De cuando ingresé a la escuela primaria y de cómo me volví pionero de Tito
La escuela se encuentra situada en la calle que en ese entonces era nombrada por los acontecimientos ocurridos el siete de julio de 1941: la calle sedmog jula. Aquel día marcó la primera acción bélica perpetuada por las brigadas guerrilleras partisanas, iniciada a manos de un grupo de combatientes comunistas bajo el liderazgo del legendario veterano de la guerra civil española, Žikica Jovanović - Španac (el español), mismo grupo de combatientes que en el pueblo de Bela Crkva mató a dos gendarmes del régimen yugoslavo. La situación terrible que atravesaba la monarquía yugoslava en ese 1941, el golpe de estado del 27 de marzo de ese mismo año y la colaboración con el ocupante que invadió Yugoslavia a inicios de abril, se explicó más a profundidad en este blog aqui. Por otra parte, lo de los veteranos de la guerra civil española fue uno de los orgullos de la revolución socialista yugoslava y es que a la lucha en contra de los rebeldes franquistas se lanzaron mil setecientos combatientes yugoslavos, de los cuales murieron en combate 800 y fueron heridos otros 300.
Nuestra escuela primaria, que en Yugoslavia (y hasta el día de hoy en Serbia y los demás países de la ex-Yugoslavia) dura ocho años, está situada a un lado de la catedral ortodoxa de Belgrado dedicada al arcángel Miguel (saborna crkva), frente a la sede del Patriarcado de la Iglesia Ortodoxa Serbia, y a dos cuadras de la calle más importante y grande de Belgrado: la calle Knez Mihajlova (del príncipe Mihialo).
Todo el estrecho centro de Belgrado y, especialmente, la calle Knez Mihajlova fueron reconstruidos al final de los años ochenta en el espíritu del siglo XIX: en mármol gris, con faroles altos e innumerables fuentes de agua potable. Esta calle principal, cerrada al tráfico vehicular, nace por un lado en la entrada de la antigua fortaleza de Belgrado, Kalemegdan, convertida en un gran parque con museos, áreas verdes, explanadas y el zoológico, y desemboca, por el otro, en la principal arteria de circulación de la ciudad: la avenida Terazije que tiene construido sobre su acera el edificio más alto y más moderno de Belgrado: Beogradjanka.
A la puerta principal de nuestra escuela primaria la anteceden tres escalones que dan final a una especie de explanada que yace frente al edificio. La puerta está hecha en relieve de madera y tiene una ventana cubierta por una reja de acero negro de cada lado. Atravesándola, se ingresa a una especie antesala enorme con grandes columnas y una exposición permanente sobre la historia de la escuela y, en aquel entonce, la vida de los hermanos Ribar cuyo nombre portaba. Desde luego, todo ello dio paso a otro tipo de bustos y exposiciones en la actualidad.
Al fondo de la estancia yacían los bustos de los hermanos Ribar fundidos en bronce. Entre ambos bustos, había tres escalones, subiendo los cuales se llegaba a un largo pasillo. Del lado derecho de éste se encontraba la sección preescolar toda colorida y llena de risas y llantos infantiles. A mano izquierda se topaba al alumno encargado de contestar el teléfono, llevar mensajes a los salones y tocar la campana cada cuarenta y cinco minutos indicando el término de cada periodo. El alumno en cuestión, normalmente ataviado con el característico pañuelo rojo amarrado alrededor del cuello que adornaba su camisa blanca (uniforme de los llamados pioneros, o niños socialistas, organización conformada por los alumnos de los primeros siete años de todas las escuelas primarias del país, en memoria de los combatientes niños de la segunda guerra mundial), ese día que le tocaba estar de guardia, no entraba a clases. Frente a su escritorio se encontraban las oficinas de la dirección, la del director, el seretario o la secretaria general de la escuela, el psicólogo, etc.
Si se siguiera por el pasillo a mano izquierda se llegaba a los salones normales y al baño de niños y al de niñas de los alumnos de primer año. Atravesando el pasillo perpendicularmente, viniendo de la entrada principal del edificio y antes de las oficinas de la dirección, se accedía a unas escaleras enormes de dos alas con un barandal imponente de acero negro estilizado y acabados en madera gruesa. A cada lado de estas escaleras enormes había una escalera más pequeña por la cual se bajaba de un lado a la puerta que llevaba al patio dotado de una cancha de fútbol y tableros de baloncesto y por el otro a los enormes comedores. Había una cocina al final de éstos y unos lavamanos que antecedían todo aquello y donde todos se lavaban las manos antes de ingresar, teniendo que pasar por una metódica revisión efectuada por el alumno encargado de la higiene del salón.
La cocina y los comedores expedían siempre un olor penetrante a comida que le daba un aroma muy característico a toda la escuela. Virando a mano izquierda, antes de llegar a los lavamanos, se encontraba la sala de profesores.
Si se ascendía por la enorme escalera prinicpal, se llegaba al salón de ceremonias que no era muy grande, pero sí definitivamente elegante. Se asemejaba a los salones de ceremonias de los grandes palacios europeos de los siglos XVIII y XIX. Al fondo tenía libreros llenos de libros que enaltecían la revolución y la doctrina socialistas; del otro lado se encontraban los enormes ventanales ovalados y pintados de blanco. Frente a ellos se encontraba un piano de cola completa que se utilizaba para ceremonias y conciertos que se llevaban a cabo en este lugar; del techo colgaba un enorme candil.
