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30.10.06

Una sobre México

Estimados lectores de estas historias, de antemano pido disculpas por la falta de noticias, pero el trabajo acumulado y el inicio oficial del último año de mi doctorado (con todos los límites de tiempo que ello supone), además de viajes diversos, me han apartado del presente proyecto. Sin embargo, esta vez, en lugar de hablar de las elecciones de Bosnia y Herzegovina y los resultados del plebiscito para la aprobación de la propuesta de la nueva constitución en Serbia (de lo que ya hablaré en un futuro cercano), quisiera dedicarle este post a la terrible y alarmante situación en mi otra patria - la mexicana-.

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Se trata de un hermoso y maravilloso país que cuenta con una riqueza cultural inigualable y una naturaleza sublime y cambiante. Viven en él 103,263,388 mexicanos con una edad promedio de 24 años y un promedio de 8.1 años dedicados a la educación. De todos estos mexicanos, 52,977,184 ó el 51.3% tienen entre 19 y 64 años -es decir, están en edad para trabajar- y 41,759,125 ó el 40.44% tienen entre 0 y 19 años. Hasta aquí todo perfecto: es un país muy joven, lleno de fuerza y ganas por trabajar y salir adelante. Pero...

Según el censo de población realizado en 2005 por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) del gobierno mexicano, 42,197,775 ó el 79.65% de la población entre los 19 y los 64 años tiene algún tipo de trabajo, lo cual nos deja con 10,779,409 personas desempleadas o dedicadas al hogar. Por otro lado, tan sólo 58,302,000 personas o el 56% del total de la población en México goza de seguridad social (tiene acceso gratuito al servicio médico). El resto tienen que pagar la atención de un médico privado... o, morirse.

Ahora, según el mismo censo y la misma dependencia del gobierno mexicano (se trata pues, de datos oficiales), el ingreso de los más desfavorecidos es de unos 392.67 pesos (unos 28EUR) mensuales por hogar (que conforman en promedio 4.1 personas), lo cual equivaldría a menos de una cuarta parte del euro por día por persona. Todo podría tomarse como una curiosidad si no fuera que según estadísticas internacionales, en la actualidad el 52 % de la población mexicana se encuentra en estado de pobreza y de ellos, el 30% en la pobreza extrema, a los cuales es aplicable el ingreso mencionado.

En contraste con lo anterior, resulta que 11 mexicanos poseen una fortuna de 36,000 millones de dólares o el equivalente al 65.2% del ingreso anual de los 24,803,625 hogares del país. Es más, es una vergüenza nacional sin igual que el tercer hombre más rico del mundo, según la revista Forbes, sea Carlos Slim Helu, el mexicano que posee declarados 30 mil millones de dólares, o el 0.42% del PIB de la federación mexicana (¡un solo hombre!).

De los 6 millones de jornaleros que laboran en los campos, el 40% son niños o adolescentes, los cuales realizan trabajos al margen de cualquier protección según un estudio de la Confederación Nacional Campesina. De los 31 estados mexicanos, en 11 el índice de pobreza supera el 50% de la población infantil y los estados más afectados son Chiapas (72.1), Oaxaca (68.8), Veracruz (60.7), Tabasco (59.8), Hidalgo (59.2), San Luis Potosí (57.3), Puebla (56.4), Zacatecas (55.1), Yucatán (54.8), Campeche (54.1) y Michoacán (51.2).

En la actualidad, en México operan 15,100 empresas con participación mayoritaria de capital estadounidense (en realidad, texano), que representan el 56% de las 27,283 sociedades económicas que integran los receptores de inversiones extranjeras en el país.

De esta radiografía se puede deducir fácilmente que se trata de un país con un serio problema de repartición de riqueza, que cuenta con una oligarquía reducida que lleva muchos años explotando y abusando del pueblo mexicano, sus recursos naturales y los energéticos nada despreciables (después de Venezuela, México es el exportador de crudo de petróleo más importante a EUA), conformada por la clase económicamente pudiente (los líderes de los cárteles del narcotráfico incluídos) y la clase política (de todos los partidos políticos registrados), que en conjunto dictan y llevan a cabo políticas nacionales encaminadas a la fortificación de su propia condición de clase y su retención del poder político y económico, sometido a su vez por el poder plutocrático bushiano unilateralista en decadencia, asentado en Washington. Si a todo lo anterior le sumamos además, un racismo y un clasismo profundamente arraigado en la sociedad mexicana en la que se ha visto con desprecio a cualquiera que perteneciera a una supuesta clase inferior del sujeto implicado, principalmente a la población indígena, negra, mestiza, homosexual, comunista -no globalizable y carente de "buenas costumbres" y "buena conciencia", pues-, la cosa se pone peor, sobre todo si se juzga desde una minoría que goza de compartidos rasgos fenotípicos europeos (en una característica social común en el mundo post-colonial).

