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16.11.05

Ausencia

Después de una corta ausencia de 5 días, que Lizette y el que esto escribe pasamos en la hermosa ciudad de Paris (sin llamas, ni exabruptos mayores), las actualizaciones correspondientes a las realidades sudeslavas las intentaré esbozar el sábado entrante.

En cuanto a Paris, no cabe duda que el centro de la capital francesa goza del particular privilegio de encontrarse absolutamente aislado de su propia realidad. Turistas amontonados trepando todo lo humanamente posible de treparse, visitando museos como si en eso se les fuera la vida, viendo, probando, pagando, comprando... De la violencia, los coches quemados, la "revolución" que cambiaría una vez más la realidad terrible que viven todos los afro-franceses, magreb-franceses, árabe-franceses y todos los demás entes extraños de coloración de piel algo más obscura (los latinos incluídos, desde luego), el mero centro de París aún no se ha enterado. Lo único que notamos fue una exagerada presencia policíaca en las calles, sobre todo el día del Armisticio de la I Guerra Mundial (el 11 de Noviembre), cuando escuchamos a lo lejos un intento de demostración cultural que se aproximaba a la isla en la que yace la afamada Notre-Damme, de la cual salímos a fuerza de un sinnúmero de participantes, veteranos de todas las guerras en las que tomó parte la Franica belicosa, uniformados en cuanto uniforme de cuanto país uno se puede imaginar, en persona o a través sus representantes, de una misa conmemorativa organizada por este evento. Igualmente, nos topamos con parejas de soldados que, metralletas al hombro, vigilaban la Torre Eiffel y el Campo Marte. Por otro lado, los aeropuertos estában muy bien resguardados por el ejército francés, aunque éste intentaba ser discreto y vigilar todos los lugares importantes desde una efectiva distancia.

Mi cuñada (Lydia) vive en Holanda, muy cerca de Utrecht, y le tocaron todos los problemas que se suscitaron tras el asesinato del director de cine y periodista Theo Van Gogh, a manos de un extremista musulmán, quién lo mató a puñaladas dejando una nota clavada en su cuerpo, todo en Amsterdam. Nos platica que desde entonces se puede sentir en el ambiente de Holanda ese aire peculiar que denota tensión, violencia resguardada, desconfianza mal simulada. Lo que le llamó la atención a Lydia fue que en el Paris turístico no haya experimentado lo mismo, ni nada que pudiera dar testimonio de lo que ocurría a menos de 50 kilómetros de la Plaza de La Concórdia, o en el corazón mismo del sentimiento nacional francés. Nada.

Cargados de todas las sensaciones propias de alguien que ha pasado cuatro días escalando la iglesia del Sagrado Corazón, la de la Magdalena, la de Nuestra Señora, el barrio bohémio (que de barrio o de bohemio tiene únicamente el recuerdo y las cacas de perro repartidas al azar por sus calles) convertido en el desolladero de las carteras de los turistas ávidos de la bohemia francesa, del ultra-moderno Arco de la Defensa, del que haya experimentado el pararse frente a todos los Tintoretos, Da Vincis, Tizianos, Brügels, Dürers, De la Francescas, Rubens, maravillas griegas, romanas, impresionistas, neoclásicas (pregunta: por qué las capitales europeas parecen todas una copia del Acrópolis griego?) , el único sobresalto resultó ser la broma que le jugó el oficial a cargo de la máquina de rayos X del aeropuerto Charles De Gaulle a Lizette, quién sorprendida pudo observar en la pantalla blanco y negro dos pistolas y una navaja supuestamente contenidas en su bolsa de mano.

Y qué respiro el bromear con policías, gritar con encargados de la venta de boletos del metro, discutir con los impertinentes y amafiados pintores de retratos de Mont Martre, bailar al son de una banda de jóvenes estudantes de música que formaron una banda aficionada a los instrumentos de viento y amenizaban la noche más con su vibra que con su arte frente al edificio de la Ópera (y aquí cabe resaltar que, a pesar de que el edificio de Bellas Artes de la Ciudad de México es la mera copia de éste, nos (o les) quedó más bonito el de la ciudad de las tranzas y el esmog). En Alemania, todo es mucho mejor organizado, limpio, modernizado, funcional, sistemático, robotizado... alemán.

Y mi alma semi-mexica y semi-serbia necesita a veces del caos, del ruido, la risa y la locura.

Hasta el sábado!

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Oye daniel pero no tanto caos!!! jajaja.

jueves, noviembre 17, 2005 12:06:00 a.m.  
Blogger Daniel Durini said...

Ni que lo digas!

Un abrazo,
Daniel.

viernes, noviembre 18, 2005 12:08:00 p.m.  

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