de las fronteras de Serbia hacia el Adriático, Bosnia y Herzegovina y Slavonia, de manera que el Estado serbio integrara a la mayor parte de los serbios de Austrohungría, pero dejando a croatas y eslovenos la formación de sus propios Estados diferenciados en el resto de los territorios del Imperio destruido. Sin embargo, el sentimiento paneslavo, la ambición de la monarquía por gobernar un reino mayor y los intereses internacionales terminaron por imponer el proyecto yugoslavo, con no pocos problemas interétnicos y religiosos entre sus partes constitutivas, como ya se explicó.
El problema de Kosovo. Como ya se había descrito con mucho detalle en este blog aquí y aquí, Kosovo y más específicamente el campo de Kosovo Polje (Campo de Mirlos, en el idioma serbio/croata), han sido desde la creación del primer Estado serbio (el Reino de Ras) y tras la invasión otomana después de la batalla de Kosovo Polje en 1389, una especie de mito cultural serbio, el lugar geográfico que alude a las glorias pasadas en su subconsciente colectivo y el meollo de su identidad nacional. Sin embargo, durante la retirada paulatina del Imperio otomano de estos territorios y sobre todo a causa de los dos grandes exodos del pueblo serbio hacia el norte (mencionados ya aquí), la constitución étnica de estos territorios había cambiado a favor de los albaneses convertidos al Islam que poblaron Kosovo. Como ya se describió en este blog aquí, el hecho de considerar Kosovo parte de la nación albanesa era herencia de las fronteras administrativas impuestas por el Imperio Otomán, que carecían de cualquier otro fundamento histórico o etnico. Un grupo diminuto de albaneses de la parte norte de la provincia, con intereses políticos localistas en un principio, adoptó rápidamente una agenda expansiva, buscando unificar en una sola unidad política las cuatro partes supuestamente constitutivas de Albania: Kosovo, Shkoder, Monastir y Jamina, separadas en cuatro vilayets (areas administrativas del Imperio otomano). Al término de la Primera Guerra Balcánica que se describió aquí, los ejércitos griego, serbio y montenegrino conquistaron las tierras albanesas y las dividieron entre ellos. Expuestos a la desaparición de Albania tan poco tiempo después de su nacimiento, los líderes albaneses organizaron una asamblea en la ciudad de Vlore, el 28 de Noviembre de 1912 y declararon su independencia. En diciembre de 1912, las grandes potencias -Gran Bretaña, Alemania, Austro-Hungría, Italia y Francia- decidieron en Londres dividirse los territorios albaneses "independientes" en vista de estos acontecimientos inesperados. La conferencia de Londres le entregó los territorios del Estado independiente de Albania a Austro-Hungría e Italia, recortándole los territorios de Kosovo que por sensibilidad histórica y la situación geopolítica de la región entre las Guerras Balcánicas le fueron cedidos a Serbia, y de Canenia, coptados por Grecia. Ello significaba que los territorios más ricos y más de la mitad de la población albanesa fueron apartados del proyecto administrativo inicial. Dos procesos históricos de larga duración más aparecieron ese día en los Balcanes: el resentimiento terrible con potencial bélico entre los albaneses y el Reino serbio, y la negación mutua griego-albanesa.
El descontento y la continuidad en la lucha de las fuerzas políticas socialistas-internacionalistas que argumentaban con mucha razón, que la raíz de los problemas balcánicos se encontraba en la explotación imperialista de la que fueron víctimas estos pueblos y que los ha llevado a enfrentamientos entre ellos mismos, al servicio de los grandes capitales e imperios. Es por ello que veían como la única manera de interrumpir este círculo vicioso el combatir la explotación y el imperialismo desde un punto de vista de lucha de clases. Defendían que los grandes capitales desde siempre habían usado el sentimiento nacional o religioso de los pueblos dominados para su pensada manipulación, exclusivamente por y para intereses propios, ajenos o directamente opuestos al bienestar de los sometidos. Los anhelos de la intelectualidad más progresista de Serbia, Croacia y Eslovenia estaban muy lejos de concretarse. La monarquía dominada por la corona serbia no había sido su idea ni el propósito de la unificación de los pueblos balcánicos en contra de dominaciones imperialistas. Seguían con su lucha, creyendo en la creada Federación Socialdemócrata Balcánica en 1915, que unía para 1918 a los partidos comunistas y socialistas de Romanía, Grecia, Bulgaria y Serbia y que tendría continuidad a principios de los 1920's con la Federación Comunista Balcánica, el primer paso práctico y decisivo dado en pro de la unificación de los pueblos balcánicos.