Bueno, todo ello tuvo como consecuencia la aparición y una posterior desaparición forzada de muchos movimientos sociales a lo largo de la reciente historia mexicana, que han luchado por sus derechos constitucionales, mejores niveles de vida, tierra o la conservación ecológica del país. La mayoría de estos movimientos han sido coptados por el sistema mismo (el famoso charrismo sindical) y utilizado para fines suyos (normalmente como grupos de choque), a cambio de puestos en el gobierno o remuneraciones nada despreciables a sus líderes. Los movimientos incómodos o consecuentes han sido perseguidos o destruídos por medio de asesinatos, torturas o desapariciones físicas de sus miembros -en medio de la nada despreciable táctica de guerra de baja intensidad-. Estas prácticas no han cesado hasta el día de hoy.

A principios de esta año, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación del estado de Oaxaca -sección 22- inició una serie de movilizaciones como respuesta a la negativa del gobierno estatal de incrementar sus salarios y otorgarles mayores prestaciones. Las movilizaciones derivaron con el tiempo en una huelga estatal (derecho consagrado en la constitución) y ésta huelga en la toma del zócalo de la ciudad de Oaxaca, con la demanda cada vez más fuerte de renuncia del gobernador de ese estado, Ulises Ruiz, postulado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) (partido que significó la institucionalización del proceso revolucionario en la década de los veintes y que se conservó en el poder hasta el año 2000); un político corrupto, manipulador, asesino y ladrón de recursos públicos que había instalado en aquella identidad un estado de terror, intimidando a sus oponentes políticos y reprimiendo a los movimientos sociales. Todo ello sucedía a la sombra de la farsa que representó el proceso electoral mexicano que culminó con un "empate técnico" entre dos candidatos enfrentados en una especie de lucha entre liberales y conservadores al completo estilo decimonónico, perteneciendo ambos a la misma clase oligárquica, aunque con diferencias sustanciales en el modo con el que ofrecieron manejar los recursos públicos y plantear las políticas sociales. El fraude llevado a cabo por la clase más conservadora y proclive a las privatizaciones y venta de empresas y recursos mexicanos al sector extranjero a precio de platanos (el petróleo incluído), impuso como ganador a Felipe Calderón Hinojosa, del Partido Acción Nacional (PAN) conservador, de influencia ultra-católica. Todos los medios de comunicación y los reflectores estaban puestos en la capital del país, en donde la lucha por el poder entre estas dos agrupaciones enajenadas de ambición alcanzaba niveles insospechados, mientras que no afectaba en lo más mínimo la realidad de los estados (la provincia).

El 14 de noviembre pasado, el gobierno de Ulises Ruiz decidió reprimir el movimiento magisterial en el centro de la capital estatal, lo cuál dio como saldo los primeros muertos por bala o latas de gas lacrimógeno, centenas de heridos y decenas de detenidos. El movimiento en lugar de replegarse, creció. Se organizó la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca (APPO) y se mantuvo el plantón. El gobierno federal se preocupaba más por la sucesión presidencial que por los oaxaqueños y saltó a la vista la postura que defendía el que si se ofrecía la renuncia del gobernador PRIísta de Oaxaca, el mensaje inequívoco sería que un movimiento de resistencia civil pacífico podría desconocer a sus gobernantes y quitarlos. Peligraba la cabeza del recién electo (por medio del fraude) presidente federal PANísta. Se decía que si caía Ruiz, caería Calderón. El aparato del Estado no podía permitir la caída de Ruiz.

Empezaron los asesinatos a discreción de líderes del movimiento de Oaxaca. El gobierno federal posponía la solución del problema apoyando al gobierno local. El Congreso de la Unión (el Parlamento mexicano) llegó a declarar que en Oaxaca hay poderes, aunque la entidad es ingobernables (sic). La APPO y el magisterio desconocieron a estos poderes oficiales y organizaron un sistema de representación y poder legítimo alternos.