Frente a la entrada pomposa del salón pasaba otro pasillo semejante al del piso de abajo que llevaba a los salones de los alumnos del tercer y cuarto año, al igual que a los baños respectivos. Si se tomara el pasillo a mano derecha, se descubriría que al fondo existen otras escaleras en esta otra ala del edificio que lo llevan a uno al segundo y al tercer piso o lo bajan hasta el gimnasio techado que contaba con toda clase de artefactos y utensilios de gimnasia olímpica y que albergaba otra cancha de baloncesto. En el tercer y último piso se encontraban los talleres de dibujo y en uno de los salones de a lado asistí alguna vez a un taller de literatura.
En el preescolar, estaba en el grupo dos, mismo que compartía con varios amigos del anterior jardín de niños, cuestión que junto con las interesantes clases de inglés, todo tipo de juguetes y festivales ayudó a que me encantara pasar las mañanas allí. Supongo que ésto solía ser la excepción, ya que la mayoría de los niños lloraba todas las mañanas por separarse de sus papás con tal histeria que daba miedo.
En septiembre siguiente (por allí de 1983) entré al primer año de primaria con una gran expectación, emoción y miedo entrelazados. No sabía leer ni escribir ni siquiera mi nombre bien y mucho menos sabía algo de matemáticas, ciencias sociales o literatura en serbocroata -como solía llamarse mi lengua materna- al igual que casi todos mis compañeros. Ya grandes, me confesó uno de mis mejores amigos, Mihailo, lo terrible que fue par él lograr por fin escribir su nombre en cirílico para que yo le contestara con mis maravillosos jeroglíficos en alfabeto latinizado. O, confusiones...
Tenía siete años, seguía en el grupo dos y me encontraba con la mayoría de mis compañeros de ya años atrás; estaba contento. Entraba a la primera clase a las ocho de la mañana y salía de la escuela a las tres y diez de la tarde tras haber tenido un recreo con un pequeño refrigerio y haber comido en la escuela más formalmente a eso de la una. Y las comidas que nos servían eran a veces un verdadero dolor de cabeza para mí y es que no fue fácil acostumbrarse al caldo de alubias serbias (pasulj), por ejemplo, después de comer una especie de comida internacional-mexicana en casa. Me acuerdo mucho haberme declarado alérgico a las dichas alubias, lo que me aseguraba un emparedado de queso de cabra como sustituto. Y así, todos felices... Aquí cabe aclarar que el platillo de las alubias serbias es hoy en día uno de mis predilectos. Uno aprende con la edad, supongo.
Ese año, con todo el entusiasmo propio del acontecimiento, me volví igualmente pionero de Tito. Toda nuestra generación, al igual que todas las demás generaciones antes de nosotros, se tuvo que aprender la protesta del pionero de memoria, misma que versaba:
Danas, kada postajem pionir (hoy cuando me vuelvo pionero)
Dajem časnu pionirsku reč: (doy mi palabra de honor de pionero)
Da ću marljivo učiti i raditi (que trabajaré y estudiaré de manera aplicada)
poštovati roditelje i starije, (que respetaré a mis padres y a los mayores)
i biti veran i iskren drug, (y que seré un amigo leal y sincero)
koji drži datu reč; (quién cumple su palabra dada;)
Da ću voleti našu samoupravnu domovinu (que amaré nuestra patria autogestiva)
Socijalističku Federativnu Republiku Jugoslaviju (la República Socialista Federativa de Yugoslavia) -a cómo me costó esta parte-
Da ću razvijati bratstvo i jedinstvo (que desarrollaré la hermandad y la unidad)
i ideje za koje se borio drug Tito; (y las ideas por las que luchó el camarda Tito)
Da ću ceniti sve ljude svetakoji žele slobodu i mir! (que apreciaré a todos los hombres que desean la libertad y la paz)
El coro de la escuela cantó un par de canciones. Todo ello sucedía dentro del marco de las celebraciones del 29 de noviembre y el aniversario del nacimiento de la Yugoslavia socialista. Terminada la ceremonia y el infierno de tener que aprenderme este juramento durante semanas, me pusieron el famoso pañuelo rojo alrededor del cuello (para el cual hubo que pagar algo de dinero) y me dieron la credencial que certificaba que finalmente era yo miembro de la liga de pioneros de la República Socialista Federativa de Yugoslavia. Con todo y que no nos tocaron las gorras azules con la obligatoria estrella roja de cinco picos para parecernos a los casi inalcanzables pioneros que veíamos en las fotografía que adornaban nuestros libros de texto, estaba orgulloso.
Josip broz - Tito y su esposa Jovanka con los pioneros yugoslavos en la década de 1970. (imagen original aqui).
Pocos meses después llegé una tarde a la casa y reclamé a los cuatro vientos el hecho que no existiera en ella un solo cuadro con la imagen de Josip Broz - Tito.
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Etiquetas: el juramento pionero, la primaria, los pioneros de Tito, Yugoslavia socialista