3 Comments:
Hola, antes que nada me parece muy interesante tu blog tienes bastante información.
Me permito un comentario sobre la relación de los serbios con los croatas.
Creo que es muy simple por parte de Palau esgrimir que los croatas despreciaban a los serbios por considerarlos inferiores.
Yo creo que el sentimiento croata (o de la mayoría) es y ha sido tener una patria independiente, eso nada más.
Es decir, lo mismo que los serbios, podrían ser los húngaros o eslovenos los que coartaran el derecho a ser independientes y los croatas se levantarían contra ellos igual.
Alejandro,
un gusto enorme tenerte por acá. Estoy de acuerdo contigo. El deseo de una emancipación propia de los croatas es tan legítimo como el de cualquier otro pueblo. El problema que esgrime Palau y que sí existe en los Balcanes, es el de una especie de "títulos" históricos, basados en la propaganda de los poderes imperialistas, según la cual la Europa occidental, secularmente católica o protestante es más "civilizada" (las atrocidades de las diversas conquistas e historias de colonizaciones, o la expulsión de judíos, moros y otros no-europeos con lujo de violencia innarrable aparte) frente a la supuesta "barbarie" que iniciaba con el Bizancio en un principio y el Islam otomano después. Lo mismo pugnaban las partes de los pueblos balcánicos islamizadas, pero en dirección inversa. Esto sigue siendo el caso inlcuso hoy en día, en toda Europa occidental o en el mundo árabe. El problema particular del sentimiento anti-serbio en partes de la población croata surge en el momento en el que son obligados a someterse a la corona serbia. De una dominación (austro-húngara) pasaron a otra (la de la corte serbia), mucho menos próspera. En resúmen y en mi opinión, la raíz de los problemas balcánicos se encuentra en la explotación imperialista de la que fueron víctimas estos pueblos y que los ha llevado a enfrentamientos entre ellos por decisión de otros. Es por ello que las fuerzas socialistas-internacionalistas balcánicas pugnaban, con razón, que la única manera de interrumpir este círculo vicioso fuera combatir la explotación y el imperialismo, quienes desde siempre han usado el supuesto nacionalismo extremo de los pueblos dominados exclusivamente para intereses propios, ajenos o directamente opuestos al bienestar de los pueblos sometidos. Incluso, la intelectualidad más progresista de Serbia, Croacia y Eslovenia se quedó sumida en gran descontento, ya que principalmente sus anhelos estaban muy lejos de concretarse (la monarquía dominada por la corona serbia estaba muy lejos de su idea y propósito de la unificación de los pueblos balcánicos en contra de dominaciones imperialistas).
Un abrazo,
Daniel.
Reconocer Kosovo es además de todo lo dicho (ilegalidad, alas a los nacionalismos en otros paises, legitimar la vendetta,...) dar otro paso hacia adelante en la Europa de los "Estados-Aldea". A esta tendencia, claramente impulsada desde los paises a los que beneficia USA y el eje Franco Alemán, deberían oponerse los demás estados con peso en la UE, entre ellos por supuesto ESPAÑA. El ejemplo balcanico es claro. La desestabilización de Yugoslavia fue buscada por las potencias como forma de crear estados satelites faciles de manejar en el proceso de toma de decisiones de la UE (mayorias cualificadas y votos ponderados no olvidemos). Un estado federal Yugoslavo, de indole democratico, pro ruso y en la UE, podria ser un estorbo importante a la hora de tomar decisiones. Solucion: Se fragmenta, se crean 7 estados -aldea en base a un coaktil de nacionalismo, religion y fanatismo, se hace millonaria a una clase politica sin escrupulos y la poblacion (mascrada) que se joda. La renta per capita de la mayoria de las Ex Republicas Yugoslavas es menor que la que tenia la Republica Federal en 1976. Y ahora pretenden exportar este modelo de EStados Aldea a mas paises (Flandes, Escocia, Vascongadas, ....)
Pero eso si, la secesion de Florida (mayoria hispana) o de Bretaña, Borgoña, Baviera o Sajonia, ni se contempla. Es mas, en Alemania la tendencia es la contraria. Reforzar el Estado Federal y quitar competencia a los Lander. Normal. Asi tendran una UE que manejaran facilmente, ¿Que peso va a tener Montenegro o Kosovo.,..por favor.? La conclusion es clara. En Alemania y Francia son listos, en Yugoslavia y España idiotas. Por fiarnos de politiquillos listillos que buscan engordar sus cuentas sin importarnos en interes de la nacion, y consecuentemente el interes común.
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