Con el tiempo, el gobierno local armó a policías y militares vestidos de civil que tenían la tarea de provocar incidentes y confrontar y matar a los inconformes. El movimiento adquiría ya elementos de insurrección social sin capacidad de control por parte de las dirigencias.

El viernes pasado, el conflicto escaló a niveles esperados, cuando fue asesinado Bradley Roland Will, documentarista de la cadena independiente de IndyMedia, junto con otras dos personas y hubo varios heridos de bala. El momento exacto de su muerte y la circunstancia que la rodeó se puede observar en este vide de YouTube.

La noche del sábado, el gobierno federal inició el operativo de recuperación del centro de la ciudad de Oaxaca con 3,100 elementos, tanquetas expulsoras de agua y gases lacrimógenos. El pueblo no cedió.

Julio Hernández, del peródico mexicano La Jornada escribió: "En Oaxaca hay un hartazgo desbordado contra la institucionalidad putrefacta que el foxismo-abascalismo pretende reconstituir mediante incursiones policiales como la de ayer. La exigencia de que caiga Ulises Ruiz es una forma de decir que debe caer el estilo gubernamental-presidencial que en esa entidad ha sido durante décadas una fuente de corrupción, arbitrariedad e injusticia, y en ese sentido la ejemplar lucha estatal contra Ruiz puede convertirse en una lucha nacional contra el saliente Fox o, en realidad, contra el entrante Calderón que entre sus cartas credenciales lleva la del fraude electoral. El clamor de Oaxaca, la base de su desorganizada organización, el sustento del valor mostrado para enfrentar el ominoso arribo de las fuerzas federales proviene de la convicción de que las cosas deben cambiar ya en Oaxaca (es decir, en México) y que una lucha como la de la sección 22 del SNTE y la APPO no puede y no debe quedar en una simple revuelta apagable a manguerazos provenientes de tanquetas de la PFP. Las escenas de resistencia civil conocidas ayer deberían ser suficientes para que la mojigata parroquia de Bucareli ordenara un repliegue de sus fuerzas institucionales de provocación. Mucha más gente de la que la prudencia supondría se expuso abiertamente al riesgo de que se repitieran las glorias de Atenco. Familias con niños desfilaron del Monumento a Benito Juárez al Zócalo y algunos de esos pequeños lloraban y se asfixiaban con sus padres ante el gas lacrimógeno rociado desde helicópteros. Centenares de personas, sobre todo mujeres valientes, se habían instalado en un crucero de entrada a las instalaciones de Radio Universidad que durante largas horas habían funcionado bajo amenaza de represión inminente, al grado de que el rector de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, Francisco Martínez Neri, hubo de pronunciar en sus frecuencias un discurso en defensa de la autonomía y contra la presunta intervención policiaca (abierta, o disfrazada de porrismo). Y también quedó atrás el mito del guerrillerismo inserto en el movimiento social oaxaqueño, mito alimentado desde el Cisen mediante "análisis" filtrados a columnas alineadas con esa tarea de "periodismo" justificador de represión. Las armas más peligrosas de la resistencia civil de ayer fueron resorteras, palos, tubos y la máxima creación bélica, las "bazucas" hechizas que consisten en un tubo de PVC en el que se aloja un cohete para darle dirección mediante ese cilindro plástico."

El día de ayer, domingo, hubo enfrentamientos en la ciudad de México, durante la realización de una marcha pacífica de solidaridad con el movimiento oaxaqueño y en contra del uso de la fuerza pública y la violencia y terrorismo de Estado en la resolución de problemas sociales. Desde hace meses surgieron varias organizaciones con programas parecidos a los de la APPO, en los estado de Guerrero y Michoacán.

Este sitio se solidariza en estos difíciles momentos con la gente, hombres, mujeres y niños, agredidos, heridos o asesinados por creer que las cosas se pueden hacer mejor, por creer en un mejor mañana y refrenda los tres puntos de demanda al gobierno federal expuestos en su última carta pública:

1. Retiro inmediato de la PFP.
2. Liberación de los 70 detenidos
3. Salida de Ulises Ruiz Ortiz.

¡Por un mundo donde quepan muchos mundos!
¡Por un mundo con democracia, paz y justicia!
¡Por el derecho a la libre expresión de las ideas!
¡Por el derecho consagrado en la Constitución mexicana e inalienable del pueblo mexicano de cambiar sus gobernantes cuando así lo decida!
¡Por un mundo mejor!